Las medidas contra los abusos sexuales en el cine que funcionan (y las que todavía no)

Javier Zurro

28 de febrero de 2024 22:53 h

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El miedo a no ser creídas, al qué dirán y a las represalias laborales asoman entre los motivos que aducen las mujeres que relatan episodios de violencia sexual para no sacarlo a la luz o no denunciar. La industria del cine comienza al fin a preparar sus estructuras para escuchar, acoger y canalizar estos abusos. La Acadèmia del Cinema Català, la mejor preparada de todas las instituciones en este momento, acompañó el año pasado a más de una docena de mujeres que habían sufrido un episodio de abuso en su trabajo en el mundo del cine.

Los supuestos casos de Carlos Vermut y Armando Ravelo suponen un punto de inflexión en el sector audiovisual. Hasta ahora son pocas las acusaciones que han salido a la luz. Sin embargo, varias instituciones trabajan desde hace tiempo en protocolos de actuación para que las mujeres de la industria tengan claro que están acompañadas. Que sepan qué hacer si sufren una agresión, acoso o violencia. Estas formas de actuación son imprescindibles de cara a que el sector cambie sus dinámicas y para que ese miedo a denunciar disminuya. 

Un momento anterior e importante en la alerta sobre los abusos en el sector audiovisual se vivió en Catalunya en 2020, donde muchas mujeres denunciaron lo sufrido en varias instituciones teatrales. Fue entonces cuando la Acadèmia del Cinema Català decidió que debían hacer algo. Fueron las pioneras, y son las que tienen más avanzado el protocolo y las formas de actuación. “A mediados de 2021 nos dimos cuenta de que había un volumen enorme de casos en torno a esos dos centros, los ciframos en 150 casos, y vimos que solo un 10% acabó cristalizando en denuncia. Nos preguntamos qué ocurría, cuándo se pierden esas víctimas en el proceso y si existen los canales adecuados de información, asesoramiento y acompañamiento para que estas mujeres decidan si quieren avanzar e ir a un proceso judicial poniendo denuncia”, explica Laia Aubià, directora de la institución.

En abril de 2022, y gracias al Ayuntamiento de Barcelona, se crea el Departamento contra los abusos en el sector audiovisual y de las artes escénicas. La iniciativa, pionera en España, ya arranca con “un teléfono y una dirección de correo electrónico para las víctimas o los testigos en situaciones de abuso y cuenta con una psicóloga y una abogada especializada”. Lo que ofrece este servicio “es una primera sesión de asesoramiento gratuito en términos psicológicos y jurídicos”. En el primer año han completado “13 acompañamientos, a 11 víctimas y dos testigos, de la mano de Aina Troncoso, psicóloga experta en violencia machista, y Carla Vall, abogada penalista y criminóloga experta en derechos humanos y en el abordaje y prevención de estas violencias”.

Una de las cosas que destacan es que este servicio es externo. “No llamas a la academia de cine catalán sino que está ubicado fuera y es 100% confidencial”, explican desde la institución. Lo que quieren es preservar la intimidad de las personas. Otra parte importante es la transparencia en los datos, por lo que cada año se comprometen a informar de los casos que han recibido y acompañado. Pero este teléfono era solo una forma de comenzar. 

Falta un protocolo específico

Una de las cosas de la que se dieron cuenta es que faltaba un “protocolo específico para el sector audiovisual”. “Todas las empresas están obligadas a tener un protocolo contra el acoso, pero son estándar, por lo que no responden a la realidad del audiovisual, que es un sector atomizado, con empresas pequeñas, trabajos de duración corta. Si pasa algo en un rodaje y ha pasado un tiempo, la gente no sabe dónde acudir, porque ya no hay relación con la productora. A eso hay que sumar la precariedad y que se trabaja con el cuerpo. Los actores y actrices están expuestos y eso hace que tengas que regular también en el set de rodaje, en los castings, e incluso en cómo redactamos los guiones. También la coordinación de intimidad es clave para muchas cosas. Faltaba un protocolo especifico con medidas concretas y procedimientos que se puedan activar”, explica Laua Aubià.

La denuncia puede ser un paso final, pero hay muchos pasos antes, y hay que tener en cuenta que el momento en el que alguien quiere denunciar tiene que estar preparada emocional y legalmente

Es en lo que han trabajado y que esperan presentar este próximo mes de mayo. “Un protocolo de actuación propio de la Acadèmia para prevenir, detectar y reparar con diligencia las situaciones de violencia machista y acoso por razón de orientación sexual, identidad de género o expresión de género en el entorno laboral del sector audiovisual y de las artes escénicas. El texto es inexistente en el Estado y pionero a Europa y del cual se extraerá un código de buenas prácticas para todo el sector”, explican desde la Academia. Saben que la seguridad que ofrecerá este protocolo es clave. 

“Cuando creamos este servicio uno de los objetivos era ayudar a identificar y aceptar lo que estaba pasando. Es muy habitual que una persona que padezca esto tarde en identificarlo y aceptarlo, este proceso hay que tenerlo en cuenta, y para cada persona es distinto. La denuncia puede ser un paso final, pero hay muchos pasos antes, y hay que tener en cuenta que el momento en el que alguien quiere denunciar tiene que estar preparada emocional y legalmente, porque pueden conducir a una revictimización. Son procesos duros. Denuncias, todas las que hagan falta, pero bien acompañadas y bien asesoradas”, apuntan sobre las suspicacias que afloran tras la publicación de reportajes que se preguntan por qué las mujeres no denuncian las agresiones sufridas.

