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David Trueba asegura que “la gente se tiene que mezclar” en la vida, en la cama, y en el oficio

David Trueba asegura que "la gente se tiene que mezclar" en la vida, en la cama, y en el oficio

EFE

Barcelona —

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Siete años después de la novela “Saber perder”, el escritor y cineasta David Trueba presenta su nuevo título literario, “Blitz”, una suerte de tragicomedia romántica, de la que subyace una reflexión sobre el discurrir del tiempo y en la que también queda claro que “la gente se tiene que mezclar”.

Junto al editor de Anagrama, Jorge Herralde, Trueba (Madrid, 1969) ha defendido hoy que las personas deben “mezclarse en la vida, en la cama, en el oficio para intentar integrar todas las variantes que existen” y ha sentenciado que lo peor son los departamentos estancos. “Ese mundo me parece repugnante”, ha sostenido.

En “Blitz”, el lector conocerá a Beto, un arquitecto paisajista en la treintena, quien desde su Madrid natal acudirá a un congreso en la alemana Múnich, junto a su compañera, Marta, aunque acabará solo, con una maleta de ruedas por las calles de la capital bávara y un teléfono móvil sin batería.

Sin embargo, en ese momento aparecerá Helga, una voluntaria del congreso, ya en la sesentena, divorciada y con una casa en Mallorca, que contribuirá a que el joven pueda afrontar sus nuevos cambios vitales.

David Trueba, contento de poder combinar cine y literatura, porque eso le permite “recuperar siempre el entusiasmo de la primera vez”, ha reconocido que muchos de sus lectores interpretan a sus personajes como si él hablara por su boca, pero ha dejado claro que son creaciones literarias, en las que sí hay algo de él y con las que quiere “generar cierta polémica entre ellas”.

“Pretendo -ha proseguido- mostrar esa verdad que siempre intentamos negar y que es que otras personas puedan pensar distinto de nosotros, cuando la mayor virtud de la vida es que exista el desacuerdo, porque eso te obliga a replantearte todo”.

Por otra parte, no esconde que le gusta que los personajes “se expongan a ser mirados como a través de una urna transparente y que, de repente, el lector esté dentro con ellos”.

Sin olvidar nunca su particular sentido del humor y la mirada a los pequeños detalles, Trueba tampoco ha obviado que en esta ocasión el libro “provoca muchas preguntas personales, lo que es bueno”.

Respecto al título, que significa “relámpago” en alemán, ha dicho que nunca le ha gustado la literatura “hecha de generalizaciones”, porque prefiere la que “lo deshace todo en un momento y luego estalla para el lector en una verdad universal”.

Además, ha indicado que del recuento de una vida “sólo quedan unos relámpagos, y un relámpago es también el origen de la vida; del relámpago salimos de la oscuridad”.

Sobre las escenas sexuales que plasma, ha aseverado que siempre trata “de que tengan algo que las haga particulares y no generales”.

Tampoco le gustan conceptos como el de “gente”, que partidos políticos como Podemos, ahora utilizan mucho. “La gente -ha apuntado- no existe; existen las individualidades, las personas con intereses individuales. Cuando sumas, es apelando a la individualidad, no al grupo”.

Por otra parte, ha mantenido que en esta novela, que contiene ilustraciones que ayudan a comprender mejor al personaje de Beto, más que “una historia de amor, hay una historia de amistad, de refugio, de orfandad”.

Asimismo, el lector podrá deducir que “ninguna edad es la perfecta, todas son la edad, la que tienes, ni peor ni mejor, aunque el mayor error es no aceptar la que tienes”, ha apostillado.

Respecto a futuros proyectos, David Trueba ha avanzado que tiene una novela “castigada” en un cajón y que, quizá como ya le ocurrió con “Abierto toda la noche”, que guardó dos años en una carpeta, la acabe sacando algún día y dándole forma.

Seguramente, seguirá su filosofía de que es necesario el reposo para mirar, para escuchar, para ver, para fijarse en los pequeños detalles.

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