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“Demonios literarios”, la “intensa y pasional” novela póstuma de Ana María Matute
“Algunas noches el Coronel oía llorar a un niño en la oscuridad. Al principio se preguntaba quién sería, puesto que hacía muchos años que en la casa no vivía ningún niño...”, así comienza “Demonios familiares”, la novela póstuma de Ana María Matute, que saldrá a la calle el 23 de septiembre.
“Solo quedaba, en la mesilla de noche de Madre, una fotografía sepia, una sonrisa transparente y errática -quién sabía ya si de Madre o del niño-, flotando en la noche, como una luciérnaga alada”, continúa el arranque de la primera página de esta novela “dura, intensa y muy pasional”, según explica a Efe la editora de Destino, Silvia Sesé.
Y prosigue: “Ahora sus recuerdos, incluso los tenebrosos fantasmas de la campaña de África, se parecían cada día más a desperdicios, lo que queda, migas de pan en el mantel, de un antiguo festín. Pero su memoria recuperaba una y otra vez la imagen de Fermín, su hermano mayor”.
“Encerrado en su marco de terciopelo malva, vestido de marinero, apoyado en un aro de madera, y siempre niño. Como un fantasma recurrente -«qué raro, es mi hermano mayor, pero yo tengo más años que él»-, persistía allí, nadie lo había quitado de la mesilla, ni aun cuando Madre ya no estaba, hacía años que él se había casado, había nacido su hija, y Herminia, su mujer, había muerto”.
Este es el principio de “Demonios familiares”, la novela que obsesionaba a Ana María Matute en sus últimos tiempos, incluso hasta en el hospital de Barcelona, donde pasó los últimos días ingresada por una insuficiencia cardiaca, según recuerda a Sesé.
La novela estaba entregada, pero quedaban algunos flecos finales por corregir.
“Estuvo trabajando en ella dos años, pero llevaba mucho tiempo con ella y sus personajes en la cabeza. Estaba todo el tiempo haciendo revisiones, porque era meticulosa y perfeccionista hasta el máximo. Tenía un don especial para ver lo que casi no veía nadie y corregía y corregía”, subraya su editora.
Se trata, en opinión de Sesé, de una novela dura, intensa, muy pasional y tiene algo diferente y es que no está centrada en la infancia, como en sus últimos trabajos.
La protagonista es una mujer joven que se encuentra en un momento de contradicciones psicológicas por su sentimientos al despertar a la vida. Situada en 1938, en una ciudad castellana, a pesar de tener el contexto de guerra civil, éste no es lo importante, aunque es el telón de fondo.
“Lo importante, el foco, subraya la editora, está en las contradicciones morales y pasionales que pueden rodear a los hombres. Ana María indaga en la parte más oscura del ser humano, en lo más oscuro de la condición humana”, recalca.
Y es que a Ana María Matute, cuya principal característica fue ser una buena persona, siempre le preocupaba el ser humano: “El mundo está tan desquiciado hoy como cuando tenía 14 años. Las formas cambian, pero no el egoísmo y la intolerancia. Todo eso es igual que cuando empecé a vivir”, decía en una entrevista con Efe.
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