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Cuando la culpa es del perro

Kummer

Lucía Lijtmaer

Uno de los principales papeles que cumple el periodismo, según su acepción más tradicional, es el de vigilante de las instituciones. A esto, en inglés se le llama “watchdog”, es decir, literalmente “perro guardián”. En los últimos días, Rolling Stone saltó a la palestra precisamente porque se establecieron dudas sobre el testimonio de una supuesta víctima de violación en el campus de la Universidad de Virginia. Al no ser capaz de argumentar la veracidad del testimonio -porque no se había contrastado la información adecuadamente- la revista emitió un comunicado estableciendo su falta de confianza en ese testimonio. La jugada resultó turbia para todas las partes: víctima, fuentes y, especialmente, el público, que entendió que lo que estaba en duda no eran necesariamente los aspectos técnicos del testimonio sino la falta de protocolos periodísticos establecidos por la revista.

Este no es el primer caso en el que la credibilidad de un medio es puesta en entredicho por fallos a la hora de transmitir una información veraz. La verificación de hechos o de datos, un elemento básico dentro de la mecánica del periodismo de investigación, puede flaquear en varios de sus eslabones, ya sea por inoperancia del periodista, como es el caso de Rolling Stone, o de manera premeditada, como es el caso de la fabricación de datos o declaraciones en los fraudes periodísticos. Recopilamos aquí algunos de los casos más sonados de la historia:

Cómo escalar puestos con titulares magníficos

Jayson Blair tenía una carrera prometedora. Había sido editor jefe del periódico estudiantil de su facultad, The Diamondback, y consiguió una beca de verano en The New York Times, donde hizo suficientes méritos para que le ofrecieran quedarse. Tras un par de años de trabajo como reportero, su antigua compañera Macarena Hernandez leyó una pieza escrita por él sobre la madre de un soldado desaparecido en Irak y la reconoció inmediatamente: los detalles eran todos exactos a un artículo suyo para el periódico Sant Antonio Express News.

Comenzaban así a saltar las alarmas: durante los dos años anteriores Blair se había saltado a la torera la confianza depositada en el trabajo de un periodista y había inventado hasta la mitad de sus noticias. Partiendo de notas de prensa, declaraciones televisivas o refritos de otros periódicos, había inventado la existencia de fuentes anónimas, testimonios falsos e incluso había firmado desde países a los que no había viajado. La comisión de investigación dentro del periódico admitió que había desoído las quejas de antiguos compañeros de Blair ya en The Diamondback, donde la fiabilidad de su información había sido puesta en entredicho en al menos cuatro ocasiones.

La cita fabricada

Entre 2002 y 2007 circuló por innumerables medios una cita atribuida a Ariel Sharon durante una entrevista en 1956 con el general israelí Ouze Merham. En la entrevista, Sharon rememoraba la crisis de Suez y abogaba por violar a las mujeres árabes y palestinas, que debían ser “sometidas como esclavas al hombre judío”. Se jactaba, además, de haber matado a 750 palestinos de una sola vez en Rafah. El origen de la cita, la entrevista e incluso el supuesto general no pudieron ser localizados en ningún medio escrito de la época -o de cualquier otra-, lo cual no impidió que fuera publicada como tal en diversos medios árabes y estadounidenses.

El protagonista inexistente

En 1980 Janet Cooke conmocionó a la ciudad de Washington con el dramático relato de Jimmy, un niño heroinómano de ocho años que sufría el síndrome de abstinencia en un gueto de la ciudad. La historia tocó las conciencias de los ciudadanos y de su alcalde, Marion Barry, y se inició una búsqueda en coordinación con los servicios sociales para encontrar a Jimmy, sin éxito.

Presionada para que diera más detalles, Cooke afirmó que el niño estaba primero bajo tratamiento de desintoxicación, y después que había fallecido. Pese a que en la redacción se dudó de su veracidad, el reportaje de Cooke se presentó a los prestigiosos premios Pulitzer y ganó en la categoría de mejor reportaje. Las dudas se hicieron más fuertes cuando se comprobó que Cooke había mentido en sus credenciales académicas y profesionales con anterioridad. Finalmente, confesó que había inventado toda la historia.

Los famosos que lo cuentan todo

El periodista suizo Tom Kummer era conocido por sus entrevistas con las celebridades de Hollywood. No importaba lo que hiciera falta, Kummer lo conseguía. La declaración más irreverente, la confesión más sonada, la intimidad más impúdica. En los noventa, el reportero era el rey en los medios Der Spiegel, Stern o Frankfurter Allgemeine Zeitung. Cuando un periodista de la revista Focus comenzó a sospechar del acceso ilimitado que parecían concederle los publicistas de estrellas generalmente mucho más reservadas, saltó el escándalo: Kummer había falseado muchas declaraciones, cuando no directamente inventado los encuentros con varios personajes. A día de hoy, no ha reconocido su falta, sino que lo ha calificado de “periodismo ensamblado”, ya que, según él, “los famosos nunca dicen nada interesante”.

Cuando el problema es el tratamiento

En marzo de 2011 la edición estadounidense de la revista Vogue publicó un perfil de Asma al-Asad escrito por la periodista Joan Juliet Buck. En él, se describía a la mujer del presidente sirio Bashar al-Asad como una “joven, glamurosa y chic” primera dama, y se describía a toda la familia Asad como parte de un régimen tolerante y pacífico.

La sorpresa resultó mayúscula teniendo en cuenta los recientes abusos de poder y la represión que habían sufrido los manifestantes sirios que exigían el aumento de libertades políticas y civiles. Pese al preciado acceso que la periodista había tenido a la intimidad de Bashar y Asma al-Asad, la única referencia a las elecciones presidenciales no señalaban, por ejemplo, que al-Asad había sido el único candidato. Tras las sonadas críticas que el artículo tuvo en The Atlantic y The Washington Post, Buck confesó que no había querido darle ese tratamiento al tema, y que había sido presionada por la revista. El artículo fue retirado de la web poco después, para ser recuperado por Gawker en 2013.

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