La periodista Numa Sadoul entrevistó a algunos de los caricaturistas más mordaces de Francia, tres de ellos, Cabu, Charb y Wolinski, asesinados en la masacre de “Charlie Hebdo”, por lo que esta colección de entrevistas se publica ahora como homenaje: “Yo soy Charlie Hebdo. Los dibujantes hablan”.
La malagueña editorial Confluencias publica en España este volumen de 300 páginas que, junto a las preguntas de Sadoul, las respuestas de los ocho dibujantes seleccionados y algunas de sus viñetas y caricaturas, no deja de ser un libro de humor, porque llenas de humor, de ironía y de inteligencia están las respuestas que los dibujantes de fueron dando a la periodista acerca de su trabajo.
Honoré y Tignous fueron los otros dos dibujantes que fueron asesinados el pasado 7 de enero, el día de la puesta a la venta del número 1.177 de “Charlie Hebdo”.
Jean “Cabu”, Stephane Charbonnier “Charb” y Georges Wolinski “Wolinski”, comparten estas páginas con Pierre Kroll “Kroll”, Renald Luzier “Luz”, René Pétillon “Pétillon”, Maurice Sinet “Siné” y Bernhard Willem Holtrop “Willem”.
El escritor y corresponsal español en París Juan Pedro Quiñonero es el autor de la introducción de la edición española, en la que relata cómo transcurrieron las amargas horas de los atentados en la capital francesa -“diecisiete personas fueron asesinadas por tres criminales, abatidos a tiros por las fuerzas de seguridad al tercer día de la ensangrentada crisis”-.
Quiñonero repasa igualmente las declaraciones que sobre estos hechos efectuaron algunos de los principales intelectuales franceses, como el Nobel Jean-Marie Gustave Le Clezio, los filósofos Remi Brague, André Glucksmann, Nathalie Sathou-Lajus, la novelista Christine Angot y el ensayista Alain Finkielkraut, entre otros.
“Comprendíamos el miedo que la amenaza islámica generaba, conocíamos la entereza burlona de los que no se dejaron amedrentar, pero ¡qué extraño resulta pensar que los más valientes fueran esos tipos tan poco marciales!”, declaran los editores de Confluencias en las tapas de “Los dibujantes hablan”.
El director de Confluencias, Javier Fornieles, ha dicho a Efe que esta edición de “Yo soy Charlie. Los dibujantes hablan” ha sido “un parto natural”.
“Asesinados unos dibujantes, de aquí o de allá, que osan parodiar el fanatismo, como lo hicieran el propio Chaplin o Benigni con Hitler y el nazismo, lo menos que se podía concebir era llevar a cabo un cambio de guardia; pero en España la gente se manifiesta con mayor insistencia en defensa de Excalibur, el perro con riesgo de ébola, que en defensa de los dibujantes que se encaran a los fanáticos con su estuche de lápices”, ha añadido.
Según Fornieles, “con la portada de 'Luz', 'Tout est pardonné', Charlie Hebdo -en el primer número tras el atentado- dio una lección al mundo que no creo que tenga muchos antecedentes ni que tampoco se repita con frecuencia; señalada la víbora fanática -lo de las viñetas es una pura excusa-, ensangrentada la redacción, rotos los lápices, asesinados tus colegas, una única respuesta: una lágrima de Mahoma”.
“Porque es el propio profeta, y todos los profetas, es la propia religión la que padece a los fanáticos que le muerden el hígado en su beneficio”, ha añadido Fornieles.
“La religión musulmana prohíbe la figuración de Mahoma, lo cual es muy respetable; también prohíbe la carne de cerdo y beber alcohol; estupendo; los cristianos tienen sus ritos, los judíos también; seguro que los budistas practican con sus creencias; ¿pero eso obliga a los que no profesan esa religión a cumplirlos? Entonces, ¿no podemos comer morcilla? ¿Se acabaron las cañas? ¿Pasamos nuestro día de descanso al sábado?”, ha concluido el editor.
A la pregunta de si consideró no publicar el libro en España por miedo a represalias, Fornieles ha contestado: “Lo piensas; dónde te metes y si te corresponde a ti hacerlo, pero por encima de eso preferimos dar un paso al frente con todas sus consecuencias”. Alfredo Valenzuela