Cinco parejas (heterosexuales), una isla, dos casas. Los 'novios' se instalan en una de ellas rodeados de mujeres dispuestas a 'tentarles'. Las 'novias' hacen lo mismo en otra casa, y un grupo de hombres convive con ellas con el mismo propósito. Es el inicio de 'La isla de las tentaciones', uno de esos realities que enganchan a más público del que luego está dispuesto a admitirlo en voz alta. El objetivo de las parejas y del programa: “poner a prueba” su amor, comprobar si están “hechos el uno para el otro”, saber si el otro o la otra es el “hombre” o la “mujer” de su vida.
Es 2020 y probablemente algunas de las escenas escandalizan a más gente que antes. Muchos critican ya los celos y hasta el doble rasero con que se miden y comentan las acciones de ellos y ellas. Pero hay una idea central que parece sobrevivir al cuestionamiento: la exaltación de la idea de 'media naranja', la fidelidad sexual como valor supremo e indispensable del amor, la exclusividad sexual como la mayor prueba de una relación. O lo que es lo mismo, da igual cómo te trate la otra persona o cómo te haga sentir, todo eso parece perdonable o aguantable, el caso es que no tenga sexo con nadie más.
Hablo con la investigadora feminista Coral Herrera, autora de varios libros, el último 'Dueña de mi amor: mujeres contra la gran estafa romántica': “Nos fijamos en la fidelidad como lo más importante cuando hay cosas que pueden serlo más. Hay además otra trampa: yo renuncio a mis experiencias sexuales a cambio de que tú renuncies también. La monogamia se plantea como una renuncia, un castigo mutuo, yo no lo hago para que tú tampoco y si tú lo haces traicionas un pacto cuando en realidad ni siquiera suele ser explícito, viene dado, y la pareja se debería construir sobre un pacto de amor y cuidados y eso haría que tener sexo con otras personas no fuera quizá tan importante”.
“En el sistema amoroso en el que vivimos el sexo es la marca que hace que una relación sea 'la relación', es decir, la relación más importante de todas y que tendrá además la aspiración de ser para siempre”, comenta al respecto la escritora Briggite Vasallo, una de las voces actuales más potentes -y provocadoras- sobre amor y relaciones. La ruptura del 'pacto de exclusividad sexual', prosigue, es como 'la gran ruptura' precisamente por esa marca. “Podríamos decir que ese pacto es mutuo pero, por poner un ejemplo tonto, también puede haber un pacto mutuo de que vamos a dejar de fumar y, sin embargo, yo salgo una noche y me fumo un cigarro. A la mañana siguiente te lo cuento y seguramente no te haga mucha gracia, pero no sería vivido como algo tan grave”, como esa 'gran ruptura'.
Este domingo por la noche las parejas se reencontraban para darse explicaciones y tomar decisiones. Pablo y Mayka se veían las caras y lo primero que hacía él era lanzar a la hoguera un oso de peluche de mucho valor sentimental para ella. Pero es que ella había tenido sexo con otro hombre y eso, al parecer, lo justificaba. Mayka no solo no se había arrepentido, sino que había repetido, había mostrado ganas, deseo, convicción. Ese castigo en forma de peluche chamuscado parecía 'natural', una consecuencia merecida, insignificante ante el dolor causado. La exclusividad sexual es intocable, destrozar afectivamente al otro, justificable en nombre del amor.
“Yo nunca me he sentido así de apoyada por mi pareja”. “Siempre me he sentido muy menospreciada”. “Explícame cómo te he amargado la vida estos años”. “Me ha hecho llorar tanto”. “Con todo lo que he aguantado estos años”. “Me arrastraba todo el día”. Casi todas las 'novias' del programa se vienen abajo en varios momentos y verbalizan un malestar latente que muestra el menosprecio, el desdén, la desgana, la desatención y el trato dañino que han vivido por parte de sus parejas. Pero nada de eso es el objeto de ningún programa ni al parecer motivo suficiente para poner una relación a prueba, para romper, para saber si es amor o es una mierda.
“Pasamos por alto muchísimas problemáticas pero cuando se trata del sexo hay mucho más apoyo social para que rompas esa relación. Los celos no vienen de la nada, el sentimiento de estar en riesgo viene de un montón de conductas aprendidas que vemos también constantemente a nuestro alrededor”, explica Vasallo.
Coral Herrera subraya que las mujeres “pensamos que por aguantar hay una recompensa y un premio”. “Y uno de ellos es que él te va a ser fiel”. Las confesiones de ellas “visibilizan el rol de la mujer sufridora que se sacrifica y aguanta” y también “la furia, el cabreo y la decepción” de comprobar que esa recompensa no es tal. “El sexo es lo que se considera la traición, no lo que has tenido que aguantar en la relación. ¿Es esa de verdad la mayor traición que puede hacerte una pareja?”, se pregunta.
Medias naranjas
En La Isla el clímax amoroso, ese momento por el que al parecer deberíamos suspirar, se produce cuando una pareja es incapaz de soportar la distancia, la vida sin el otro. Es el 'no puedo vivir si ti' pero rodeado de carne fresca que te tienta y eso, nos dicen, es la mayor prueba de amor posible, es más, es la manera de reforzar tu relación. Tienes el deseo al lado pero resistes y, si resistes, es que de verdad le quieres, la quieres. Todo lo demás no parece importar mucho o, desde luego, no tanto.
No saber vivir sin el otro, perder tu autonomía, casi parece algo deseable. Sufrir. No saber estar sola o solo. La idea de que los propósitos, las ilusiones, los proyectos, los planes o son compartidos con una pareja o son insuficientes o insatisfactorios. No es un echar de menos, tan válido y tan doloroso también a veces, es más bien fomentar esa angustia que se nos enseña ante la idea de afrontar la vida sin una pareja. Aunque tu peluche favorito -o tu autoestima o tu espacio propio- acabe consumido en una hoguera.