'VIP', un tebeo que viene del futuro
Felipe Almendros acaba de irse del hogar familiar en la periferia de Barcelona porque le ha salido un trabajo de cartero en el centro. Ha alquilado una habitación barata en la zona alta, anexa a un extraño club nocturno donde se hace difícil dormir, y tal vez por eso sus jornadas diurnas van a estar llenas de ensoñaciones en las que se reinventará como estrella del rock. Un día, al subir un paquete, se va a encoñar con la destinataria, mientras en otras coordenadas, alguien que ha leído su anterior tebeo va a emprender la búsqueda del autor para transmitirle sus impresiones.
Felipe Almendros (Badalona, 1976) es un gato triste y azul en la reunión de perros verdes del cómic. Un dibujante que ha escogido la historieta como medio de expresión pero que a la hora de ejercer va a la suya, mantiene un perfil bajo y se encuentra así protegido de los lugares comunes. En su nuevo libro, el cuarto tras Pony Boy, S.O.S. y R.I.P., vuelve a practicar la autobiografía, entendido el género no como ejercicio de memoria sino como fantasía cósmica y exploración de adentros, como territorio inhóspito del que extraer nuevas inspiraciones.
El triunfo de la intimidad
En VIP varios personajes evolucionan cada uno en su plano del poliedro, afectándose mutuamente para, en cierto punto, confluir en la resolución de una misma historia. De algún modo todos pueden entenderse como esquejes de Almendros, que a lo largo de estas casi quinientas páginas viaja en el tiempo y –literalmente- en el espacio para conquistar su identidad artística.
El autor aborda de nuevo su circunstancia vital, en la que se han dado episodios muy duros de depresión, ansiedad y otras enfermedades próximas, pero evita tratarla como lamento o exhibicionismo y se propone superarla, un fin que le requerirá superarse también en lo creativo. En su autoficción, incorpora el hecho de estar dibujando tebeos, retrata la sorpresa de estar afectando con ellos a desconocidos afines y todo esto lo cuenta proponiendo nuevos caminos para un género, el autobiográfico, que en el cómic había llegado a ponerse muy pesadito.
El resultado es un drama leve y costumbrista con dejes de autoayuda, de una introspección brutal y algo aturdida, con más de aprendizaje que de enseñanza y de un optimismo atroz pero no siempre convencido, por ello es más fiable como terapia. VIP es un tebeo terso y mudo hasta que deja de serlo por exigencias del guión, excesivo y lleno de sorpresas gráficas que cuentan pasajes en tres dimensiones (se incluyen gafas al efecto), una experiencia que, como la vida misma, suele ser más ilusionante que efectiva.
Luz y color
Está aquello de Picasso de que volver a dibujar como un niño lleva toda la vida, o lo de Miles Davis sobre la enorme cantidad de tiempo que cuesta llegar a sonar a uno mismo. Almendros, con formación en Artes y Oficios, trabaja en esa dirección: tras haberse hecho con el dominio de las técnicas ahora se propone sacudírselas con el fin de dejar algo al descubierto, se rebela para revelarse.
Para ello coquetea con su insignificancia desde la misma cubierta del cómic, que emula las formas de una revista mamarracha y lleva por título el acrónimo de “Very Important Person” que en realidad está apelando a la “Very Important People” que le rodea y conforma su entorno de protección. El rostro de portada es un retrato del autor con peinado mullet, sombra azul y en la frente pintada una picha. Pintar una picha es el descuido espontáneo de quien toma un lápiz por primera vez, pero en este caso figura un tercer ojo en este Bowie de pacotilla, de nombre artístico Philip Almonds, un artista en construcción que ya ha grabado su propio EP, un cedé adjunto a esta primera edición donde el autor ofrece cinco temazos desmayados que recogen chistes de parvulario.
VIP no se lee solo. No es que le requiera ningún esfuerzo al lector pero sí le pide un poco de gimnasia sueca. Se trata de un tebeo sin ironías, moderno, cautivador y sentimental que los hipsters no van a entender, más que nada porque es un producto auténtico.