Ismael Serrano ensancha el corazón en un concierto con recuerdo a Gaza y Ucrania y mensaje para Feijóo

28 de enero de 2024 12:21 h

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Música para combatir la soledad. Música como animal de compañía. Música como campo de protesta. Música con la que sobrellevar el paso del tiempo, con la que intentar ser, cada día, mejores. Y más completos, de cosas que importan. Así la entiende Ismael Serrano y así la desplegó en su concierto este sábado en el Teatro Circo Price de Madrid, dentro del Festival Inverfest. Un recital que repetirá este domingo, convirtiendo el propio espectáculo en un viaje de introspección en voz alta, cantada. Una excursión a los mimbres que vertebran quiénes somos, cómo estamos y por qué. A través de melodías que abrazan, en colectivo, mente y corazón. Con espacio para reírse, con la sorna más sana, de uno mismo. Y también para lanzar mensajes a Palestina, Ucrania y Alberto Núñez Feijóo.

“Busquemos juntos la canción que pueda cambiarles la vida”, pronunció en el arranque. El público escuchó y sintió atento, sentado y concentrado en sus temas y presentaciones. Porque si hay algo a lo que Ismael Serrano concede protagonismo en su show es a contextualizar sus canciones. No hay puntada sin hilo, no hay cavilación al azar y no hay prisa. El cantautor dedicó tres horas a indagar en esta búsqueda, acompañado de cinco instrumentistas y la actriz María Pascual.

Al empezar, el artista explicó que habría un micrófono recorriendo la sala para permitir que los asistentes pudieran manifestar sus preferencias de repertorio. “Una alegre”, pidió una mujer, Clara, desde el patio de butacas. Su demanda inquietó al resto de asistentes, entre los que imperaron los mayores de treinta. “¡Te has equivocado de garito!”, gritó una mujer dese la grada. Lo que en ese momento parecía la intervención de una espontánea dispuesta a “boicotear” el concierto, en realidad formaba parte del mismo. Fue invitada a subir al escenario y las conversaciones ella, interpretada por la actriz María Pascual, permitieron que Serrano fuera armando su discurso, debatir sobre las puntas de lanza de su música y reírse de todas las implicaciones –para algunos negativas– de ser un cantautor. “Los intensitos somos entrañables”, bromeó.

Juntos interpretaron varios de los temas, empezando por Un vestido y un amor, de Fito Páez. Uno de los títulos que ha versionado e incluido en su último disco, La canción de nuestra vida, junto a otros como Burbujas de amor de Juan Luis Guerra. “Todo lo que diga está de más. Las luces siempre encienden el alma”, expresaron logrando emocionar con sus armonías.

Machado, victoria y nostalgia

Serrano protagonizó de forma inesperada la investidura de Pedro Sánchez el pasado mes de noviembre. El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, se inventó una cita de Antonio Machado para criticar a Pedro Sánchez, ignorando que en realidad, sus palabras pertenecían al músico madrileño. Él mismo señaló su error en sus redes sociales.

“No es por darme el pisto. Pero el añadido no es de Machado. Es de un servidor. Forma parte de la presentación que hice de Ahora en la grabación de un concierto en vivo”. El error causó revuelo más allá del Congreso de los Diputados y llegó hasta su concierto este fin de semana, donde tirando de ironía se encargó de aclarar cuándo sí estaba parafraseando al poeta sevillano, al entonar Ven.

“Tenemos querencia a la derrota”, lamentó más adelante antes de cantar Saber ganar. Haciendo alusión al tema planteó que “quizás no estaría de más” ya no solo aprender a ganar, sino saber hacerlo: “Es mala costumbre darse por vencido. Escapa al destino, al 'nunca' y al 'siempre'. La lucha se pierde solo si abandonas. La vida da comienzo en esta hora”. Pasada la primera hora, Serrano había logrado generar una complicidad que conectó automáticamente con hasta quienes llegaron algo más tarde. Como si tuviera un mando a distancia para 'enchufar' a todos los presentes tan pronto como entraran por la puerta.

Sus letras invitaron a hacer volar la imaginación de un teatro en el que apenas se vieron móviles grabando. Y cuantísimo se agradece. Conciertos libres de pantallas, de iluminaciones añadidas, de tener que sortear manos que necesitan grabar cada canción para hacer el check en la red social de turno. Hubo una época en la que se grababan quizás una, o dos canciones, la favorita de tu madre, de tu mejor amiga o de tu ligue, para enviársela y proclamar intrínsecamente un bello: “Me acuerdo de ti”.

