Entrevista

Camilo Lara, músico mexicano: “La pista de baile es política y democrática, en ella puedes ser todo a la vez”

Ángeles Oliva

8 de septiembre de 2022 22:21 h

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Instituto Mexicano del Sonido es Camilo Lara, que desde 2006 agita una coctelera en la que mezcla música popular, sobre todo folclore latinoamericano, cumbia o chachachá, con electrónica, hip hop, o estructuras pop. Desde la capital de México, y con un mensaje político crítico con el capitalismo, Lara lanza el resultado a las pistas de baile, un espacio que considera el más democrático del mundo.

Músico e intérprete, dj, remezclador y productor, ha colaborado con Lee Scratch Perry, Beck, o Graham Coxon (Blur). Empezó haciendo remixes a amigos en Madrid y ha acabado remezclando a Beastie Boys, Placebo o Interpol. Camilo Lara creó su primer sello independiente con el director Alfonso Cuarón, con el que comparte ser de la Colonia Roma, en Ciudad de México, y para él hizo la música de Y tu mamá también con la que estuvo nominado al Grammy.

Lara Intervino en el videojuego más vendido de todos los tiempos, Grand Theft Auto V, en la serie de Netflix Rompan todo sobre la historia del rock latino, supervisó la banda sonora de Coco, la película de Disney, para darle identidad mexicana —y acabó apareciendo en ella—, y ha participado en la música de la nueva película del universo Marvel, Thor: Love and Thunder. Montó el grupo Mexrrissey, donde versionaba al estilo mexicano canciones del que fuera cantante de The Smiths, y aunque se mueve por los escenarios de todo el mundo, está ligado profundamente a la capital mexicana, donde sigue recorriendo los mercados de pulgas buscando discos para utilizar en sus remezclas. Visita España con una agenda de conciertos que le ha llevado a cruzar la península e incluso saltar a las Islas Canarias. Le quedan por delante una cita en Madrid y otra en el Andalucía Big Festival.

La imagen que nos llega de México es muchas veces la de la violencia en el país, el control del narco, las desapariciones de mujeres, los feminicidios, los secuestros. Dice usted que la única manera de cambiar las cosas es a través de la cultura.

Reducir un país a eso es un poco peligroso, México no es solo eso, ni todo es de esa manera. El grado de violencia que yo he vivido probablemente es muy cercano al que tú has tenido en tu vida en Madrid. Lo que sí creo es que estamos viviendo un momento tremendo, sobre todo propiciado por tener a Estados Unidos como hermano mayor al lado, un hermano muy traicionero, que nos exige que le vendamos droga, y los muertos se quedan aquí y la droga se queda allá. Por otro lado, hay cosas que están pasando, cambios profundos de generación, de conciencia y de alerta. Hace años no se reconocía que el Estado había matado a estudiantes, y hoy se reconoce, hay investigaciones sobre presidentes anteriores, hay pequeños cambios, aunque la sociedad se mueve mucho más lento de lo que uno quisiera. Lo más importante es que la cultura nos cambie, me refiero a las artes y las cosas que la gente pueda tomar sin que sea como una forma de doctrina. La música es un gran educador, transmite cultura y valores, cosas que se necesitan en México.

Dice usted que el eje de su vida ha sido girar en cosas de su comunidad, que no ha hecho nada que no tenga que ver con de dónde es y lo que ha compartido con la gente con la que ha vivido.

Lo que hago en general siempre tiene el sentido de comunidad, siempre tiene un pie en ella. Todo mi trabajo está conectado a los pensamientos colectivos que se forman al convivir con gente tanto tiempo al lado, eso hace que todos piensen más o menos parecido, o tengan ideas sobre el mundo más o menos parecidas. Y mi música pues sí, ha tratado de tener eso, de ser muy particular y que sea acerca del lugar de donde he sido, de donde vivo. Somos tantos en el planeta que ser particular es una forma más interesante de ser general, de plantear los grandes problemas de la vida a través de cosas muy sencillas que te pasan a ti en la calle y cosas que conoces muy de cerca.

México necesita que la música transmita cultura y valores

En ese sentido dice usted que los músicos que van a marcar el camino, o que lo están marcando ya, van a ser precisamente los que tengan el pie puesto en la comunidad, que cuanto más locales sean, más universales van a ser.

Lo que pienso es que cuanto más locales, más esencia tienen. Siento que al final, tu pertenencia a de dónde eres, a tu círculo social o a tu entorno, te da un cierto bagaje del que puedes hablar con conocimiento de causa. Creo en las cosas con denominación de origen, que nacen para un cierto lugar. Esas son las cosas que me entusiasman. Tal vez haya otras que vayan a triunfar y que sean más genéricas, más de duty free, que se produzcan genéticamente, que sean transgénicas. Pero a mi me gustan las cosas naturales que son producto de la tierra y de su entorno, eso es para mí la vida, la diferencia entre las culturas y la diferencia entre las cabezas de las personas. Y eso es lo que hay que perseguir hoy en día, las diferencias, encontrar las diferencias para aprender de ellas.

