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Siete clasicazos que no podrás ver en Netflix, pero sí alquilar gratis en eFilm para disfrutarlos en casa

En pleno reinado de las plataformas como HBO o Netflix, los videoclubs y los préstamos audiovisuales bibliotecarios ya pertenecen a un lejano pasado. El problema es que, a pesar del amplio catálogo de los gigantes del streaming, este resulta especialmente limitado cuando se trata de recurrir a filmografía clásica. Al cine de nuestro pasado, sin el que no entenderíamos el cine de hoy. Por eso, en los archivos de las bibliotecas se aloja un pedazo imprescindible de nuestro séptimo arte y su memoria histórica.

Salvaguardarlo es importante, y por eso ha nacido eFilm. Se trata de una plataforma online gratuita con más de 14.000 películas, series, cortos o documentales para la que solo necesitas tener el carnet de la biblioteca de tu comunidad. De momento se encuentra disponible en las siguientes: Asturias, Canarias, Cataluña, Euskadi, Madrid, Murcia y Navarra. Basta con meterse en el portal de la región correspondiente, registrarse con el usuario de la biblioteca (que suele ser el DNI sin letra para el nombre y el año de nacimiento para la contraseña), y podrás ver esa película todas las veces que quieras en un plazo de 72 horas.

Eso sí, existe un número de alquileres al mes limitado según el tipo de película. Estas se encuentran identificada según el color: azul (cinco alquileres al mes), correspondientes a documentales, series o animación infantil; naranja (tres al mes), cine nacional e internacional y una selección especial de cortos; verde y rojo (dos al mes), cine y documentales de estreno reciente o de grandes productoras; y negro (ilimitado), cine clásico y documentales.

Cabe decir que gran parte de este catálogo es procedente de Filmin, pero en este caso es cada biblioteca la responsable de sufragar los gastos del servicio. “Se trata de una iniciativa que, a nuestro entender, facilita el acceso legal a los contenidos, sin limitaciones de renta”, explicó José Antonio De Luna, cofundador de Filmin, a la página especializada en tecnología Genbeta.

Quizá su mayor problema sea el de la plataforma. Ni es tan fluida ni tan cómoda como las que estamos habituados a utilizar en otros servicios, aunque también se debe tener en cuenta la diferencia de recursos. Se trata de un hándicap que se suple con una virtud: la de su amplio catálogo. Y para muestra, un botón: recopilamos siete grandes clasicazos a los que no podemos acceder pagando nuestra cuota de Netflix, pero sí teniendo el carnet de la biblioteca.

1. 'Metrópolis' (1927)

Pocas recopilaciones de clásicos pueden quedar exentas de citar Metrópolis. La obra de Fritz Lang no solo es uno de los buques insignia del expresionismo alemán, sino también uno de los primeros hitos del séptimo arte en cuanto a producción y efectos especiales. Así lo atestiguan los 310 días y 60 noches que fueron necesarias para el rodaje del filme, cifras anecdóticas sin las comparamos con la del número de extras utilizados: 27.000 extras.

Pero el mérito de Metrópolis no se reduce a lo visual. El guion está basado en la novela homónima de Von Harbou, esposa del cineasta, y abordaba abiertamente conceptos como el de la manipulación de las masas, algo especialmente relevante en una Alemania en la que ya se fraguaba el nazismo. La ciudad neofuturista presentada, además, marcó un antes y un después en la ciencia ficción cinematográfica. La influencia del diseño de los vehículos, los edificios e incluso de esa mujer-robot llamada María impactan hasta en productos tan contemporáneos como puede ser la serie Westworld.

2. 'Popeye el marino Popeye conoce a Sindbad el marino' (1936)

Es la primera aventura de Popeye producida en Technicolor y, por tanto, el pistoletazo de partida para una serie de cortometrajes basados en el marinero que le harían convertirse en unos de los dibujos animados más populares de los años 30. Los hermanos Max y Dave Fleischer fueron en su momento los máximos competidores de Walt Disney gracias a personajes como Betty Boop, Superman o el ya mencionado Popeye, aunque al final, como sabemos, la historia acabaría con el estudio del ratón como vencedor.