Detalles con los que encoger el pecho a quien en ese momento no tenemos al lado, pero nos gustaría. Pero ahora parece que ya no hay filtro. Hay para quienes es una actividad complementaria y obligatoria al acudir a cualquier recital. Y puestos a experimentar algo, por qué renunciar a poder experimentar el directo, sin pantallas mediante –tampoco sobre el escenario–, por tres únicas horas. Sentirlo con las manos libres para aplaudir o acariciar. Bendita y maldita nostalgia, inyectada en su vis más emotiva y sana por Serrano, que la emplea como un arma para hacer aflorar las emociones. Y siendo perfectamente consciente. “No nos quites la nostalgia que nos jodes el negocio a los cantautores”, llegó a decir, riendo.

Hacer música política

“Reivindico el valor terapéutico de las canciones tristes”, ensalzó poniendo en valor que cantarlas y escucharlas no lleva implícito generar ese estado de ánimo. “La gente suele salir de mis conciertos diciendo 'cómo hemos llorado pero qué bien lo hemos pasado'”, comentó anticipando lo inevitable. El amor fue otro de los temas que vertebraron el espectáculo, tanto el recuerdo de los primeros de juventud, como los los presentes y futuros. El amor como motor para crecer y descubrirse en singular y en plural.

Y el amor como elemento para hacernos crecer y descubrirnos en plural, y singular. “Cuando abandonas el camino siempre hay una estrella polar, la luz de un faro aún encendido. Siempre costó decir adiós. Y cuando aprendes, quizás es tarde. Hoy nadie va a morir de amor. No siempre irse es de cobardes. Ni son sinceros los amantes”, afirmó en Soltar, que invita en su estribillo: “Y ahora a soltar, volvemos alto. Todos somos aves de paso”. De paso, menos para uno mismo. De ahí a la importancia del Amor propio al que dedicó un tema de su último disco, en el que propone reconciliarnos con “esquizofrenia particular” de cada uno.

'Papá, cuéntame otra vez'

Papá cuéntame otra vez sigue siendo un himno y uno de los temas más esperados del concierto, y el que, como él mismo reconoció: “Me permitió dedicarme a la música gracias a su éxito insospechado”. “Las canciones son como máquinas del tiempo”, expuso sin por ello renunciar a “reivindicar el presente”. Serrano decidió para la ocasión cambiar su letra, y añadir un mensaje de apoyo a Palestina, entonando en su final: “Ahora mueren en Bosnia los que morían en Vietnam. Ahora mueren en Palestina los que morían en Vietnam”.

La música y la política están entrelazadas en la carrera de Serrano, que respondió en una de sus digresiones a quienes le preguntan por qué canta de política en sus canciones. “No soy gay, lesbiana, ni mujer. No soy joven. No soy sindicado, ni parado, ni vivo en la España Vaciada. ¿Acaso me afecta la inflación, la masacre en Gaza o la guerra de Ucrania?”, planteó sobre su 'estatus'. Su compañera planteó que ella no era “ni periodista, trabajadora en precario, científica, funcionaria ni autónoma, ni embarazada”. Ambos usaron la irónica enumeración para evidenciar que ya no es que la política “tiene que ver con nosotros”, sino que directamente, lo somos.

Para el final se reservó un alegato a favor de la música como compañera. “El paso del tiempo te permite vivir cosas extraordinarias, conocer a gente maravillosa de manera inesperada. Gente aporta a tu vida de tal manera que esa canción está en permanente construcción, y que es la canción e nuestra vida.”, expuso sobre cómo cada una de ellas permiten ir añadiendo estrofas siempre que “uno es capaz de vivir con intensidad lo que acontece”. Y miró al futuro con optimismo, en tanto “a veces ofrece ventanas de oportunidad en la que las cosas pueden mejorar. Tanto personal como colectivamente”.

El contexto no siempre es la mejor ayuda, por ello, terminó con un mensaje para “quienes se sienten solos”. “No sé si la música sirve para cambiar el mundo pero sí un punto de encuentro que te ayuda a entender que no estás solo ante la adversidad”, ensalzó. El cantautor indicó que el mundo hiperconectado en el que vivimos, saturados de información y en el que parece que sí que estamos pendientes de los demás a través de las redes sociales, “con todo y con eso, quizás por eso, podemos sentirnos solos”. “Y no lo estamos, nunca”, cerró

El público celebró La canción de nuestra vida y La fábula de los conejos fue el tea encargado de culminar los bises. “Lo mejor es que luchemos. Contra ellos, camaradas. Si nos juntamos y unimos, a ver qué lobo nos para”, reza su letra. Tres horas después, con el corazón ya ensanchado, se encendieron las luces del teatro. Una acción que suele generar la rotura de la 'magia' vivida, pero que aquí solo sirvió para alumbrar las sonrisas y abrazos de quienes, conocidos o no, salimos algo mejores. O, por lo menos, más y mejor acompañados.