Siguiendo con esto, estamos viendo a músicos muy jóvenes que están situados en los primeros puestos de escuchas a nivel global, y que están incluyendo cumbia, reguetón, toda la música caribeña, lo que llamamos ahora las músicas urbanas donde se integra todo esto. Usted ha producido a algunos de ellos, y ve que mantienen esa conexión con su comunidad, conecta con ellos.

Sí, yo creo que ellos, a diferencia mía, crecieron en un entorno muy competitivo, y ya con las redes sociales, y eso les hizo buscar sus particularidades y algunos las encontraron ahí. Con ellos conecto más, con los que tratan de buscarse, de tener una voz propia, que cuentan con la influencia del lugar de dónde son, de quiénes son, lo que hacen o su entorno. Creo que eso es más emocionante. Siento que desde hace unos años esto ha ido cambiando, esta generación es bastante reciente, es gente de 20 años y siento que debemos aprender mucho de ellos porque son los primeros todoterrenos. Que ya aprendieron a ser tigres en una selva digital, y nosotros somos apenas cachorros en un matorral.

Algunas voces dentro de la música piensan que las nuevas músicas urbanas tienen mucho de formato calculado para hacer negocio donde no importa la creación artística, sino que se están diseñando desde las corporaciones.

Yo creo que son movimientos contenidos, porque son casi todos provenientes de islas, la música caribeña como el reggae, la soca, el reguetón, el ska, el rocksteady, todos vienen de lugares que son islas. Es un ritmo que inventa uno, otro que lo oye lo copia y lo mejora, uno lo va tocando mejor que otro hasta que sale el que lo toca mejor que todos, que conecta con todo el mundo y se vuelve el ídolo. El reggae empezó así, y el reguetón ha sido lo mismo, históricamente son movimientos musicales contenidos en los que una idea flota en el aire y todos la agarran. Siento que son enjambres, clusters de cultura, clusters de creación en los que se van creando ritmos y sonidos y por eso son tan poderosos, porque están testeados durante años, por mucha gente, para que sean a prueba de balas.

Y entonces aparecen los que se suman a la estela del éxito del reguetón, ¿no?

Sí, después creo que muchos corporativos, emprendedores y artistas lo vieron como una oportunidad para tener éxito y lo han utilizado. Y también es válido. Pero creo que inicialmente es eso, ritmos que en las islas van perfeccionándose y por eso siento que son tan poderosos. ¿Hoy en día también estamos viendo artistas que no son meramente del palo del reguetón y están haciendo reguetón? Pues sí, eso pasa cuando un ritmo se pone de moda. Pero inclusive hemos visto japoneses haciendo salsa y no nos hemos asustado, lo que pasa es que los del reguetón están teniendo mucho éxito a nivel mundial.

Las compañías de discos son agencias de publicidad de los artistas

La mayoría de esos músicos que están ahora en esos lugares tan altos no tienen unas letras con compromiso político. Tienen ese vínculo con su comunidad del que habla pero en sus canciones no hay un cuestionamiento a las situaciones sociales o políticas que viven de hecho sus comunidades. Más bien al contrario, suelen estar ligados a marcas y multinacionales.

Me da mucha pena que el mundo nos ha llevado a depender de las corporaciones, ya sea para tener internet, para distribuir tu música, para conseguir tu seguro del carro, para conseguir novia, para tantas cosas, que uno cree que internet y las corporaciones son proveedoras y hay una especie de culto a eso. Confío en que el mundo produzca un outsider que trate de ir en contra de eso. No creo que sea sano pensar que los valores de una empresa o de un corporativo sean los mismos que el valor de un ser humano. Creo que eso se tiene que pasar tarde o temprano. No es sano estar tan alineado a los valores de una marca comercial, porque las marcas comerciales despiden gente cuando cuando hay crisis y buscan resultados antes que conservar empleados. Yo creo que tenemos que disociar el discurso artístico, de las marcas que nos están gobernando y que, de una manera muy inteligente, se han metido en la construcción de valores del arte en nuestros tiempos. Tiene que pasar, tarde o temprano va a haber esa persona que lo haga.

La música que estamos escuchando en todo el mundo viene de lugares periféricos, está claro que el epicentro de la música ya no está en los países sajones. Usted cuenta que le parece más divertido un mundo donde la música viene de Cali o de Seúl o de Abuya. ¿Cómo cree que va a cambiar esto el escenario musical a medio plazo?

Bueno, el escenario ya cambió. Ya ves que los mayores niveles de streaming no los hacen los artistas sajones y eso es el principio de un cambio muy profundo en el que la música va a ser más horizontal, va a venir de otros lugares donde haya movimientos creativos, y finalmente eso se va a hacer aún más grande. Siento que los que están siendo ahora foco de atención como Corea o Colombia, eran lugares que ya tenían una escena muy poderosa, pero eso va a inspirar a otros lugares que tienen escenas que apenas están empezando a explotar y a tener más visibilidad. Sí, va a ser un mundo de más escenas pequeñas pero que van a lograr tener más impacto global.

Esto era algo impensable hace unos años. Bueno, a lo mejor usted sí lo vió venir.

