“El chico de la flecha”, segunda novela juvenil de Espido Freire (Bilbao, 1974), pretende ser una excusa para acercar la historia clásica a los niños contemporáneos a través de las vicisitudes de Marco, un niño de 12 años en la Emérita Augusta del siglo I después de Cristo.
El libro, que se presenta esta noche en el Museo Nacional de Arte Romano, cuenta la historia de un niño, que puede ser la de cualquier otro de su edad, pero en una época marcada por situaciones como la existencia de hombres libres y esclavos, según ha explicado a Efe la escritora, que señala que quiere dirigir a sus jóvenes lectores hacia la importancia de tomar buenas decisiones.
“Yo no intento darle sesgo al libro, sino decirle a los que lo lean qué le ocurre al protagonista en función de decisiones que toma, que nada es blanco o negro, que todo tiene matices y que él con doce o trece años ya pueda entender esto y dar una opinión”, ha señalado.
Asegura que en ningún momento pretende dar “moralejas”, porque las odia con toda su alma desde que era niña, ya que pensaba que le tomaban “por tonta” cuando se las daban, algo que le sigue ocurriendo de adulta, aunque “ahora ya no son moralejas, sino consignas”.
Espido Freire pretende con este libro ayudar a enseñar a los jóvenes a ser responsables de sus decisiones “y que estas no partan únicamente de un impulso, sino de cierta reflexión y que es importante un respeto hacia los demás”.
Como ejemplo, relata que el protagonista, que a primera vista ha tenido mala suerte en la vida, ya que perdió a sus padres y vive con unos tutores y una hermana pequeña “que es un incordio”, tiene como mejor amigo “a su esclavo, que le pertenece”.
A su juicio, este hecho hace ver la realidad de una manera distinta: entre la libertad y la privación de ella y entre el que tendrá poder y el que no, además de que esa hermana que tanto le incordia tampoco tendrá ningún tipo de derechos en esa sociedad, por lo qué él, que es un privilegiado, tiene que empezar a entender que supone eso.
Espido Freire confiesa que la historia nace de su obsesión por la historia, en particular de la época entre el siglo I antes de Cristo y el I después de Cristo, y a que siempre le ha gustado mucho contar historias desde niña a sus amigas.
Fue precisamente un fin de semana en Mérida con una de estas amigas de la infancia, cuando esta le preguntó “por qué no escribía una historia de romanos para chavales”, le pareció una buena idea y aunque ha tardado “aquí esta ”'El chico de la flecha'“.
En cuanto a paralelismos con la actualidad, para Espido Freire, aunque han pasado más de dos mil años “se siguen cometiendo los mismos errores a las mismas edades”, y la evolución de los niños es muy similar, ya que la que ha sufrido más cambios es la de las chicas.