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El Festival Getafe Negro indaga en las pesadillas alemanas

Si hay un país donde se lee novela negra, ese es Alemania. Según los datos que maneja el Instituto Goethe, uno de cada cuatro libros publicados pertenece a este género que incluso tiene su propia sección en las páginas culturales de los periódicos. El Krimi alemán, como se le conoce popularmente, compite con su homólogo nórdico en lectores y crítica, y hace ya mucho tiempo que salió de la segunda o tercera fila de la literatura. De hecho, el Deutscher Krimi Preis es uno de los galardones literarios más prestigiosos del país.

El Festival Getafe Negro, que comienza hoy y se celebra hasta el 25 de octubre en la ciudad madrileña, ha centrado precisamente su VIII edición en la novela criminal procedente de este país. Y los atractivos son muchos, desde la propia relación que Alemania ha tenido con el Mal –allí creció quien está considerado como uno de los grandes villanos de la Historia Universal- hasta los titulares más recientes sobre el fraude de Volskwagen que aguijonean el orgullo de una nación que siempre ha llevado a gala el apelativo de locomotora económica europea. Como afirma su comisario, el escritor Lorenzo Silva, “dentro de la cultura europea, Alemania tiene un peso fundamental, y en el género negro especialmente. Y, además, esto nos permite hablar de Europa y ahora es un buen momento”. El Festival cuesta al erario público 50.000 euros.

Las temáticas de la novela negra alemana son variadas aunque oscilan en torno a tres ejes: los hechos históricos –hay numerosas ambientadas en los años del nazismo, la II Guerra Mundial y el espionaje de la Guerra Fría-, el suspense psicológico –no fue fácil para varias generaciones haber apostado por un desalmado o combatirlo, vivir en una ciudad dividida y reunificarse de nuevo- y las incursiones en la Alemania más profunda, alejada de las grandes ciudades industriales y financieras, y en donde quedan aún rencillas por dirimirse.

Aunque hay una multitud de autores, es notorio el poco uso de la violencia más explícita. Los crímenes son limpios. “Sí, están más alejados de los excesos de los nórdicos y se acercan a una violencia más prosaica”, confirma Silva. Es más común la manipulación y cómo esta lleva al crimen (que puede ser un suicidio en masa). También suele hacer su aparición la industria farmacéutica y sus oscuros negocios – Alemania es el tercer productor de fármacos del mundo después de EEUU y Japón- , además de los trastornos asociados con problemas mentales. Mundos oníricos y pesadillas que vuelven una y otra vez. Quizá son las que tiene el propio país.

Estas son algunas de las características de la novela negra alemana:

1- Los hechos históricos

Alemania es un libro abierto sobre la Historia del siglo XX europeo y mundial. Fue uno de los países que provocó la I Guerra Mundial y allí surgió el nazismo que trajo consigo la II Guerra Mundial. Tras la derrota, fue dividida en dos mitades durante casi treinta años. En ese tiempo fue uno de los núcleos del espionaje diplomático. Con todo ese material, ¿cómo no utilizarlo para las novelas de suspense?

Varias obras se ocupan de estos temas, como Libidissi, de Georg Klein, que mezcla a los espías con elementos de la ciencia-ficción; Un hombre intachable, de Christian von Ditfurh, que recoge el pasado nazi de la familia de un hombre a priori perfecto (esta temática se repite innumerables veces) o todas las de la serie del detective Selb, creado por Bernhard Schlink, el autor de El lector, y que suele tener que llevar a cabo investigaciones que giran en torno al pasado.

2- Los crímenes psicológicos

La culpa suele estar muy presente en las historias que ha publicado el juez Ferdinand Von Schirach, que se ha convertido en uno de los mejores escritores de suspense de los últimos años y que en España ha sido publicado por Anagrama y Salamandra. De alguna manera, las pesadillas y obsesiones que se narran en estas novelas también están relacionadas con el pasado de esta nación. Así sucede con El caso Collini, del propio Von Schirach, que remite a los años sesenta en los que se dictaron varias amnistías para crímenes nazis, lo cual sumió al país en un profundo desasosiego.

