Las nuevas ediciones en inglés de los libros del escritor británico Roald Dahl están plagadas de cambios que consisten tanto en eliminaciones de frases y palabras que han sido consideras como discriminatorias, como en expresiones alteradas o incluso el género de algunos personajes secundarios, que se ha visto eludido o trastocado. La mofa hacia la fealdad, la calvicie o los defectos físicos, recursos habituales de la ironía mordaz de Dahl, se han limitado en gran medida.
Estas correcciones, de las que alertó el periódico Daily Telegraph el pasado fin de semana, han generado un amplio debate sobre la pertinencia de tales cambios y la legitimidad para alterar la obra de un autor fallecido, aunque en este caso hayan sido sus herederos los que han impulsado la revisión, para la que han contado con una empresa consultora enfocada a la inclusividad en la literatura.
Este miércoles, la editorial que publica la mayoría de sus obras en España, Alfaguara (propiedad de Penguin Random House), ha informado de que “tras conversaciones con la Roald Dahl Society Company, Alfaguara Infantil y Juvenil mantendrá sus ediciones con los textos clásicos del autor sin modificar sus publicaciones en castellano”, informa Carmen López.
La editorial Santillana, que ha editado libros de Dahl desde la aparición en español de Charlie y la fábrica de chocolate en 1978, ha comunicado que han transmitido a los agentes que gestionan los derechos del escritor que no van a “adaptar los libros”. “Siempre hemos defendido la literatura infantil y juvenil, y publicado libros, sin atender ningún tipo de censura, con independencia de las modas y circunstancias del momento. Editamos libros sin complejos, atemporales, que no subestiman al lector. Nos enorgullecemos de ello porque el oficio de editor solo se puede entender desde el respeto a los lectores y autores, y desde la honradez con las historias que nos confían y decidimos publicar”, ha informado la editorial, mediante su sello Lo que leo.
En Francia, donde es la editorial Gallimard la poseedora de los derechos del autor de Matilda, Charlie y la fábrica de chocolate o Las brujas, tampoco se van a implementar los cambios en las traducciones, según ha informado el periódico Le Figaro.
La noticia de decenas de alteraciones en cada obra ha levantado un debate en el mundo cultural sobre la pertinencia de estos cambios, que para la editorial británica que los ha efectuado, Puffin, se justifican en que “todos podamos seguir disfrutando hoy” de las obras, es decir, una adecuación a la sensibilidad de los lectores y lectoras actuales. El debate oscila entre posiciones que interpretan estos cambios como “censura” —así lo ha expresado, por ejemplo, Salman Rushdie— y los que consideran que los cambios no son esenciales y ayudan a transmitir unos valores más inclusivos.