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Historias para leer a 40 grados

'La gata sobre el tejado de zinc (caliente)', de Tennesse Williams, fue llevada al cine en 1958

Paula Corroto

Cuando el termómetro supera los 40 grados uno siente que se le funden los plomos. El cerebro deja de actuar con toda lógica y en su lugar se imponen los instintos más primarios para poder sobrevivir. Si en invierno la sensación es la del congelamiento de ideas, en verano, en plena ola de calor, lo que se podría montar es una revolución. De hecho, no extraña que muchas guerras comenzaran en esta época estival. A gran escala y a pequeña. En los núcleos familiares y sentimentales. Cuando todo es insoportable, no hay lugar a la diversión, sólo violencia.

Por eso, aquí van una serie de títulos que han jugado con las características menos refrescantes del verano. Una selección para aliviar un poco al lector. Si está malhumorado, no se preocupe, hay personajes que lo han estado mucho más. E, incluso, han llegado a matar.

Agosto, de Tracy Letts

Agosto

Mucho sudor, cansancio y mal genio. Ingredientes que se baten en una casa de la Norteamérica más árida, en el núcleo familiar, ya de por sí bastante asfixiante. Ese es el ambiente de Agosto, la obra de teatro con la que Tracy Letts ganó el Pulitzer en 2008 y que también se llevó al cine de la mano de Meryl Streep y Julia Roberts. El texto recoge la mejor esencia de las obras de los grandes dramaturgos Tennesse Williams, Edward Albee y Eugene O'Neill: lleva al espectador/lector a un lugar opresivo en el que el calor veraniego es una metáfora más para mostrar lo que pasa en esa familia en la que un día saltan todas las chispas posibles. No es el verano más divertido de la historia. Al contrario: es de los puñeteros, donde el sol no es agradable y el agua tampoco es refrescante. Todo es insoportable y no hay ventilador que logre la calma. En España se pudo ver la obra en 2011 con las interpretaciones de Amparo Baró y Carmen Machi en los papeles principales, dirigidas por Gerardo Vera en el Centro Dramático Nacional.

La gata sobre el tejado de zinc (caliente), de Tennesse Williams

La gata sobre el tejado de zincCaliente no porque sea verano sino porque todo arde en este mejunje teatral, firmado por Tenesse Williams en 1955 (y ganador del Pulitzer), en el que habitan instintos primarios como la codicia, el deseo sexual y la muerte. Todo fuera de toda razón porque no hay espacio ni tiempo para pensar. La historia se desarrolla en el sur faulkneriano de EEUU, de nuevo con una familia que esconde demasiados secretos: una esposa que desconfía de su marido, que ya no se acuesta con ella, y de quien cree que ha mantenido relaciones sexuales con su amigo recientemente fallecido; un padre que no sabe que tiene cáncer; un hombre que bebe y no se atreve a decir la verdad. Y, en medio, mucho dinero a repartir. Amor, odio, pesadumbre, impotencia, soledad. Todo lo que a un ser humano le remueve por dentro y le lleva a tomar decisiones que quizá no sean las más adecuadas (o lógicas, según la diosa Razón). Una de las obras de teatro más importantes de todos los tiempos que también fue película, dirigida por Elia Kazan e interpretada por Liz Taylor y Paul Newman en 1958.

El talento de Mr Ripley, de Patricia Highsmith

El talento de Mr RipleyNo por casualidad la película que adaptó esta novela de Patricia Highsmith en 1960 se tituló A pleno sol. Tom Ripley, personaje característico de Highsmith, tiene una peculiar visión de la vida y como se puede sobrevivir a ella. Cuestiones morales y psicológicas que se avivan en situaciones difíciles, cuando las cosas no salen como uno tenía pensado. Cuando se ve el callejón sin salida y todo, de repente, se torna opresivo. Ripley acude a Europa para convencer al hijo de un millonario que tiene que volver a EEUU para dirigir la empresa. Se hace 'amigo' de él y su novia Marge, y cuando las cosas se ponen feas, su única solución es asesinar al hombre y suplantar su identidad. Seducción y maquiavelismo a partes iguales. Un talento que quizá todos tenemos y al que –pensamos– es mejor no dejar emerger. Highsmith lo hacía en las novelas. Qué mejor sitio.

Expiación, de Ian McEwan

ExpiaciónVale, es cierto que esta novela publicada en 2001 (y vaya, también adaptada al cine en 2007 con James McAvoy y Keira Knightley), empieza en el día más caluroso del verano de 1935. Vale que eso puede ayudar a que se fundan un poco los plomos, pero después se desarrolla a lo largo de varias décadas en las que se sentirán los tambores que retumbaron aquel día del año 35, y que, una vez más, tienen que ver con lo instintivo y primario, lo agotador, lo insoportable, aquello que provoca errores cuyas consecuencias estarán presentes toda una vida. Una acusación de violación que es mentira envuelve la existencia de una escritora hasta el año de 1999 en el que decide expiar sus culpas mediante la literatura.

Asfixia, de Chuck Palahniuk

Asfixia

Las novelas de Palahniuk suelen tener ese ambiente opresivo cercano a lo asfixiante que esta vez está ya desde el título. Publicada en 2001, la historia juega con las rarezas de un hombre y su relación con la madre, recluida en una residencia. El protagonista finge ahogarse cada noche con un trozo de comida para que alguien lo salve y le dé dinero. Es su forma de sobrevivir. Además, acude a una terapia para aliviar su adicción al sexo, pero se acuesta con sus compañeras de sesión, lo que no hace mucho porque el hombre realmente quiera cambiar. Y todo en una atmósfera decadente y decrépita, donde lo refrescante no hace ni mero asomo de presencia. Una novela sobre la falta de afectos, sobre lo superficial. No es que sea muy veraniega (en realidad, no lo es nada), pero tiene ese punto en el que cuando el termómetro ha alcanzado los 40 grados y el cuerpo ha dicho basta, ya dé igual todo.

Desgracia, de JM Coetzee

DesgraciaTodo se va volviendo poco a poco asfixiante en esta novela del Nobel Coetzee publicada en 1999. Un profesor expulsado de su cátedra por haber intimado con una alumna (y forzado); una hija que vive sola en una Hacienda y que no quiere saber prácticamente nada del terrenal mundo de las ciudades; una violación múltiple; la vergüenza de esconderlo todo. Y el calor que asuela en medio de Sudáfrica. Un mundo desgraciado y deprimente. Un puñetazo en toda regla para el lector que es como un golpe de calor y que viene con la potencia de palabras faltas de toda hipocresía. Verdades a la cara que desnudan el alma de los protagonistas, pero también de los lectores.

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