3. Los cortos de Charlot

Charles Chaplin empezó a actuar, como Buster Keaton, desde edad muy temprana. A los nueve años ya estaba sobre los escenarios y a los veinticuatro conseguía su primer contrato mientras actuaba en un espectáculo ambulante. Lo descubrió Mack Sennett, que quiso que se pusiese delante de las cámaras de su productora, Keystone Studios. Durante aquella etapa rodó 35 películas, y algunas de ellas se pueden ver totalmente gratis en eFilm: es el caso de Charlot, faquín, un festival del slapstick en el que el personaje del popular vagabundo utiliza a un señor en silla de ruedas para pedir limosna y pagarse un trago.

Tras su etapa en la Kesytone, Chaplin hizo 15 películas para Essanay Studios, y después la Lone Star Studios creó la compañía Mutual Film exclusivamente para que el genio del bombín hiciese sus películas. Varios de los cortos de aquella época, ya con total libertad creativa pues ejercía de productor de sus propios filmes, también se pueden descubrir en eFilm. Destacamos Charlot en la tienda, también conocido como Charlot, encargado de bazar, en el que su personaje descubre en un local a un encargado exactamente igual que él, o Charlot noctámbulo, una divertidísima comedia muda de enredos con un borracho como una cuba como protagonista.

4. 'Dick Tracy'

El detective Dick Tracy es uno de los personajes más populares del audiovisual de ascendencia criminal. Nacido como tira de cómic de Chester Gould en 1931, este invetigador privado ha tenido multitud de adaptaciones a la gran pantalla. Especialmente popular la que se hizo en los noventa, protagonizada y dirigida por Warren Beatty con Madonna interpretando a la mítica Suspiros Mahoney.

Sin embargo, todas las adaptaciones -las hay a decenas-, descienden de una pequeña y brillantísima película que William Berke dirigió en 1945. En esta, el detective del título se enfrenta a una serie de asesinatos en los que las víctimas terminan cortadas a pedazos. Un cine negro prehistórico de pocos recursos e ilimitado ingenio.

5. 'La pequeña tienda de los horrores'

En los ochenta, Frank Oz había dirigido dos películas hoy de culto -Cristal Oscuro y Los teleñecos conquistan Manhattan- y parecía dispuesto a rubricar su firma en un tercer título que también lo fuese. Se atrevió con un remake del clásico indiscutible de Roger Corman, hablamos de La pequeña tienda de los horrores.

El resultado es una de las comedias más memorables de la década, con unos pasadísimos Rick Moranis, Ellen Greene, James Belushi o Bill Murray. También con desternillantes números musicales como aquel en el que un Steve Martin sin el pelo blanco entonaba la mejor canción de la película: la del dentista. Por cierto: se prepara un remake protagonizado por Scarlett Johansson y Taron Egerton.

6. 'El forajido'

El forajido es historia de Hollywood, se mire por donde se mire. En plena vigencia del código Hays, que censuraba todo aquel cine que no era 'moralmente aceptable' para el Partido Republicano, Howard Hughes se empeñó en desafiar los límites de la censura a través del personaje de Jane Russell en El forajido. Tanto que la película tardó tres años en estrenarse y, cuando lo hizo, fue una auténtica revolución.

Empezó a dirigirla Howard Hawks pero los problemas derivados de su producción le hicieron abandonarla para rodar El sargento York, que le iba a dar menos quebraderos de cabeza y más alegrías, pues se convertiría en un auténtico taquillazo. Hughes, por su parte, retomó su trabajo y continuó peleando contra el código Hays, hasta estrenar El forajido sin el nombre de Hawks en los créditos. No volvió a dirigir, aunque hiciese fortuna como productor hasta bien entrados los cincuenta. DiCaprio le interpretó en El aviador, el biopic que hizo Scorsese.

7. 'Dersu Uzala'

En 1905, el explorador y escritor Vladímir Arséniev tuvo que llevar a cabo numerosas expediciones por el Krai de Primorie, donde conoció a un nómada de la tribu de los hezhen (en chino) o nanái (en ruso) llamado Dersu Uzala. La amistad que les unió se convirtió en el libro homónimo que Akira Kurosawa llevó a la gran pantalla, recorriendo las mismas rutas que sus antecesores, y rodando con nativos.

Dersu Uzala es una de las películas más bellas, no ya de Kurosawa, sino del séptimo arte del pasado siglo. Un canto por el respeto a la naturaleza, lleno de quietud pero también de reflexiones sobre el lugar y el papel del ser humano en este mundo. También es la única película de Kurosawa no producida en Japón, sino en la desaparecida Unión Soviética.