Se acerca Sitges 2016 y hay que empezar a hacer planillos, quinielas y apuestas. El festival de cine fantástico más importante de Europa va a inundar desde este viernes una vez más nuestro mes de octubre así que, para orientarnos, hemos subdividido la programación en sus grandes temas. No están todas las que son, desde luego, pero estas son algunas de las cosas en las que puedes acabar siendo un experto este año.
En monstruos gigantes
O kaiju eiga, que dicen los japoneses. Desde el reciente remake norteamericano de las tropelías del Dios de los Monstruos, Godzilla, las películas de monstruos radiactivos dejando una capital de provincias hecha mistos vuelven a estar de moda. Nadie le puede quitar el trono, no obstante, al original, que vuelve a tener nacionalidad japonesa en Shin Godzilla, con un lagarto radiactivo interpretado por una persona con un traje de goma tirándose en plancha encima de maquetas, que, si se nos perdona el talibanismo, es como deben ser siempre los lagartos radiactivos gigantes.
Una mezcla de locura pop vintage y efectos de nueva generación a la que rinde tributo, muy a su manera, Colossal de Nacho Vigalondo, una especie de toma lateral de las películas de monstruos gigantes en la que Anne Hathaway tiene problemas de alcohol y descubre que, cuando se excede, un monstruo gigante revienta Seúl. Esperamos el plato fuerte habitual de Vigalondo: una reflexión sobre el lado más patético de las relaciones humanas con los mitos del cine fantástico como herramienta de contextualización.
Y si aún hay ganas de más gigantismo, Takashi Miike, el realizador más invariablemente inclasificable de todos los años, nos trae Terraformars, un delirio de ciencia-ficción futurista que en el siglo XXI enfrenta a la humanidad a una plaga de cucarachas descomunales en un planeta inhóspito.
En el oriente expreso
La facción de cine oriental que llega cada año a Sitges no decepciona: variado, para todos los gustos, con una buena cantidad de cine autoral y una igualmente atractiva sartenada de deliciosos subproductos y secuelas para muy cafeteros.
De entre la avalancha de este año destacaríamos claramente Train to Busan, del hasta ahora extraordinario animador Yeon Sang-ho, que plantea una invasión de infectados alrededor de un frenético viaje en tren por Corea.
También hay que señalar The Handmaiden (lo nuevo de Park Chan-wook, director de Old Boy, y que plantea una historia de robos domésticos en los años treinta con ribetes lésbicos y atmósfera opresiva), Antiporno y The Whispering Star (dos extremos del cine inclasificable y necesario de Sion Sono), El extraño (un thriller atmosférico de Na Hong-jin, director de The Chaser y The Yellow Sea) o The Mermaid (del genio de la comedia Stephen Chow, que vuelve por sus fueros con una película que mezcla gags tronados y emotividad máxima como solo él sabe hacer).
Three llega de la mano de otro indispensable del festival, el genio de la acción hongkonesa anfetamínima Johnnie To, y no hay que perder de vista a While the Women Are Sleeping, una inesperada adaptación de Wayne Wang de un cuento de Javier Marías.
Lo dicho: Oriente de todos los estilos y para todos los gustos.
En pasiones de baja estofa
Reconozcámoslo: Sitges es un sitio excelente para reencontrarse con películas ultraviolentas y desmadradas, para exhibiciones de sexo loco y acabados técnicos dudosos. Porque sí, Sitges son estrenos mundiales y alfombras rojas, pero también un festival por y para fans de lo raro y lo perturbador.
El paraíso de esa zona crepuscular de Sitges es, por supuesto, Brigadoon, la sección de acceso gratuito que este año cumple tres décadas y que homenajeará a nombres clave del cine fantástico como Terele Pávez, Emma Cohen, Joan Bosh y el italiano Corrado Farina.
Además de una buena cantidad de clásicos de todos ellos para acompañar los homenajes, de Baba Yaga a ¡Bruja más que bruja!, Brigadoon tiene títulos este año como Ibiza Undead, Blood on Mèliés Moon, o los jugosos documentales FantastiCozzi, Joe D’Amato Totally Uncut o Me Me Lai Bites Back.
Aun así, si el espectador más aguerrido busca platos fuertes en las secciones principales del festival, hay de todo para todos: esperamos con cierta expectación The Greasy Strangler, una epopeya ultragore que bebe de la estética y filosofía de los desmanes directos al vídeo de los años ochenta.
No hay que olvidar Phantasm Ravager, última entrega de la mítica saga de bolas volantes y apariciones de ultratumba de dos metros de Don Coscarelli. O Beyond the Gates, otra serie B protagonizada por la gran Barbara Crampton, que será homenajeada este año. O la muy peculiar The Love Witch, una de las películas de estética más intrigante del año, entre el porno de los años setenta y el cine de cultos satánicos generado por la resaca hippy.
Finalmente, The Neon Demon de Nicolas Winding Refn utiliza medios visuales de primera línea para contar una historia que es pura serie Z, con modelos infectadas por la locura de la sangre, ecos de Suspiria y mucho moderneo, en la que sin duda será una de las películas más discutidas y adoradas del año.
En el terror que va por dentro
Superada (al fin) la agotadora moda de los zombis, ya definitivamente devorada por el mainstream, nos congratulamos al comprobar que el horror cárnico más brutal está viviendo cierto resurgir. Una especie de reformulación de la Nueva Carne que con tanta fortuna desarrolló David Cronenberg en los ochenta y que ahora, entre embarazadas y cadáveres juguetones, está calando hondo en el imaginario del horror indie y extremo.
Por ejemplo, está Inside, película inaugural del festival y que reformula de la brutalísima À l’intérieur de Bustillo y Maury, y en la que una embarazada se enfrenta a una pesadilla innombrable. De acuerdo, esta producción española rodada en inglés –y dirigida por Miguel Ángel Vivas, responsable de la grandísima Secuestrados– se mueve más en las aguas del thriller que del horror puro (aunque la original francesa es, sin duda, una de las películas más aterradoras de este siglo), pero es que no es la única película de embarazadas de este año.
Mucho más rotunda parece Prevenge, por ejemplo, una demencia de Alice Lowe, coguionista de la estupenda comedia negra Turistas, en la que conoceremos a una embarazada de siete meses cuyo hijo nonato le obliga a matar, como sucedía en la inolvidable Baby Blood.
También embarazada con problemas más allá de los implícitos en su delicada condición es la protagonista de Shelley, una producción danesa en la que una madre de alquiler descubre que lo que está creciendo en su vientre crece demasiado rápido y tiene malas intenciones.
Finalmente, algo de oscuro ritual materno tiene Tenemos la carne, dirigida por Emiliano Rocha Minter. En un México apocalíptico, un inquietante dipsómano va convirtiendo una casa en un vientre materno mientras que dos hermanos recién llegados se inician en una estrafalaria relación íntima.
Pero no todos los dislates neocárnicos pueden entenderse con severas reflexiones sobre la maternidad. La infinitamente más ligera Swiss Army Man, una de las sensaciones indies del año gracias a sus premios en Sundance está protagonizada por un cadáver al que da no-vida Daniel Radcliffe, flatulento y putrefacto, y única compañía de un náufrago necesitado de cariño.