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Daniela Ema Aguinsky, poeta judeoargentina que debuta en España: “Lo bélico es la incapacidad de la palabra”

“Escribo desde la pregunta que es algo muy judío”, recalca Daniela Ema Aguinsky (Buenos Aires, 1993). La poeta, periodista y cineasta criada en un colegio judío presentó el pasado viernes su poemario Terapia con animales en la librería Lata Peinada de Madrid. Pocas horas después del acto, precisamente en un fin de semana marcado por el estallido bélico entre Hamás e Israel. “Tengo gente querida muy angustiada y preocupada por sus familiares y amigos que viven allí, y esto no se trata de elegir un bando como en un partido de fútbol”, cuenta a elDiario.es en una ampliación de la entrevista tras el fin de semana.

“Yo abogo por la creación de dos estados soberanos, uno judío y otro palestino; no puede ser que estemos poniendo en tela de juicio el derecho a existir de un pueblo y de tener un lugar en el mundo, algo básico”, incide la escritora. “Como judía, me duele escuchar comentarios sobre el no derecho a existir del Estado judío, lo que es una forma de antisemitismo aunque se disfrace de que no”, admite. La autora reflexiona sobre cómo se informa y se explica el conflicto: “Hay mucha desinformación en el bombardeo de información, dependiendo de qué apoyo quieran dar según al que sientan más indefenso. Yo soy una mujer de la palabra y lo bélico es la incapacidad de la palabra”.

Su poesía viene cargada de amores, desamores o lamentos. A lo que se le suman tradiciones judías, rabinos y porciones de cotidianidad. Todo ello se encuentra en Terapia con animales (Liliputienses, 2023). Un conjunto de poemas que viajan completamente solos, donde la autora deslumbra con su juego metafórico y su voz queda atrapada en los versos. “De repente, me di cuenta de que había un libro y escribí un poema todos los días durante tres meses. Algunos son cartas y pueden generar un diálogo. La literatura es como un diálogo porque se completa con el que lee”, cuenta a nuestro medio.

Crecer en un colegio judío de Buenos Aires

A Aguinsky le parece interesante la propuesta en torno a las identidades y relaciona su poética con sus enseñanzas escolares: “Yo fui a un colegio judío en Buenos Aires. Así que teníamos historia judía, fuentes del judaísmo, idioma hebreo. No sé lo que enseñan en otras escuelas que no están ligadas al judaísmo en Argentina”, puntualiza la autora cuya obra le ha servido para hurgar en sus orígenes.

El primer contacto de Daniela Aguinsky con la literatura se produjo en la infancia cuando su abuela le leía poemas: “Empezó antes con la vida, obvio. Si no vivís, no podés escribir. Mi abuela inventaba historias antes de irme a dormir. Me pedía tres palabras y con ellas armaba versos que rimaban”. A lo largo de Terapia con animales encontramos un juego referencial a lo judío como, por ejemplo, sabbat que es el día sagrado de la semana para el judaísmo y al Yom Kipur que es el día más sagrado del año judío. Y también referencias a su infancia: “Los hombres rezaban / en la sinagoga / y en casa hacían Shakshuka”, un plato característico de medio oriente. En sus poemas hace gala de su gen identitario con términos como tzadeket que se utiliza en el mundo judío para referirse a personas justas y piadosas.

A pesar de sus orígenes, la poeta recalca que trata siempre de alejarse de lo religioso y trasladarlo a su obra con un sentido meramente poético. Lo ve todo como una identidad, una mujer judía de 28 años (ahora tiene 30) que escribe poesía. “Uno de los idiomas que yo hablo es el hebreo, porque vengo del judaísmo y veo todo con la mirada de la pregunta, del sentido del humor y en estos textos está muy presente. Como decimos en Argentina, veía tela para cortar”, aclara. Tampoco deja de lado lo que rodea al judaísmo haciendo hincapié nuevamente en el conflicto. “Este es un conflicto que pareciera no tener fin, un conflicto heredado para los de mi generación y que quizás las que vengan puedan sentarse cara a cara y, si sigue habiendo mundo, llegar a una paz”, sentencia.  

Su mirada reflexiva en Terapia con animales se nota en la figura del rabino en poemas como Yom Kipur, Ochenta por ciento y Otro Shabat sola. Aguinsky utiliza a su rabino para darle voz a sus versos, a sus entrañas. En uno de los poemas escribe: “Mi rabino dice / que solamente podemos / comprender el todo / desde la falta”. La ganadora del Premio Nacional Storni en su país considera que la poesía no tiene un fin concreto. “No hay fin en la poesía. A mí me nació escribirla por una búsqueda de querer decir y no encontrar de qué manera decirlo. Lo divino está en lo mundano. No lo veo como una oda a Dios, sino cantarles a las cosas que me rodean”, remarca.

Auge de la ultraderecha en Argentina y nuevo libro  

Una de las grandes preocupaciones de la poeta Daniela Ema Aguinsky es el auge de la extrema derecha en Argentina y las futuras elecciones a las que se enfrenta su país, al que le espera una etapa electoral convulsa: “Me preocupa. En unas semanas son las elecciones y me vine acá a España y estoy desconectada estos días por mi propio bien”. Sobre todo, hace hincapié en la figura de Javier Milei, representante de la extrema derecha: “No soy votante de Milei. Lo veo mal y ojalá que no gane. Mucha gente lo votó para salir un poco de las cosas y no es que realmente haya sido intencionado el voto, pero muchos están pidiendo un cambio”.

La poeta judeoargentina considera que es normal que haya aparecido un personaje así en Argentina: “Pienso que a nivel mundial, el triunfo de políticos como Trump o Bolsonaro afectó y fueron cayendo en distintas zonas del mundo. Ahora nos toca a nosotros un personaje de este estilo. Se veía venir”. A pesar de que su poesía está ligada a la expresión identitaria y cotidiana, Aguinsky es tajante a la hora de hablar de poesía unida a un sentimiento político: “Todo es político, todo tiene ideología. Los poemas tienen ideología, obvio. En muchos tiempos de autoritarismos persiguen al poeta porque sus poemas tienen algo para decir. La poesía es una muy buena manera de traficar cosas”.

Otro de los asuntos que ha marcado el ojo literario de Daniela Aguinsky ha sido la traducción. “Ha influido un montón mi papel de traductora. Terapia con animales lo estaba escribiendo cuando traduje a Ellen Bass y hay como un diálogo, de hecho hay un poema dedicado a ella. La buena literatura lo que hace es que te dan ganas de salir corriendo y ponerte a escribir”, confiesa. Además, se ha centrado estos últimos años en un libro aún inédito titulado La chica de hoy: “Son ensayos que mezclan literatura y vida, al estilo de Vivian Gornick o Rebecca Solnit. Mantengo de alguna forma también lo judío. Por ejemplo, está César Tiempo que era un escritor judeoargentino. Son ocho ensayos como para mover el avispero. En Argentina todas las discusiones se han quedado en los años 60 con Borges”, advierte.