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'Provocación': cuatro deslumbrantes retos del maestro de la ciencia ficción Stanislaw Lem para expandir nuestras mentes

Un fotograma de la versión de 'Solaris' a cargo de Andrei Tarkovski

Ignasi Franch

3 de octubre de 2020 21:27 h

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La obra literaria de uno de los grandes maestros de la ciencia ficción, Stanislaw Lem, ofrece caminos y goces muy diversos a los lectores que se interesen por él. Especialmente conocido a raíz de las adaptaciones audiovisuales de su obra Solaris, el autor también escribió novelas realistas sobre su Polonia natal, historias policíacas, ficciones que mezclaban el espionaje, la carrera aeroespacial y el humor (¿triste?) kafkiano como Memorias encontradas en una bañera… Incluso firmó una especie de Los viajes de Gulliver: una serie de fantasías de ecos medievales, ubicadas en naves interestelares, que recopiló en el delicioso volumen Ciberíada.

Lem inventó mundos y vidas (algunas de ellas, artificiales), pero sobre todo nos habló del ser humano, de sus imperfecciones, de sus sesgos (como buscar la causalidad donde quizá solo hay casualidad), de sus incapacidades y de los tozudos intentos de superarlas que algunos de nosotros insistimos en perpetrar. Nos divirtió y estimuló con tramas delirantes donde podemos ver cruces de la tradición de Kafka y del fantástico grotesco mutados en el caldo de cultivo paranoide que fue la Guerra Fría. Y lo hizo rechazando la idea de que el humor y el entretenimiento estuviesen enfrentados con la reflexión en la literatura.

Lem pobló sus obras de astronautas y de magos del espacio, de extraterrestres, pero también trató del silencio del cosmos, del silencio de unos dioses que quizá no existen o quizá “guardan un silencio tenaz”, como expresaba irónicamente (y lanzando un dardo contra la literatura mística) en las páginas de Magnitud imaginaria. Y de la posibilidad de que, si alguna vez aparece un mensaje (sea en forma del inconcreto mensaje estelar de La voz del amo o del contacto con una civilización extraterrestre que se escenifica en Fiasco), no seamos capaces de comprenderlo.

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Provocación, que se suma a la larga lista de obras lemianas que ha publicado la editorial Impedimenta. Es otra muestra de ese Lem que, ya consolidado como novelista de prestigio dentro de la ciencia ficción, dejó de entender la literatura y el ensayo como dos campos de juego apartados el uno del otro. El autor mezclaba ambos terrenos para transmitir ideas, para asombrar al lector y para ponerle a prueba. En este volumen, el escritor polaco cultiva una ensayística juguetonamente erudita donde la especulación científica, la filosofía y el análisis de la historia toman las riendas, sin descartar el componente imaginativo.

Los cuatro textos recogidos en Provocación suponen un abandono de la peripecia narrativa en favor de la aventura intelectual. Lem cultiva una literatura filosófica, especulativa, casi futurológica, que no desarrolla tramas concretas pero juega con la ficción y, en ocasiones, hace referencia a otras obras propias. Quizá algunos lectores echen de menos el retrato de personajes o la descripción de situaciones, pero Lem parece desafiarlos con sus relatos a vista de pájaro del pasado, el presente y el futuro de las sociedades, el planeta o el cosmos. ¿Por qué necesitamos inventar una trama, una historia anecdótica, si podemos hablar de la historia humana rebosante de horrores y maravillas, de las especulaciones más o menos fundamentadas sobre la genealogía del universo, los misterios de la física o los enigmas de la inteligencia artificial?

Los cuatro textos recogidos en 'Provocación' suponen un abandono de la peripecia narrativa en favor de la aventura intelectual

Desbordante caudal de ingenio y erudición

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Vacío perfecto, una biblioteca borgiana de reseñas de libros imposibles (o no tanto), daba vida de esta manera indirecta a textos que su autor no tuvo la paciencia suficiente como para componer. El volumen resultante tenía algo de resumen muy lúdico del crisol de enfoques y temáticas que acumuló con los años su autor. Los textos de Provocación, también pertenecientes al grupo de obras bautizado como Biblioteca del siglo XXI, emplean el mismo artificio, pero son más extensos, más serios y proyectan una mayor unidad temática. Recubriendo sus acrobacias reflexivas de una capa de agudeza y de algunas dosis de humor impasible, Lem parece hablarnos sobre todo de la relación perdurable de la especie humana (¿y de la vida misma?) con la destrucción.

El libro se abre con un largo comentario alrededor de un supuesto ensayo sobre el Holocausto judío a cargo del autor inventado Horst Aspernicus. Quizá es el texto que justifica más el título del volumen: efectivamente, resulta provocador aplicar la mirada lemiana más característica, aquella donde el racionalismo desplaza a la emotividad y se entrelaza con la ironía, a un hecho histórico tan sensible y trágico como la industrialización masiva de la muerte en los campos de exterminio nazis. El polaco la analiza como un deicidio simbólico que relaciona con la obra del marqués de Sade... y a la cual otorga componentes kitsch. A pesar del juego de mascaras, parece claro que el polaco comparte objetivos con el libro inventado al que alude: integrar el holocausto judío dentro del sangriento continuo de la cultura occidental y sus genocidios periódicos.

Los dos textos que cierran el libro nos hablan del mundo como holocausto y del futuro posible de una carrera armamentística que imagina delegada en inteligencias artificiales (este elemento sería central en la novela satírica Paz en la Tierra). Lem nos explica que la especie humana y su dominio progresivo del medio fue posible gracias a la catástrofe que erradicó a los dinosaurios, pero su mirada no deriva en una aceptación de la destrucción como algo que debemos asumir y casi abrazar. En el pesimismo (o realismo) lemiano respecto a la experimentación científica con fines destructivos, y en su crecientemente escéptico con la tecnología en general, entrevemos a un hombre que critica con dureza el antropocentrismo y el belicismo humanos. Y que, como el Karel Capek que escribió La guerra de las salamandras, otra pluma aguda de la literatura fantástica eslava, no deja de verle una gracia oscuramente cómica a este camino nuestro hacia la perdición.

Resulta difícil resumir los textos de Provocación, tan sostenidamente brillantes como potencialmente desconcertantes a causa de su mezcla de divulgación científica, especulación y ficción pura que puede expandir nuestras mentes. En parte, el Lem de la Biblioteca del siglo XXI jugaba a anticipar el futuro. El juego es serio y divertido, también exigente, por momentos espinoso. Algunas predicciones dan en la diana, pero el autor no es infalible. Aunque afirmase que jamás habría una adaptación cinematográfica de “Un minuto humano”, un falso libro estadístico sobre las acciones de toda nuestra especie durante sesenta segundos, su texto acabó inspirando (muy libremente) el filme húngaro 1.

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