Era uno de los nuevos festivales surgidos en 2022 al calor de la pandemia, año en el que los eventos musicales se han multiplicado con el fin de recuperar el tiempo perdido. Diversity Valéncia se había posicionado a principios de enero como uno de los debutantes más ambiciosos y tenía reservada la Ciudad de las Artes y las Ciencias para celebrarse los días 21, 22 y 23 de julio. Pero ha terminado pinchando.
“No podemos garantizar la realización del festival bajo las condiciones necesarias para el buen desarrollo del mismo”, ha expresado este lunes la organización del Diversity en un comunicado, donde se confirmaban las sospechas de las últimas horas, cuando su página web ha dejado de funcionar. Antonio Torres, director de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, y patrocinador del festival, le ha asegurado a este periódico minutos antes del lanzamiento del comunicado que no tenían “información sobre la supuesta cancelación”.
Los asistentes al festival han reaccionado al comunicado con lamentos y críticas por la falta de explicaciones tras cancelar 10 días antes del evento. Por su parte, fuentes cercanas han admitido a medios locales que se debe a que no han se ha llegado al número mínimo de entradas vendidas ni de inversores para garantizar solvencia económica.
“Probablemente como organización del festival no habéis alcanzado el beneficio económico que esperabais, pero acaso habéis pensado en el desembolso económico que ha supuesto para todos nosotros el estar ahí en esas fechas? Por no hablar de la ilusión por estar… Dudo mucho que alguien vuelva a confiar en un festival que actúa de esta forma”, ha escrito una usuaria.
Los abonos para las tres jornadas de conciertos costaban desde 170 euros el más básico, hasta 1.200 euros el premium. Este último incluía acceso a una zona “premium” frente escenario principal, acceso a una terraza “premium” con visión privilegiada desde una tarima elevada, acceso a la Terraza L´Umbracle, acceso a una zona “premium” con mobiliario, barras y aseos “premium”, una cena degustación gourmet y bebidas incluidas según oferta. Según afirmaron en sus redes sociales el pasado 6 de julio, habían vendido el 85% de los pases generales y el 70% de los premium. Este lunes han asegurado que, en breve, comunicarán “el procedimiento para la devolución íntegra de las entradas”.
“Nos hemos topado con la compleja situación que el sector de la cultura, y más concretamente de la música, está atravesando a nivel global”, continúa el comunicado. El del Diversity tenía una de las cabezas de cartel más potentes del panorama festivalero para tratarse de un evento novel. Iba a reunir a Iggy Pop, Christina Aguilera, Martin Garrix, Black Eyed Peas y el único concierto de la reguetonera más famosa del mundo en España, Karol G.
La misma semana pasada, el equipo de prensa estaba contactando con medios para ofrecer entrevistas con su director, el promotor Jesús Lumbreras, y pidiendo difusión por ser el festival con el cartel más paritario de nuestro país. Venimos a decir que tu suma, aquí, no resta. Que tu nombre no nos borra. Que tu inclusión es la esencia humana que hace libre la existencia. Eres un código galáctico único hecho de infinitas combinaciones de estrellas“, aseguraban en su manifiesto.
En su presentación oficial del pasado junio, Lumbreras adelantó que el primer año de un festival “siempre es duro”, pero se mantuvo optimista acerca de llenar el aforo de 24.000 personas al día. “El equipo organizador del Diversity ha estado trabajando día tras día con el objetivo de poder introducir una ventana musical que pretendía cubrir una base en valores que estuviera a la altura de las expectativas de nuestro público”, han dicho en su comunicado de despedida.
En su página aún se pueden ver los patrocinadores del evento, la mayor parte instituciones valencianas. Mediterranew Musix, VLC Visita Valencia, Valencia Turisme o La Ciudad de las Artes y las Ciencias. También ponían dinero Renfe, transporte oficial del festival, la plataforma de venta de entradas de Mediaset y Radio 3.
Una burbuja inasumible
El Diversity Valencia ha sido de los primeros en caer en un verano en el que se celebran casi un millar de festivales. Una congestión absoluta donde los recién nacidos o los más pequeños lo tienen difícil a la hora de competir contra los macro, como el Mad Cool –celebrado solo dos semanas antes del valenciano– o el Primavera Sound. Una burbuja que, de una forma u otra, tenía que estallar.
La primera tragedia que provocó este cuello de botella se vivió en O Son do Camiño, el evento de Santiago de Compostela donde se derrumbó un escenario dejando atrapados a varios obreros. “Estamos asistiendo a una burbuja de eventos musicales. Como consecuencia la gente asume más carga de trabajo de la que puede atender y se generan situaciones en las que hay gente montando escenarios por primera vez en su vida”, aseguraba un promotor gallego que pidió mantenerse en el anonimato.
El exceso de oferta también hace que los cachés se disparen y que solo se los puedan permitir los que tienen una subvención pública enorme o una reputación intachable. Por eso el Diversity València era una rareza en el mapa de festivales. Los que marcan las normas en ese sentido son Mad Cool y Primavera Sound. El director de este último explicó las diferencias entre montar un festival en una gran ciudad o hacerlo en Bilbao o Málaga, o en este caso Valencia: “En Madrid o Barcelona te encuentras con dos ciudades con una masa crítica muy importante, una capacidad hotelera enorme y 150 o 200 destinos aéreos y parte de ellos con una frecuencia diaria” por lo que, en un sitio más pequeño, “más allá de lo que tienes, lo importante es qué eres”. Y al Diversity ni siquiera le ha dado tiempo a ser.