La consolidación siempre viene ligada a la experiencia. Cinco años son suficientes para afirmar que el Dcode queda incrustado ya entre el abanico de festivales inherentes a Madrid, entre ese pensamiento que surge al imaginar la ciudad y relacionarla con algo. Ese algo es la mezcla de estilos, grupos y actividades que, como cada año, trae el evento hasta el Complejo Deportivo de Cantarranas, en el campus de la Universidad Complutense, franqueado por la facultad de Ciencias de la Información.
El próximo sábado, Madrid será una fiesta. A la habitual oferta de salas, bares y actividades callejeras se une el Dcode, aunque algo alejado del epicentro de la ciudad. En ediciones pasadas, cabezas de cartel fueron los chicos de Brandon Flowers -aka The Killers-, Kasabian o un terremoto musical cuyos ecos retumbaban ya en medio mundo y no solo por contar con una “v” entre su nombre: Chvrches. La corriente de las islas británicas sigue imponiéndose también en esta edición. Los organizadores han conseguido una oferta de grupos y bandas que, si bien no llega a la altura de las primeras ediciones, es seguro que hará bailar al público hasta el amanecer.
Aunque de eso casi no se encargará Sam Smith, el primer cabeza de cartel. El británico posee una voz prodigiosa y unas letras cuidadas, poéticas, románticas, con tintes de soul y R&B, pero poco bailables. Con tan solo 23 años y estudiando canto desde los ocho, al londinense le han reservado el prime time, la franja horaria que va desde las 21:20 hasta las 22:30. Ha sido comparado en más de una ocasión con su compatriota Adele y viene de ganar cuatro Grammys (Mejor Artista Nuevo, Canción del Año, Grabación del Año y Mejor Álbum de Pop Vocal). La cita del sábado será la primera vez que Sam Smith actúe en España. Parece que es su año, porque recientemente ha sido confirmado como el cantante que pondrá música a la última película de James Bond.
Pero si de bailar se trata, que le pregunten a Crystal Fighters. A diferencia de Smith, ellos sí que están más que familiarizados con España, sus salas y festivales. El grupo británico, que perdió a Andrea Marongiu, su batería, hace un año, tan solo canceló unos pocos conciertos durante algo menos de un mes para después seguir tocando. Han reconocido que nuestro país es uno de sus destinos “favoritos” para tocar y se consideran grandes oyentes de “música española”. En sus directos, eléctricos, poderosos, en los que mezclan tanto sintetizadores y guitarras eléctricas como instrumentos propios de la cultura vasca -la txalaparta entre otros-, no para la música ni el público.
El tercer cabeza de cartel es como un binomio pasado-presente musical. Comparten el título Suede y Foals, britpop y postpop. Los que una vez fueron considerados por un crítico británico como “los nuevos The Smiths”, Suede, vendrán a España por primera y última vez este año a presentar su séptimo álbum, Night Thoughts. A día de hoy nadie se acuerda de aquel periodista. Otros están en pleno apogeo, como Foals. Repiten por segunda vez en el Dcode -ya estuvieron en 2013- y también repiten por segunda ocasión cartel con Crystal Fighters, grupo al que ya telonearon hace cinco años en Reino Unido. Vendrán a presentar su recién sacado del horno cuarto LP, What Went Down, que publicaron el pasado 28 de agosto y con el que han entrado directos a la tercera posición de la lista de los más vendidos en Reino Unido.
Tres escenarios, más de 20 artistas
El festival contará con los tres escenarios que vienen siendo habituales en los últimos años. El principal se hará eco de las actuaciones de los cabezas de cartel. Los otros dos, más pequeños, estarán reservados a los grupos emergentes y con más acento indie como The Parrots, Gold Lake, Supersubmarina, Izal, Flo Morrissey, Polock o Unfinished Simpathy, entre otros.
Hay que reseñar que este año el Dcode abrirá sus puertas a las 11:30 de la mañana y será Virginia DJ la encargada de encender la mecha y poner los platos a girar. Desde aproximadamente las 13 horas hasta las cuatro de la madrugada del día siguiente, el festival pulsará el botón play y no lo soltará hasta que Crystal Fighters cierre en un escenario que no será el main stage.
No se podrá salir del recinto pasadas las cuatro de la tarde. Tampoco se podrá llevar comida ni bebida del exterior y la organización proporcionará a los asistentes tokens que funcionarán como dinero una vez cruzadas las puertas del recinto. Dentro, varios Food Trucks (camiones-restaurante) para comprar comida, un mercadillo y actividades deportivas. Las entradas cuestan 60 euros y los menores habrán de llegar acompañados de un adulto.