Eduardo Galeano, el populismo popular
La tristeza con la que fue recibida su muerte en todo el mundo da una idea de la influencia que tuvo Eduardo Galeano desde que escribió Las venas abiertas de América Latina, su libro más famoso, que se tradujo a más de veinte idiomas durante los cuarenta y cuatro años desde su existencia. La existencia del libro, no del autor.
Y es que la obra de Galeano, como la de otros autores muy populares, adquirió vida propia. Prologado por Isabel Allende, el trabajo de Galeano ha pasado a la posteridad como el análisis más conocido de la historia de América Latina. Habrá otros más completos -quizás las obras de Tulio Halperin, o Carlos Marichal-, pero ninguno de ellos fue regalado por Hugo Chávez a Barack Obama, ninguno de ellos aparecía con voz propia en los discos de Calle 13, ningún otro logró que la noticia de su muerte resonara en las redes sociales durante toda la jornada.
¿Cual ha sido el impacto real de Galeano? Sin duda, su capacidad de hacer llegar un mensaje claro a lo largo de las décadas. Las venas abiertas de América Latina se sitúa como máximo ejemplo popular de la teoría de la dependencia económica, que cobra su mayor fuerza a partir de la década de los sententa. Esta utiliza la dualidad entre el centro y la periferia, entre los países desarrollados y los no desarrollados para ilustrar como la economía mundial está diseñada de manera desigual, con el consecuente coste para los países subdesarrollados. Así, el estancamiento económico del siglo XX se explica a partir del papel periférico de Latinoamérica, encargado de la producción de materias primas mientras que la toma de decisiones y beneficios se mantienen en los países centrales.
Pero Galeano no pasará a la historia únicamente como prócer latinoamericano. También fue criticado. El libro que pretendía, en sus propias palabras, “explorar la historia para impulsar a hacerla”, fue duramente atacado especialmente por la derecha en Manuel del perfecto idiota latinoamericano, de Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montaner y Álvaro Vargas Llosa pero también por algunos sectores académicos, que consideran el pensamiento de Galeano maniqueo, por entender que exageraba la maldad del capital y la heroicidad de los campesinos, y establecía una placidez paternalista en las culturas amerindias, a las que calificaba de “tan elocuentes y tan hondas”.
La influencia de su obra
En cualquier caso, la prosa inteligible y directa de Galeano le granjeó un espacio de influencia inusitado entre los escritores latinoamericanos de no ficción. Las venas abiertas de América Latina y después Memoria del fuego han sido quizás los libros más influyentes en el desarrollo de los movimientos civiles y revolucionarios de un vasto continente mucho más dado a la acción que al manual de creación de discurso.
El autor fue una figura admirada entre los movimientos de resistencia ciudadanos y campesinos. Cabe recordar, además de su optimismo ante el fenómeno social de los indignados en España, su apoyo sin fisuras al movimiento zapatista, presente su constante intercambio de mensajes con el EZLN, entre los que destaca una loa directa: “La clave de la grandeza de este pequeño movimiento campesino, que ha brotado en un lugar que nunca había sido noticia para los fabricantes de opinión pública: su grito tiene resonancia universal, porque expresa una pasión de justicia y una vocación solidaria que desafían al todopoderoso sistema que impunemente se ha apoderado del planeta entero.”
Eduardo Galeano probablemente pasará a la posteridad entre el ciudadano de a pie, los lectores de de divulgación y, curiosamente, los historiadores y divulgadores anglosajones. Al ser uno de los autores más traducidos, no es casual reconocer su influencia en autores como Greg Grandin y su Fordlandia, que describe el quijotesco intento de exportación del American Way of Life a un pueblo del Amazonas, o Stolen Continents, de Ronald Wright, la historia de resistencia de los pueblos amerindios a la conquista europea. Así, como una paradoja histórica, Galeano perdurará entre los mismos divulgadores que se sorprendían ante su rechazo, apenas hace un año, de su más conocida obra.