Cláusulas obligatorias

Las medidas de la Academia Catalana van pasos por delante del resto de instituciones. La Academia de Cine de España no cuenta ni prepara un protocolo contra los casos de acoso como tal, aunque sí con uno para prevenir y actuar en los Goya. También con un compromiso antiacoso incluido en el código ético que pide que se informe “de inmediato a las autoridades pertinentes, respetando la Academia en todo momento la confidencialidad de las denuncias, en caso de conocerlas”. “En el ámbito laboral, la Academia podrá, además, promover protocolos específicos para que sus trabajadores/as puedan presentar quejas, al igual que potenciará la investigación y sanción de este tipo de actos o de cualquier reclamación que pueda llegar a haberse presentado por este motivo”, añade el texto sin especificar ni concretar medidas de acompañamiento, asesoramiento o apoyo.

Tampoco lo tiene, de momento, la Asociación de Mujeres Cineastas, que sí que cuenta con un buzón para las víctimas. En el caso de que llegue un testimonio, “CIMA solo actúa como intermediaria”. “En la asociación no hay especialistas, que son esenciales para acompañar y proteger a las víctimas en todo el proceso. Así, a las personas que se pongan en contacto con CIMA se las remitirá a las expertas (psicólogas, abogadas…) que puedan ayudarlas”, aclaran. Ya han anunciado más medidas, tras su reunión con el Ministerio de Igualdad y el compromiso de este para realizar y financiar “el primer informe sobre violencia sexual en el cine y el audiovisual”, cuya idea es presentarlo en el próximo Festival de San Sebastián, “se trabajará más a fondo en los protocolos necesarios, entre ellos la inclusión de una cláusula en los contratos del audiovisual sobre cómo denunciar violencia sexual y abuso de poder”. “El objetivo es que sea obligatorio”, dicen con contundencia aunque son conscientes de que “en esto se tardará un poco más”.

Desde CIMA explican que en la última reunión del Observatorio de Igualdad con el ministro de Cultura “no se concretó nada”. “Se quedó en una nueva cita dentro de un mes, aproximadamente, para hablar de la unidad de atención y prevención de las violencias machistas en el sector cultural”, informan y dejan claro que las medidas deben ser únicas para el sector, por “las características especiales que tiene el cine y el audiovisual”. 

Las noticias publicadas en los últimos meses también han hecho despertar al Ministerio de Cultura, que en la gala de los Feroz anunció “una unidad de atención y prevención de las violencias machistas en el sector cultural que tendrá como principales objetivos, en primer lugar, el acompañamiento a las víctimas de violencia machista y, en segundo lugar, la realización de estudios específicos para la elaboración de protocolos y recomendaciones que den respuesta a las necesidades específicas de cada sector y organismo vinculado a la cultura”.

La Unión de Actores tiene regulado en su artículo 37 “un protocolo específico que se firmó en 2016”. Antes de la llegada del Me Too: “Es un proceso que, como primer paso, establece la separación de la persona agredida (sin que pueda sufrir menoscabo en sus funciones) y de la persona que agrede, además del seguimiento de medidas que avalan un proceso rápido y garantista que permita aplicar las sanciones específicas que se establecen en estas situaciones”. El problema es que “muchas de estas actitudes se produzcan en ámbitos no estrictamente laborales”. “Teniendo en cuenta todo esto, es ahí donde buscamos desarrollar una mayor cobertura de la normativa laboral, como puede ser una regulación de los castings o protocolos y medidas más concretas en situaciones de mayor riesgo”, dicen desde la Unión de Actores sobre los retos del futuro.

También en los rodajes

Una de los lugares que deben estar protegidos son los rodajes, y para ello las productoras también trabajan en maneras de actuar y normativas internas. Uno de los que actúa desde antes, desde la propia formación de sus equipos, es Netflix. La plataforma ofrece una formación llamada “Respect@”. “Se trata de un taller o formación que se imparte al inicio de todas las producciones para dejar claro las expectativas y los estándares de respeto que se esperan de todas las personas que trabajan en la producción. En estas sesiones, contamos con personal cualificado, normalmente un psicólogo o psicóloga que les explica y orienta sobre lo que significa un entorno seguro. Se habla de los límites del respeto, se recuerda los mecanismos de apoyo a su alcance, los canales de reporte, etc”, cuentan desde Netflix.

Entre sus mecanismos destaca la hotline, es decir, un canal interno de denuncia que “sirve para que, de forma confidencial, puedan expresar cualquier preocupación o comentar situaciones de vulnerabilidad”. “Hay unos protocolos de investigación establecidos de tal manera que el seguimiento se realiza de manera discreta y con absoluta confidencialidad”, informan sobre cómo actúan y subrayan también la importancia de “la figura del coordinador de intimidad”, que “planifica junto al elenco las escenas íntimas y las supervisa durante su filmación favoreciendo la seguridad en el set”. Una figura que se encuentra “en todas las producciones que se hicieron para la compañía en 2022”. Todas intentan crear un entorno seguro que se acelera, como explica Laia Aubià, cuando hay noticias como las que “han aparecido en la prensa”, porque funcionan “como revulsivo” y hacen que “la gente se da cuenta de la urgencia de estar preparados, no solo cuando ocurre, sino que la clave para gestionarlo es la detección y la prevención previa”.