Mary Kay Letourneau tenía 34 años en 1996. Era maestra de una clase de sexto de Primaria en Burien, Washington. Uno de sus alumnos se llamaba Vili Fualaau. Él tenía 12 años cuando ambos tuvieron su primera relación sexual. Ella se quedó embarazada y un año después fue arrestada. Pasó más de siete años en la cárcel, y fue allí donde tuvo a sus dos hijos con Fualaau. Cuando salió de prisión, contrajeron matrimonio. Ellos clamaron en entrevistas que lo suyo era una relación de amor y no un abuso a un menor por parte de una profesora. Los medios, mientras, intentaron sacar carnaza de la relación.
La historia de ambos pasó rápidamente al imaginario popular de EEUU. En múltiples series hay referencias a la pareja y se han realizado varios telefilmes que contaron su historia desde un punto de vista amarillista. Por ello sorprendió que un cineasta como Todd Haynes decidiera dirigir el guion de la debutante Samy Birch que revisitaba la popular historia. Estaba claro que en manos del autor de Carol o Lejos del cielo el morbo estaría prohibido. El resultado es Secretos de un escándalo, un filme más preocupado en cómo el juicio de la sociedad siempre es más duro para las mujeres, y sobre todo en las dinámicas de poder entre la mujer que sigue convencida de que lo suyo es una historia de amor (Julianne Moore); y una actriz que acude a la casa porque la va a interpretar en una película sobre ellos (Natalie Portman).
Hay en el filme mucho de Persona, de Ingmar Bergman. Una reflexión sobre las máscaras, sobre las relaciones y sobre la creación y la interpretación. Todo con un toque de mala leche como demuestra una escena inicial donde el uso de la música, y la interpretación de Moore coquetean directamente con lo camp. Fue la propia Natalie Portman la que le llevó el guion al director tras un intento previo de trabajar juntos que no funcionó. “Era tan inteligente, con tantas capas y tan inquietante… eso fue lo que le encantaba. Cuando empezamos a hablar sobre la película destacamos su ambigüedad moral y sus referencias al cine y a la literatura. Natalie estaba muy interesada en jugar con las expectativas del público, sobre lo que pensarían de ella haciendo de una actriz, si pensarían que ella es así. Estaba interesada de una forma pícara en fomentar esas lecturas”, explica Todd Haynes del origen del proyecto.
Secretos de un escándalo se presentó en el pasado Festival de Cannes cuando todavía no tenía distribución en EEUU. Fue Netflix la que compró la película provocando una dualidad en su estreno. En España ha llegado a las salas, mientras que allí solo ha pasado por un mínimo de cines para poder optar a los Oscar âdonde está nominada en la categoría de mejor guion originalâ y contentar a Todd Haynes, un defensor de las salas. Cuando se le pregunta por el tema recuerda que se estrenó en 25 ciudades de EEUU, lo que define como un “gran compromiso con las salas para la película” por parte de Netflix.
“Todas las películas terminarán estando en algún momento en una plataforma de streaming. Por eso, para mí, en cualquier acuerdo que hagamos con un distribuidor, un estreno en cines es esencial, y eso es lo que nos dio Netflix. De hecho, hay cines de Los Ángeles donde se ha proyectado en película de 35 milímetros, así que estamos muy satisfechos con la forma en la que han entendido la película. Me alegra que piensen que esta película tiene un valor de prestigio para su empresa y que tiene potencial comercial para ellos”, dice sobre su estreno en Netflix.
La película ha estado en todos los premios de la temporada, pero finalmente se ha quedado con una sola nominación a los Oscar. El propio Haynes reconocía hace unos meses que los premios no eran lo suyo, pero cree que “llaman la atención sobre la película y con suerte hará que la gente vaya al cine a verla”. Destaca cómo este año “ha habido grandes películas artísticas con grandes funcionamientos en salas”. Menciona el éxito en el pasado de películas extranjeras como Parásitos, pero sobre todo del fenómeno del año, el Barbenheimer: “Mi sueño sería que mi película tuviera una vida en cines muy sólida, mira lo que pasó con Barbie y Oppenheimer, y eso demuestra que el cine se ha convertido de nuevo en el sitio donde hay que ver las películas. Todos querían ir al cine a compartir el evento con sus amigos. Eso ha ayudado, porque todos pensábamos que la vida en salas estaba muriendo”.
Haynes subraya una y otra vez la ambigüedad del guion, el que “mantenga la suficiente distancia para no decirte lo que tienes que pensar”. “Te hace interrogar tu propia moral, tus actitudes ya formadas. Te hace observarlas y hace que evolucionen mientras el personaje de Natalie Portman penetra en esta zona tan protegida del mundo. Al principio piensas que su personaje es una narradora en la que puedes confiar, pero a medida que se desarrolla la historia te das cuenta de que no, que hay muchas similitudes entre estas dos mujeres, la forma en la que persiguen sus deseos y sus necesidades y la forma en la que los hombres ceden ante estos deseos”, puntualiza.
Muestra a esta familia en una fortaleza en la que se protegen del resto del mundo, en la que siguen recibiendo amenazas, y donde solo aquellos que callan o lo aceptan pueden entrar. Para Haynes era importante también mostrar a esta pareja cuando los hijos ya son adultos, ya que su mirada acaba siendo la del propio espectador juzgando aquella relación: “Antes no tenían voz sobre la forma en la que se conocieron sus padres, pero ahora sí”.
Aunque no siempre aborde el melodrama, el éxito de Lejos del cielo, que era “una meditación sobre Douglas Sirk y el melodrama clásico”, hizo que se le pusiera esa etiqueta. En Secretos de un escándalo reconoce que hay “temas del melodrama”, pero que no era su idea volver a indagar en el género. “En esta película hay un distanciamiento respecto al melodrama, y esto tiene que ver con la música, que es muy diferente a la del melodrama tradicional. Hemos usado la partitura original de Michel Legrand para El mensajero, la película de Joseph Losey de 1971 para hacer una declaración de intenciones agresiva”. Un nuevo juego de espejos en una película que está repleta de ellos y donde Todd Haynes demuestra que no hay género que se le resista y que es mucho más que el maestro del melodrama que todos claman.