Isaac Rosa (Sevilla, 1974), columnista habitual de eldiario.es, debuta en el campo de la novela gráfica con Aquí vivió (Nube de tinta). Junto a Cristina Bueno (Barcelona, 1983), que ha sido la encargada de poner tinta y dibujos al guión propuesto por Rosa. El libro trata un drama, el de los desahucios, desde la perspectiva de una chica adolescente que se acaba de mudar a un piso en el que la anterior familia fue desahuciada. eldiario.es compartió una mañana junto al escritor y a la ilustradora en una conversación que giró en torno a este drama social, sus protagonistas y también, sus culpables.
¿Cómo ha sido la primera experiencia de Isaac Rosa en la novela gráfica?
Muy buena, muy interesante. Es un lenguaje nuevo para mí. Un registro completamente nuevo del que estoy acostumbrado a trabajar. Suponía un reto, algunas dificultades también por eso de cambiar de lenguaje. Pero le veía sobre todo la parte buena: las muchas posibilidades de una novela gráfica que no tenía en ninguna novela para contar esta historia, para contarla de otra manera y sobre todo para contarla con imágenes, para darle fuerza a lo visual.
¿Qué es Aquí vivió?Aquí vivió
Una propuesta que tiene que ver con la memoria. Con, de alguna manera, construir la memoria de lo que han sido estos años, de lo que han sido los desahucios durante toda la ultima década: desde el comienzo de la crisis hasta ahora. Ya desde el título, Aquí vivió es esa formula que usamos para recordar. Es como esas placas que hemos visto en tantos sitios que recuerdan a personas que merecen ser recordadas.
No sería exacto decir que esto es una novela sobre desahucios: esto es una novela sobre la lucha contra los desahucios, que es la parte que realmente me interesaba. Es un libro de ficción. Eso lo teníamos claro desde el principio. Pero es una ficción llena de muchas realidades. De muchos casos, de muchas familias, de muchas personas con las que he hablado.
¿Cuál es el eje central del libro?
La otra parte, la positiva, la de la lucha. La experiencia que han supuesto las plataformas de afectados por la hipoteca, el cómo una serie de personas que se han visto en la situación más traumática a la que se puede enfrentar alguien, que es perder su casa, perderlo todo y quedarse a veces con una deuda y muchos problemas han sido capaces de levantarse y recuperarse, de construir un colectivo desde el que luchar. De cómo han sido capaces de convertir un problema individual en una lucha colectiva.
Me interesaba ese punto de vista del qué viene después. Del que entra en una casa donde ha habido un desahucio e intenta reconstruir la historia. La de alguien que cree que este no es un problema suyo y se va viendo cada vez mas implicado hasta que comprueba que sí, que esto no es un fracaso personal, de una familia que ha perdido su casa, sino un fracaso como sociedad.
Llama la atención que el hilo conductor del cómic sea Alicia, una joven adolescente, cuando en realidad, los desahucios son “cosas de mayores”.
Alicia, por un lado, tiene una mirada ingenua que a mí me interesaba para reconstruir la historia de una familia desahuciada. Tiene esa mirada de alguien que no sabe realmente qué es lo que ha ocurrido y que empieza a tirar del hilo. Un adolescente tiene algo que los demás hemos ido perdiendo: sorpresa y capacidad de indignarse.
Nos hemos ido insensibilizando, nos hemos ido acostumbrando a ver imágenes, noticias, familias saliendo de sus casas, policías tirando a gente del portal para que salga y después llegue el cerrajero o el agente judicial. Es algo parecido a lo que nos está pasando hoy con el tema de los refugiados: hace seis meses llorábamos por un niño en la playa y ahora ya no. La mirada del adolescente sí tiene esa capacidad de sorprenderse y de indignarse, justamente lo que otros estamos perdiendo.
¿Cómo ha sido todo ese trabajo de documentación previo a la construcción del libro?
El primer paso fue ir a las asambleas y escuchar, algo que todos deberíamos hacer. No solo porque ya te des cuenta que esto sí va contigo y que es un problema de todos; sino porque la experiencia de cómo han sido capaces de construir esa lucha es muy interesante y podría tener aplicación en otros ámbitos, no solo en los desahucios. Si este libro sirve para que la gente se acerque a una asamblea, ya me daría por satisfecho.
Hubo ese primer momento de trabajo de calle, una parte dura y difícil. Conocer de primera mano historias tremendas y muy duras, personas que han pasado por situaciones por las que no querríamos pasar ninguno. En el libro hemos intentado reflejar las dos caras de los desahucios: la parte oscura, dramática, dura, terrible, y la parte luminosa. En las asambleas, la gente llora porque lo están pasando mal, pero también ríen. Hay un componente de alegría y entusiasmo en la lucha de los afectados por los desahucios que es admirable, de la que todos deberíamos aprender.
Según un informe del Consejo General del Poder Judicial, hasta diciembre del año pasado se habían un informe del Consejo General del Poder Judicialejecutado más de 600.000 desahucios en nuestro país desde que comenzó la crisis. Cerca de 100.000 familias han perdido sus casas. Sin embargo, según datos del INE de 2011, en España se concentran el 30% de las viviendas vacías de Europa: 3,44 millones. ¿Por qué sigue habiendo desahucios si tenemos casi tres millones y medio de pisos vacíos?
Uno de los lemas mas reconocibles de las PAH es ese de “Gente sin casas y casas sin gente”, y es cierto. Hay un montón de pisos vacíos que en algunos casos no han llegado a ser ocupados nunca. Obviamente ahí hay un fallo de sistema. Esto tiene que ver con la política de vivienda. Pero antes de eso, hay un problema de cifras también. No sabemos con seguridad cuál es la buena. Hay como una especie de guerra entre administraciones, juzgados y distintos organismos que contabilizan, con lo cual, al final no tenemos una cifra exacta para decir: “Tantas familias han perdido su casa en los últimos años”. Y no sabemos la cifra no porque no se pueda: sino porque no hay voluntad política, porque no quieren que se conozca hasta dónde ha llegado este problema, porque es escandaloso.
