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Mujeres de la cultura abren la Caja de Pandora de los abusos sexuales en España

Collage de portada de 'La Caja de Pandora'/ Aurora Duque

Mónica Zas Marcos

Este lunes se han presentado en sociedad, pero el espíritu de La Caja de Pandora se encendió por primera vez hace varios meses. Más de 3.000 mujeres del ámbito de la cultura y el arte decidieron fundar un “espacio de sororidad” para que artistas como Carmen Tomé no vuelvan a sentirse solas al denunciar un caso de agresión sexual.

Todo comenzó en julio del verano pasado, cuando Tomé hizo público el nombre de su agresor y describió un episodio de violencia sexual que tuvo lugar en el encuentro artístico Residencias a Quemarropa, en Alicante. Esto ocurría meses antes de que el mundo tomase conciencia del alcance de estas prácticas gracias a la iniciativa me too que partió desde Hollywood.

“Yo, Carmen Tomé, consideré fundamental sacar del espacio encajonado en el que se pretendía dejar este tan grave suceso”, escribió en un comunicado de Facebook.

Esto fue la semilla de un movimiento mucho mayor que se estaba gestando y con el que, como han anunciado hoy las portavoces de La Caja de Pandora frente al Museo Reina Sofía, plantan cara a “las estructuras de poder se aprovechan de los privilegios que los hombres ostentan”.

Las pandoras, como ellas se denominan, se comunican por una conversación privada en Facebook, donde siempre hay alguien dispuesto a escuchar y, sobre todo, a creer. “En muchos casos silenciamos nuestras voces ante una agresión, por temor a que nuestra palabra no sea escuchada, sea descalificada, menospreciada y tachada de falsedad, quedando nosotras personal y profesionalmente expuestas”, han leído en su manifiesto.

Pero La Caja de Pandora no es solo un lugar de desahogo, también construirá recursos pedagógicos, jurídicos, afectivos y preventivos para las víctimas, “ahora supervivientes”, que recurran a la plataforma. Para ello, como ya hicieron al otro lado del charco con Time's Up, recaudarán dinero para afrontar los gastos judiciales, aunque su hucha de momento es bastante más reducida que la de Hollywood.

“Ahora ponemos un euro cada una, aunque hay quien pone más. Se trata de afrontar juicios, abogados. Nuestro esfuerzo está centrado ahora en el caso de Carmen Tomé”, desvelaron a El País.

Reconocen que es la primera piedra de un largo camino. Las pandoras, de momento, no permitirán “seguir siendo invisibilizadas o ninguneadas por nadie, absolutamente nadie”.

Reivindican la necesidad de que exista algo así en nuestro país, concretamente en el ámbito cultural y artístico, por “las mala praxis y los acuerdos laxos a los que nos vemos sometidas, que generan que las mujeres estemos constantemente expuestas a ciertas agresiones absolutamente normalizadas e interiorizadas”.

Por último, piden compromiso institucional y estructural para tomar medidas contra los agresores. “Si tocan a una, nos tocan a todas”, ha gritado un heterogéneo masa de mujeres que, en reivindicación, sonaba como una sola. Ya no hace falta que nos volvamos a mirar en el espejo de Estados Unidos; en España también tenemos me too, aunque todavía no tengamos nombres.

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