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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Màxim Huerta: del shock al voto de confianza de los escritores

Huerta, orgulloso de que el Ministerio de Cultura vuelva al mapa del Gobierno

Paula Corroto

La primera reacción fue el silencio que procede a un bombazo. “Ministro de Cultura y Deportes, Màxim Huerta”, leyó Pedro Sánchez en Moncloa el miércoles. Y el mundo se vino abajo. Las redes sociales callaron dando paso a la estupefacción y al shock. Desde el ámbito de la televisión saltaron pronto los parabienes en Twitter, pero la cultura y, sobre todo, los escritores, quedaron mudos.

Con excepciones como la de Rosa Montero, que enseguida envió un tuit de felicitación, el ambiente era gélido. Sólo en privado no se podía disimular la sorpresa ante el nombramiento de una persona a la que, principalmente, se la había conocido como comentarista en el programa de Ana Rosa.

Durante el intercambio de carteras entre el nuevo ministro y el saliente, Íñigo Méndez de Vigo, tampoco parecía que el sector del libro, donde ahora Huerta se siente más cómodo con sus seis novelas publicadas, fuera a aplaudir su llegada.

Pese a que sí acudieron personalidades como el presidente del patronato del Teatro Real, Gregorio Marañón, el primero en estrecharle la mano, los directores del museo del Prado, Miguel Falomir, y del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, la directora de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, Helena Pimenta y la cineasta y ex ministra, Ángeles González-Sinde, se echaron en falta a las Letras.

Sin embargo, con el paso de las horas, la frialdad en el recibimiento a Huerta ha ido cambiando hacia una mayor tibieza, según las opiniones de diferentes escritores recogidas por eldiario.es. Autores que proceden, además, de diferentes espectros ideológicos. Eso sí, no abunda el conocimiento de la obra literaria del nuevo ministro.

Un nombramiento “desconcertante”

Así, Fernando Aramburu, pese a que reconoce que no ha leído ninguno de los libros de Huerta y que tampoco le ha visto por televisión –el autor de Patria vive desde hace años en Alemania- sugiere que “se le conceda una oportunidad” mientras critica que “mucha gente se haya metido con él antes de ponerse a trabajar, sin darle tiempo a demostrar su capacidad de gestión en un puesto que hasta la fecha nunca ha ocupado”.

En un tono parecido se expresa Juan Manuel de Prada, para quien, aunque el nombramiento le pareció “desconcertante”, “ tampoco quiere participar ”de la crucifixión que se le está haciendo porque eso es un componente elitista de la cultura“. Además, como Prada apunta, ”de Huerta no se podrá decir, como Unamuno dijo de Azaña, ‘temedle, porque es un escritor sin público’, ya que tiene mucho éxito. Eso evitará que vuelque su resentimiento sobre los españoles“.

La escritora Elvira Navarro se pregunta ante el nombramiento de Huerta si “estamos capacitados para saber quién sería un buen ministro, o una buena ministra, de Cultura” y si “sabemos cuánto poder tiene, qué es lo que puede y no puede hacer un ministro (o una ministra)”, puesto que, según ella, “sólo sabiendo cuál es su margen de maniobra se puede juzgar su labor”. Así que, de momento, también le da su tiempo. “Habrá que ver qué decisiones toma, o le dejan tomar. Desde luego, se merece un voto de confianza. Y que sea escritor me parece una cosa magnífica, incluso exótica, ¡lo dices y parece que esto no sea España!”, señala.

En este sentido choca con Ignacio Martínez de Pisón, quien, aunque Huerta le resulta un desconocido absoluto, matiza que que sea escritor no es una buena señal “especialmente”, ya que “la gestión cultural no tiene nada que ver con la calidad literaria”.

No obstante, otros continúan con el susto en el cuerpo, como el poeta Carlos Marzal, que como Huerta, también es valenciano: “Se me ocurrirían bastantes nombres antes que el de Màxim Huerta para este ministerio, pero Dios dirá. Yo creo que eso manifiesta una idea de la cultura que a mí no me termina de convencer. Es un escritor mediático, lo conocemos como escritor porque ha estado en televisión, no por una carrera importante de novelista”. Con todo, también asegura que “hay que darle tiempo. A todo el mundo hay que darle un margen de confianza”.

Y eso es de lo que dispone ahora Màxim Huerta, quien con permiso de Fernando Grande-Marlaska y de Pedro Duque, se ha convertido en el ministro que más expectación ha levantado del gabinete de Pedro Sánchez. Cuenta con la confianza. Habrá que ver cómo la aprovecha.

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