¿Por qué no hay voluntad política?
El primer paso para resolver un problema es identificarlo, ¿no? Y ponerle número. Y eso no lo hemos hecho todavía. Que haya gente sin casas y casas sin gente es un fracaso de la sociedad y tiene que ver con una política de vivienda desde mucho tiempo atrás, desde antes de la democracia. Ya desde el tardofranquismo, que convirtió un derecho que debía ser la vivienda en un elemento de inversión, especulación y en un motor de crecimiento económico que no tenía que ver con las necesidades de la ciudadanía. Exactamente, en esa frase que pronunció José Luis Arrese (ministro de Vivienda en el franquismo): “No queremos un país de proletarios, sino de propietarios”.
No es la gente la que ha faltado a su responsabilidad. No es la gente la que ha fallado. Hay tal confluencia de intereses económicos que no existe esa voluntad política por eso, porque están antes los intereses de los que convirtieron el ladrillo en la forma de ganar dinero en España. El problema de fondo de la vivienda es un problema de intereses económicos, de beneficios, de plusvalías y de comisiones corruptas también. Y sigue habiendo desahucios todas las semanas. Quizá haya menos de hipotecas, pero sí muchos de alquiler y de viviendas ocupadas.
Según Manuela Carmena, en Madrid ya no hay desahucios.en Madrid ya no hay desahucios
En Madrid ha habido desencuentros fuertes entre la PAH y el Ayuntamiento. Sigue habiendo convocatorias para parar desahucios todas las semanas. Puede ser cierto que haya menos desahucios de hipotecas. Sí que hay más facilidades para que no te echen de tu casa, no es como antes. Y sí que los bancos ahora tal vez sean mas proclives a negociar, pero no porque se hayan vuelto buenos, sino por la presión de las PAH precisamente. Los propios bancos han visto que esto es un problema de imagen para ellos. Pero todavía hay desahucios, sobre todo de alquiler y de viviendas ocupadas.
Sí que es cierto que se habían generado unas expectativas por los nuevos ayuntamientos de Madrid o Barcelona, máxime cuando la alcaldesa de esta última ciudad es una activista contra los desahucios. Esas expectativas luego chocan con la propia capacidad de maniobra de los ayuntamientos, empezando por la mayoría tan exigua que tienen tanto Carmena como Ada Colau, pero también por la limitación de competencias del Ayuntamiento. Sobre todo porque los nuevos ayuntamientos llegaron haciendo bandera de la defensa del derecho a la vivienda y de la lucha contra los desahucios. Con lo cual, tienen que volcarse en eso. No creo que no se estén haciendo cosas, pero hay que volcarse en las demandas de los afectados. Entre otras cosas por eso, porque fue una bandera de las nuevas formaciones.
Cuando habla de que los desahucios son un fracaso de la sociedad, ¿se refiere a un fallo común o de ciertos sectores u organismos sociales?
Es un fallo generalizado, pero eso no quiere decir que todos seamos culpables o responsables. Aquí hay culpas que repartir y no todos por igual. Hay culpables con nombre y apellido. Hay legisladores que han hecho leyes que por un lado fomentaban la vivienda como un objeto de especulación y por otro lado facilitaban los desahucios. Los jueces se limitaban a aplicar la ley que estaba ahí, que le daba todas las facilidades al banco para quedarse con tu piso en una subasta por un precio de risa mientras tú te ibas con la deuda y además, sin casa.
Los desahucios en España no han sido un desastre natural. No ha sido una riada que se haya llevado las casas de mucha gente. Aquí ha habido legisladores que han hecho esas leyes. Aquí ha habido responsables en los bancos, en las antiguas cajas de ahorro con esa política del crédito y especulativa. Aquí ha habido una política económica de vivienda durante décadas que ha fomentado que ahora seamos el país con más viviendas en propiedad de Europa, donde hay un mercado de alquiler al alcance de muy pocos, donde hay muy poca vivienda social en comparación con cualquier país de nuestro entorno. Todo esto tiene responsables. Es un fracaso como sociedad, pero tiene responsables a los que hay que señalar. Hoy todavía hay muchas cosas por hacer. La PAH está con sus cinco medidas que ha presentado a todos los partidos del nuevo Parlamento y a los parlamentos autonómicos, y eso esta por desarrollar todavía.
Igual que no es una catástrofe natural, no es tampoco un problema irresoluble. No es un problema que necesite años de pensar, de medidas, de leyes. No, no. Esto se podría resolver mañana mismo si hubiera voluntad política para aprobar una serie de medidas y leyes y una dotación presupuestaria.
¿Volveremos a caer en el error que nos llevó a la burbuja inmobiliaria y posterior crisis de 2008?
Por desgracia vamos camino de no aprender la lección. No estamos a salvo de no volver a repetirlo porque somos de memoria muy ligera y se nos va a olvidar. De hecho, ya ha empezado a recuperarse el precio de la vivienda. Pero sobre todo, hemos dejado pasar todos estos años de la crisis sin resolver nada, sin tomar medidas para que no se vuelva a repetir. Al final seguimos dependiendo de lo mismo: del ladrillo, la playa y los servicios. A Cristina y a mí nos gustaría que este libro sirviera un poco para construir memoria. Para que no se nos olvide que aquí vivió una familia que perdió su casa, y que en este país ya ha ocurrido esto.