Los años nuevos ha conseguido convertirse en una de las series de la temporada. Lo ha hecho con su retrato generacional sobre una pareja a la que la vida les pasa por encima. Cada uno de sus diez episodios plasman la última noche de uno de los diez años de relación de Óscar y Ana, a los que dan vida de forma sobresaliente Iria del Río y Francesco Carril. El auge y la caída de una relación marcada por la ausencia de trabajo, la rutina, las amistades que van y vienen… todo en una propuesta marcada por el realismo de sus guiones y su puesta en escena.
Esa era la intención del proyecto creado por Paula Fabra y Sara Cano junto a Rodrigo Sorogoyen. El cineasta vuelve a demostrar, con su segunda serie tras Antidisturbios, que es uno de los directores más inteligentes y con más olfato del panorama actual. Junto Fabra y Cano han emocionado y retratado a millones de (ya no tan) jóvenes. Sorogoyen se ha encargado, además, de la dirección de cuatro de los diez episodios -para los otros ha contado con Sandra Romero y David Martín de los Santos-.
Mientras prepara su nueva película âcon Javier Bardem y Victoria Luengo como protagonistasâ, Sorogoyen abre las puertas de su productora, Caballo Films, para radiografiar cuatro escenas fundamentales de Los años nuevos para elDiario.es.
El primer polvo (Episodio 1)
¿Cómo se rueda una escena de sexo en 2024? Los años nuevos ha mostrado cómo retratar los momentos íntimos con realismo y crudeza, pero también con inteligencia. Sin morbo ni sexualización de ninguno de los personajes. Sorogoyen la definió como “el primer hito difícil” de la serie“. Un momento importante para los actores, porque ”hacer una escena de cama siempre es difícil y delicado“. Se le dedicó ”muchas pensadas“ y por supuesto tener ”mucha delicadeza“.
Divide entre dos retos, el actoral y el técnico. En el actoral se logró esa complicidad gracias a “ensayar mucho” y crear “un ambiente de respeto y seguridad para los actores” para lograr que “el espectador se crea que está ahí”. Hubo que encontrar el equilibro entre la libertad para improvisar, sin perder la coreografía ensayada. El propio Sorogoyen confiesa que él participó en los ensayos mostrando con su pareja, que trabajaba en la serie diciendo dónde colocar la mano o cómo colocarse.
Con un equipo reducido del equipo se llegó al rodaje. Prometió que solo se haría una toma, ya que es “un plano larguísimo” que encajaba con la dirección del tema de Nacho Vegas que suena de fondo -pero finalmente fueron dos porque la primera no funcionó-. La apuesta era que “la cámara no estuviera encima de ellos”. Por ello se utilizó “una óptica un poco más teleobjetivo en vez de angular, para que aunque la cámara esté lejos se estuviera cerca de ellos”. “Para mí simbolizaba el acercarse a la intimidad de ellos, a la esencia de ellos. Mostrar un sexo lúdico, pero también que fuera algo muy intenso y muy emocional”, añade y define la escena como “elegante, sin enseñar nada, enseñando los cuerpos como son pero sin ensañar partes que se puedan erotizar o pornografiar”.
La pareja se estanca (Episodio 5)
El episodio cinco, “el de Berlín”, como le llaman los espectadores, es un episodio bisagra para la serie. Es el último de la primera parte, y es en donde la relación sufre un punto de inflexión. Es el fin de la montaña rusa, el estancamiento de la pareja, y por ello Sorogoyen optó por una decisión visual que mostrara ese estancamiento, algo que cree que es “atrevido a la par que sencillísimo”. “Quería contar con la cámara y la puesta en escena ese momento suyo”, explica.
Para ello rodaron con solo una lente, cuando normalmente se suelen usar varias dependiendo de lo que quieran enfocar. Aquí la norma obligatoria era solo usar una misma óptica, “clásica, neutral, que no enfatizara nada”, y la otra regla era no mover la cámara. Muchos dirán que la cámara sí que se mueve en el episodio, pero el cineasta explica que lo hace siempre fijada a un trípode que sigue a los personajes con una panorámica. No hay travelling, ni cámara en mano ni ningún exceso de virtuosismo. Esto fue especialmente complicado en la larga escena de la discoteca. Donde la cámara siempre está pegada al trípode, y llega a su cenit en el plano fijo del final, una discusión que sirve de final de la relación y de la primera parte.
Un juego de espejos (Episodios 6 y 7)
Sorogoyen planteó en la serie varios momentos que dialogan entre ellos y que se encuentran episodios diferentes. Ya sea narrativamente o en su puesta en escena, uno remite al otro de forma indudable. Para el director, uno de los más emotivos son los que define como “capítulos espejo”. Son el 6 y el 7. El primero cuenta la navidad de la pandemia a través de Óscar (Francesco Carril). Es la primera vez que la serie les separa y que el punto de vista es solo el de uno de los dos personajes.
Pero junto a las cocreadoras de la ficción, pensó que “estábamos obligados a que ambos aparecieran en la vida del otro de alguna manera”. No sabían cómo hasta que decidieron que fueran en dos ensoñaciones. Ana (Iria del Río), aparece en el episodio seis. Al revés, en el siete, en el que vemos a Ana en su vida en Lyon, sola, Óscar aparece de repente cuando se le cae la comida. Sorogoyen cuenta que Iria del Río no sabía que Francesco Carril iba a aparecer en ese momento, uno de los juegos que le gusta plantear a los actores para sorprenderles. Por tanto, la reacción de la actriz es auténtica al ver a su compañero en una escena que también fue un punto de inflexión visual, ya que dejaron de usar “ópticas teleobjetivas para empezar a utilizar ópticas más abiertas porque ellos ya están, simbólicamente, más abiertos al mundo”.
Principio y final (episodios 1 y 10)
Otro juego de espejos es el que une el final del primer episodio y el final definitivo, el del capítulo diez, que culmina en un increíble plano secuencia que cuadra a la perfección con la tensión de los últimos momentos que parece que esa pareja van a vivir juntos. Como recuerda Sorogoyen ây elDiario.es estuvo en ese rodaje para confirmarloâ, no tenía claro cómo terminarlo el día antes de comenzar a rodar. El plano secuencia le obligaba a acabar con el rostro de uno u otro, o ambos en un escorzo extraño.
Sorogoyen pensó esa noche cómo podía solucionar ese entuerto, y pensó romper el plano secuencia. Lo hace con dos planos cortos, frontales, de los rostros de Óscar y Ana. Pensando en ese final se acordó del final del episodio 1. “Acaba muy parecido y dije, vamos a hacer justo lo contrario’. Así, mientras que en uno de ellos se dan dos besos y se separan. Ahora es casi opuesto. Se ven desde la lejanía y se acercan en dirección: ”Hacia nosotros o hacia ellos“.