Un drama social y dos originales thrillers destacan en la cartelera: 'Corpus Christi', 'Ane' y 'No matarás'
Un joven delincuente que se hace pasar por un cura, otro que tiene una noche terrible que le cambia la vida y una madre en busca de su hija adolescente: destacamos tres propuestas de la cartelera de esta semana.
Hablamos de la nueva película del realizador polaco Jan Komasa, nominada al Oscar a Mejor Película Internacional, del solvente thriller de David Victori protagonizado por Mario Casas y del rotundo debut en el largometraje de David P. Sañudo con una de las actuaciones del año de la mano de Patricia López Arnaiz.
Corpus Christi: excelente drama social sobre un quinqui convertido en sacerdote
Jan Komasa (2019) ★★★★
Daniel ha cumplido los 20 años entre rejas. Ahora está a punto de salir y quiere hacer algo con su vida. En el internado ha descubierto la fe y cuando salga quiere ser sacerdote, pero el clero polaco no aceptaría nunca a nadie con antecedentes, a nadie como él. Para evitar trabajar en un aserradero de una pequeña población rural, un día se hace pasar por cura. Pero lo que empieza siendo una pequeña tropelía, le lleva a ocuparse durante meses de unos feligreses que arrastran sus propios odios y pecados.
El realizador Jan Komasa estrena en nuestro país un filme turbio y a la vez esperanzador. Un afortunado encuentro entre el drama social sobre la posibilidad de ser mejores y el agorero discurso de quien sostiene que siempre cometeremos los mismos errores. Un filme que maneja prodigiosamente la tensión relativa al engaño: tanto al que vertebra la trama de un joven que no es quien dice ser y que corre el peligro de ser descubierto, como al autoengaño en el que viven los habitantes de una pequeña población rural, vengativa y cruel aunque se plazca de vivir pacíficamente.
Una cinta que consiguió llegar a los Oscar pero que se fue de vacío porque la estatuilla se la arrebató Bong Joon-ho con una película que, precisamente, iba sobre personas que se hacen pasar por otras personas. Corpus Christi, de hecho, dialoga con Parásitos en su sentencia sobre las máscaras sociales pero sustituye lo que en la cinta surcoreana eran ascensos y descensos en la clase social, por cercanía o alejamiento del llamado 'sendero de Dios'. Caminos que terminan, además, como empezaban: dejando a cada uno en su lugar.
Ane: la búsqueda de una hija como retrato de un conflicto generacional vasco
David P. Sañudo (2020) ★★★
Lide trabaja como guardia de seguridad en las obras del tren de alta velocidad. Tras una larga jornada de trabajo, despierta en casa y prepara el desayuno para ella y para su hija, Ane. Sin embargo, esa mañana no aparece. Empieza entonces una búsqueda en la que Lide se enfrenta a la inacción de su exmarido, la falta de comprensión de las autoridades y las ideas políticas de una generación muy distinta a las suya.
David P. Sañudo debuta en el largo con un relato sobre el mal cicatrizar de las heridas de la historia reciente del País Vasco, y la ruptura generacional de una juventud que ha crecido sin los miedos de sus mayores. Un largometraje que se podría considerar ampliación conceptual del cortometraje homónimo que el realizador presentó en 2018. Pero que además abunda en aspectos psicológicos y dramáticos que resultan del todo pertinentes en la política actual.
Una propuesta sin épica, pero construida con el nervio de un thriller con muchas preguntas y pocas respuestas que resulta especialmente brillante en su estructura: a cada paso que Lide da para acercarse a Ane, más lejos se encuentra de ella por paradójico que parezca. Ane resulta una aproximación íntima, veraz e incisiva a cierto sentir contemporáneo vasco. Una cinta de una naturalidad facilitada por un rodaje en euskera —por favor, más películas en lenguas cooficiales, gracias— del que no puede hacer gala Patria, por ejemplo. Y apuntalada por unas actuaciones medidísimas, especialmente memorable el trabajo de Patricia López Arnaiz.
No matarás: un thriller ejemplar y magnético en su apuesta formal
David Victori (2020) ★★★
Mario Casas es Dani: un joven tranquilo, se diría que apático, que trabaja en una agencia de viajes y no tiene demasiadas aspiraciones en la vida. Ha perdido a los pocos amigos que tenía tras años de dedicarse a cuidar a su padre enfermo, pero cuando este fallece, decide empezar un viaje alrededor del mundo. La noche que celebra su decisión, aún sin salir de Barcelona, conoce a Mila —interpretada por Milena Smit—, una joven tatuadora que hará que su vida dé un giro radical.
Nada en el argumento de No matarás destaca especialmente por su originalidad: noches horribles ha habido muchas en el cine, tantas que se diría que se trata de un subgénero en sí mismo. Sus giros argumentales no resultan sorprendentes y su sedimento conceptual —¿Alguien normal, en una situación límite, sería capaz de algo terrible?— no se construye con la suficiente entereza como para subsanar la suspensión de la incredulidad. De hecho se diría que las ideas y el arrojo conceptual de David Victori se encontraban mucho más presentes en la sugestiva El Pacto.
Sin embargo, lo que sorprende de No matarás es que lo dicho no importe especialmente. Tan resolutiva y rotunda es su apuesta por el thriller a contrarreloj, tan magnético su aparato formal para plasmar el descenso a los infiernos —esa cámara pegada al cogote de Casas, ese montaje que no da tregua—, que el conjunto proporciona un visionado intenso. Como si de una especie de cruce improbable entre ¡Jo, qué noche! de Scorsese y El hijo de Saúl de László Nemes se tratase.
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