No, nadie lo vio venir. Me emocionaba mucho pensar que Daft Punk podía ser un artista mundial o Manu Chao o cosas así, pero nunca pensé que eso se llevara a un nivel aún más bestia, a las estrellas de pop. Todos eran siempre americanos o ingleses, no había otro.

Usted fue director y presidente de EMI México, y durante muchos años firmó éxitos muy importantes de músicos de su país en esa etapa. Tiene usted la visión del mundo de la música desde el otro lado, el lado de la industria, el lado de los despachos donde se mueve el dinero. ¿Qué perspectiva le da esa experiencia tan desde dentro a la hora de producir su música o la de otros artistas?

Pues mira, las compañías de discos son agencias de publicidad y yo empecé a trabajar en una porque tenía que tener un empleo, porque no me llegaba el dinero con mi música y terminé siendo muy bueno en eso y me fue bien y ya. Llegué hasta donde podía llegar, muy joven porque empecé a los 16 años y acabé a los 24 o 25. La industria se desmoronaba y echaban a gente, y a mí no, hasta que terminé siendo el jefe y me tocó fichar algunas cosas que funcionaron. Hoy en día ya han pasado muchos años y no creo que me sienta ese superconocedor de la industria de la música, porque la que me tocó en el momento en que lo dejé es muy diferente a la que es ahora. Siento que siguen siendo agencias de publicidad para los artistas, pero creo que hoy en día son más tecnócratas, buscando la data y buscando los grandes números. Antes por lo menos tenía un lado un poco más artístico. Si me preguntas si hoy en día me uniría a una compañía diría que no, porque siento que es un trabajo que ya no me interesa y además yo sería pésimo porque justo lo que no hacía bien era las estadísticas y las predicciones de números.

¿Cuál es el lugar ahora de las discográficas? Vemos a músicos muy jóvenes que se graban sus vídeos, manejan sus redes y se hacen virales y llegan a lo más alto. Parecía impensable hace años que unos chavales de 18 años se movieran de esa forma y pudieran colocarse en un número uno mundial haciendo algo controlado y diseñado por ellos mismos. Frente a eso ¿las discográficas están en un lugar más complejo?

Yo creo que cuando un artista se vuelve lo suficientemente grande, ahí entran las discográficas y catapultan, por el enorme músculo que tienen, algo que ya funciona mucho. Sí, ahora creo que hay una relación un poco más pareja con las discográficas, y el artista. Pero siguen siendo algo importante, como los estudios de cine. Hay menos, pero nunca van a desaparecer porque cumplen un rol de músculo muy importante. Si eres famoso te pueden ayudar a ser superfamoso pero creo que puedes tener una carrera increíble siendo independiente sin siquiera estar cerca de una discográfica.

Usted participó en la película Coco y supervisó la banda sonora para darle la identidad mexicana que buscaban.

Estuve en el equipo de investigación, trabajé en el equipo de música en general y compuse algo de música. Y además salgo, tengo un pequeño cameo, aparezco en la escena que es la fiesta del músico De la Cruz, en la que se cuela el niño, yo soy el dj.

Quería preguntarte por esa concepción tan distinta que tienen ustedes en México sobre la muerte, los muertos y su presencia entre los vivos, y en cómo eso atraviesa culturalmente al país, ¿y también a su práctica artística?

Tenemos una cultura que parte de la muerte, de ahí viene por qué nos gustan las telenovelas, somos un pueblo melodramático. Vemos la muerte como algo de lo que nos tenemos que burlar y al mismo tiempo le tenemos tanto respeto que hablamos todo el tiempo de ella, muchas creaciones están inspiradas en la muerte, y creo que eso es bonito. La tradición del día de muertos es algo que tienes en tu ADN desde que eres muy pequeño, pero creo que no lo racionalicé hasta que llegó Coco, y pude pensar que hay que honrar a las personas muertas como si estuvieran vivas. Y un poco pensar que la muerte es un paso, es un paso más de un proceso gigante.

Los mexicanos somos un pueblo melodramático. Vemos la muerte como algo de lo que nos tenemos que burlar y al mismo tiempo le tenemos respeto

Ya en 2009 decía que no quería que le confundieran con un dj, metía en el escenario a muchos artistas y decía que eran los Ramones atrapados en cuerpos de mariachis. ¿Cómo es su directo ahora mismo, en los conciertos que está dando en España?

Es un show con baterista, guitarrista, trompetista.. Es un cruce, es una cebra [risas]. Tiene un poco de punk, un poco de cumbia y un poco de hip hop. Y creo que al final la idea es mostrar que todo eso puede convivir en la pista de baile, que la gente lo puede bailar sin estar pensando que le gusta uno, o le gusta otro. Es muy salvaje. La verdad es que es muy frenético el show y a la vez eso como hacer baile político. Siempre me ha gustado pensar que la pista de baile es democrática, ahí puedes ser rico o pobre, guapo, negro o todo a la vez, es un lugar inclusivo y explosivo hacia fuera, y ahí pueden bailar todos felices. Esa es mi intención, cien por cien.