Sevilla, 2 may (EFE).- José Soto Chica perdió la vista y una pierna en un accidente con explosivos que sufrió como soldado y, tras 14 días en coma, despertó pensado que había llegado su “oportunidad” de convertirse en historiador, tarea paralela a la de autor de novela histórica, por lo que ha dicho a Efe que “los de 'Juegos de tronos' son párvulos al lado de los godos”.
Su última novela, “El dios que habita la espada”, que resultó ganadora de IV Premio de Narrativas Históricas de la editorial Edhasa, recrea la Hispania de los siglos VI y VII cuando el rey Leovigildo, “primer rey de Hispania”, logró construir un solo reino y una sola ley aún enfrentado a su esposa, la reina Gosvinta, y a pesar de que uno de sus hijos, Recaredo, asesinara al otro, Hermenegildo.
Bizantinista, iranólogo y especialista en el primer Islam, José Soto Chica (Santa Fe, Granada, 1971), es profesor de la Universidad de Granada y se doctoró con una tesis sobre “Bizantinos, sasánidas y musulmanes. De la lucha por el Oriente a las conquistas árabes”, una carrera académica que ha transcurrido junto a la literaria como autor de varias novelas ambientadas en ese periodo histórico.
Cuando a Soto Chica se le plantea si su vida es un ejemplo de superación, responde que tanto su actividad académica como literaria se la toma como “una obligación social en un mundo muy desorientado donde la gente, que lo tiene todo para ser feliz, no es feliz”.
“Los ejemplos siempre son necesarios en la historia.... Yo supe que iba a morir y desperté del coma cuando ya me daban por muerto; me di cuenta de que la vida siempre merece la pena; cuando volví del coma supe que quería exprimir la vida al máximo y que podía cumplir el sueño de mi vida”, hacerse historiador.
Soto Chica ha lamentado la utilización política de la Historia, de la que ha considerado que en España se abusa, “algo que no ocurre en Francia, en Italia, en Turquía o en Alemania”.
“Los Estados y los Imperios vienen y van, y tan nuestro es el reino visigodo como el reino nazarí; renunciar a una parte de nuestra historia es como renunciar a una parte de nuestra vida, y eso es lo que estamos haciendo como pueblo”, advierte.
“España tiene la mala costumbre de convertirlo todo en política”, ha asegurado antes de lamentar: “No hay nada que le guste más a un político que la Historia, pero para manipularla, porque controlando el pasado se domina el presente”.
“Tras la Guerra Civil, la Historia de convierte en un campo de batalla, primero la utilizó el franquismo y luego la ha utilizado la izquierda, y eso es algo agotador”, ha señalado al calificar de “absurdo” que se criminalicen unos periodos históricos mientras otros, como el de Al-Andalus, se han considerado “el paraíso terrenal”.
Soto Chica ha lamentado que se haya reducido el periodo visigodo a la lista de reyes godos que, en una época ya remota, se memorizaba en los colegios, con lo que “se ha hurtado una historia fascinante, con reyes astrónomos como Sisebuto o personajes como San Isidoro de Sevilla, con cuyas 'Etimologías', que reunían todo el saber de la época, se educó toda Europa hasta el siglo XV”.
En “El dios que habita en la espada”, el autor ha unido pasión, batallas e intrigas para reflejar también el lado humano de un rey, Leovigildo, que fue capaz de forjar un reino y triunfó como político, pero fracasó como padre y como marido.
Soto Chica ha recordado las palabras con las que el cronista franco Gregorio de Tours describió la crueldad de Leovigildo: “No dejó vivo a nadie de entre sus enemigos con edad suficiente para orinar contra la pared”.
Alfredo Valenzuela