“Me inspira la idea que en el pasado tenían acerca del futuro”
Tom Gauld lleva once años dibujando un chiste semanal para The Guardian sobre los temas más diversos. También hace ilustraciones entrañablemente satíricas sobre ciencia para New Scientist y colabora con The New Yorker entre muchos otros medios. Toda esta obra, así como sus incursiones en la novela gráfica con Goliat y el recién publicado en nuestro idioma Un policía en la Luna, está vertebrada por un peculiar humor triste y silencioso, afín a su personalísimo estilo gráfico, meditabundo e inexpresivo.
En Un policía en la Luna, publicado por Salamandra, saca lustre a una devoción por los géneros populares que ya marcan todas sus colaboraciones periodísticas (y que aquí vimos parcialmente recopiladas en Todo el mundo tiene envidia de mi mochila voladora). Nos sentamos con él para conversar sobre las influencias que puntúan su obra y su método de trabajo.
¿De dónde sale la idea de Un policía en la Luna?Un policía en la Luna
Me encantan las historias de ciencia ficción. Siempre las he leído y he visto películas del género. Quería hacer una propia, pero me llevó bastante tiempo encontrar una historia que me interesara y que me permitiera jugar con los tópicos del género. La idea me llegó cuando me topé en Internet con un juguete de metal de los sesenta, un coche con una pequeña cúpula de metal por encima, y que llevaba dentro algo que parecía un astronauta o un robot.
Me hizo pensar en la época en la que la gente creía que acabaríamos viviendo en la Luna y que la sociedad que habría allí sería tan compleja que necesitaríamos una fuerza policial. No creo que fuera una cosa solo de niños, creo que la gente pensaba eso de verdad. En la caja del juguete se veía al coche avanzando por un paraje Lunar completamente vacío, sin sociedad, solo este coche. Eso fue lo que me dio la idea, contraponiendo la frenética concepción de la carrera espacial con una Luna medio vacía que me llegaba directamente desde los setenta.
Está claro que la cultura de la ciencia ficción es muy importante para entender Un policía en la Luna. ¿Qué clásicos del género le han influido?Un policía en la Luna
La historia es nostálgica de la idea que en el pasado había acerca del futuro. Me encanta 2001: Una odisea en el espacio de Stanley Kubrick, y me encanta que esté tan maravillosamente realizada, pero que a la vez fallara en todo. Lo que muestra la película no se parece en nada a cómo era la vida en el año 2001. Y a pesar de ello es tan perfecta que te la crees y, vista ahora, tiene esa tristeza de que no hemos conseguido organizar vuelos turísticos a la Luna. Y también me gusta la ciencia ficción más tontorrona de cuando era niño: Star Wars, por ejemplo. El robot inútil que aparece en Un policía en la Luna está claramente inspirado en los de Star Wars.
También hay influencias de cierto cine de ciencia ficción de los años setenta, menos espectacular que Star Wars y compañía, y que muestra a los astronautas como trabajadores mucho más mundanos, menos sofisticados y aventureros.
Pienso en películas como Alien o Atmósfera Cero que posiblemente me han influenciado también, sí. En Alien hay menos de ese sueño con el espacio, la carrera espacial se convierte en otra cosa, y quizás mi personaje, Moon Cop, está al borde de perder ese sueño.
¿Cómo funciona su método de trabajo?
Todo lo que hago empieza en mi libreta de notas. Sea un chiste para The Guardian o una novela gráfica, todo empieza conmigo haciendo bocetos sin demasiado sentido y tomando un café. Me gusta trabajar con la libreta tanto tiempo como puedo, para juguetear con la idea.
Cuando tengo algo que me parece suficientemente bueno, lo dibujo a lápiz en mi estudio, hasta que lo dejo bastante acabado. Lo entinto meticulosamente para darle esta apariencia propia de punto de cruz tan personal y lo coloreo con el ordenador. Uso el ordenador, pero solo en la fase final y para colorear.
¿Qué otros artistas tiene como referentes en su estilo?
Cosas muy diferentes, algunas de mis lecturas incluso salen a flote en los momentos más inesperados. Cuando era joven estaba muy influido por los chistes de Gary Larson, me encanta el humor raro que hacía en The Far Side. También Edward Gorey, que hacía estos pequeños libros macabros, cada uno como una ventana a su mente. De los actuales me encantan Daniel Clowes y Chris Ware.
En muchos de ellos se detecta una de sus características más significativas: los constantes silencios en los que se ven envueltos los personajes.
Algunas ideas vienen a mí como ideas de texto: frases, juegos de palabras, y lo que tengo que pensar es cómo convertirlas en imágenes. Pero hay otras más visuales. Con Un policía en la Luna, en algunas de las escenas imaginaba los diálogos antes de visualizar qué aspecto tenían. Sin embargo, en otras, la secuencia no iba acerca de los diálogos, sino de los sentimientos, la atmósfera, las imágenes, y tenía que añadir el diálogo después. Quería sentir lo que mi protagonista está sintiendo, pero no tener que decir al lector qué sentir. Me gusta de los cómics mudos que presentan al personaje con pocas pistas acerca de sus sentimientos, el lector tiene que averiguarlo sin necesidad de que yo, el autor, se lo explique.
Lleva once años dibujando un chiste semanal para The Guardian. ¿Cómo funciona el proceso de elaboración de esta colaboración?
El chiste aparece en la sección de reseñas, en el apartado de cartas de los lectores, y tiene el mismo tema que la carta destacada del número. El periódico me da siempre un tema, que puede ser la ciencia ficción o Jane Austen o el Brexit. Me gusta que me den ese tema porque así no tengo todos los temas del mundo ante mí, ya sé de qué tengo que hablar. A partir de ahí tengo un par de días para hacerlo.
¿Qué diferencias hay entre una colaboración inmediata como esa y un cómic más trabajado?
Lo dibujo igual, y todo empieza del mismo modo, con dibujos en mi libreta de notas. Pero con cómics como Un policía en la Luna pasan varios meses en los que me limito a dejar pasar el tiempo con la idea en mi cabeza, pensando sobre ello, no necesariamente escribiendo o dibujando mucho, sino simplemente imaginando qué pasaría si viviéramos en la Luna, qué aspecto tendrían las puertas o cómo haríamos la colada. Hay una fase de meditar sobre ello mucho más larga, así como de planear, estructurar y editar la historia. Me gusta que haya más espacio para contar la historia, pero eso hace que tengas que reflexionar bien acerca de cada aspecto y de cómo contarla.