3- La Alemania y la Europa profunda

En España existen los llamados crímenes de la España profunda (¿quién no recuerda Puerto Hurraco?), pero en Alemania tampoco van escasos de este tipo de asesinatos que suceden en zonas menos urbanas y más conservadoras. Una de las autoras que más ha indagado en esta cuestión es Andrea María Schenkel, aunque hay otros autores como Andreas Franz, que en Unsichtbare Spuren (podría traducirse como Huellas invisibles) narra el asesinato y violación de una chica en Kiel que nunca fue esclarecido; o el también alemán Dirk Schümer, quien en Die Kinderfänger (El guardián de las niñas) noveló el caso del pederasta belga Marc Dutroux.

Más cercano en el tiempo, Yo soy testigo del asesinato de mi hermana, de la siria-alemana Nourig Apfled, cuenta la muerte de su propia hermana a cargo de su padre, un caso que se convirtió en uno de los más mediáticos en 2004.

Aunque no sean reales, son también abundantes las novelas sobre crímenes locales en las que se hace una detallada descripción del paisaje o gastronomía regional y las propias costumbres. Novelas con cierto toque nacionalista.

LOS AUTORES

Estos son algunos de sus autores más conocidos (también en España) y que participarán en el Getafe Negro:

Andrea María Schenkel (Ratisbona, 1962): Nacida en Bavaria, el estado más católico de Alemania –la mayoría de la población es protestante-, las novelas de esta escritora están muy ligadas a esta confesión religiosa y al conservadurismo de la región. Su primera novela, Tannöd, el lugar del crimen (Destino) conquistó el Deutscher Krimi Preis, el galardón alemán más importante para las novelas de este género. En este relato de la Alemania más oscura narra la historia del asesinato de una familia de granjeros en los años cincuenta y las relaciones extrañas que tenían con el resto de agricultores del pueblo. La novela fue llevada al cine en 2009 por la directora Bettina Oberli. Schenkel también ha publicado en España El expediente de Josef Kalteis (Destino), ambientado en el Munich nazi de los años treinta con un acusado de violación suelto por la ciudad.

Sebastian Fitzek (Berlín Oeste, 1971): Este escritor y periodista afirma que el Muro de Berlín ha sido una de las mayores influencias para sus novelas de suspense. Nació y vivió en la ciudad sitiada durante sus primeros 18 años, y ese Muro que partía todo el centro berlinés fue para él una especie de valla carcelaria. De ahí que su obra tenga bastantes rasgos psicológicos relacionados con la falta de libertades del hombre. En la actualidad, es uno de los autores alemanes más vendidos en su país. En España, Ediciones B ha publicado buena parte de su obra, la última, El pasajero 23, el pasado mes de septiembre. En ella, el protagonista es de nuevo un psicólogo que perdió a su familia en un accidente de crucero del que todavía se desconocen sus causas.

Zöe Beck (Ehringshausen, 1975): Como estudiante, Beck (nacida Henrike Heiland) ya estaba obsesionada con la novela negra. Estudió Filología Alemana e Inglesa y su tesis fue sobre la escritora de policiacos, Elizabeth George. Comenzó escribiendo guiones para programas infantiles en la televisión pública (ZDF, la que podría ser La 2 alemana). En 2008 publicó su primera novela negra y ya lleva siete, aunque no han sido traducidos al español. En 2013 creó la editorial digital CulturBooks.

Petra Reski (Kamen, 1958): Escritora y periodista, es muy conocida en Alemania por sus reportajes sobre la mafia italiana, que le han reportado varios premios. En la actualidad escribe para Die Zeit, Geo, Focus y Merian. En 2010 publicó el ensayo Mafia (Seix Barral) en el que cuenta cómo funciona la Organización y extiende sus tentáculos por Europa. Por este libro fue amenazada y tuvo que vivir bajo protección.

Fred Breinersdorfer (Mannheim, 1946): Es uno de los guionistas y directores más reputados de su país. En los años ochenta publicó varias novelas negras y también inició una carrera política dentro del SPD, el partido socialdemócrata alemán, que finalmente abandonó. Una de sus películas más conocidas fuera de Alemania es Los últimos días de Sophie Scholl, sobre la vida de esta activista que, después de pertenecer a las Juventudes Hitlerianas en los años treinta, se desmarcó de esta ideología y se convirtió en una combatiente del movimiento La Rosa Blanca (resistencia antifascista). En 1943 fue detenida por la Gestapo y condenada a morir en la guillotina.