Vivió el punk y, sobre todo, lo explicó. Su libro England's Dreaming, sobre el apogeo del punk británico y la revolución cultural que supuso, fue tan influyente que pudo ensombrecer, al menos en España, toda una carrera dedicada al estudio de las culturas juveniles, su multitud de ramificaciones y la historia viva cultural como la conocemos. Ha tratado el punk, la new wave y el pop. Ha escrito sobre los totalitarismos y la relación entre la Revolución Industrial y los movimientos de clase obrera y las subculturas. Ha participado en documentales sobre el auge y caída del Britpop y fue el único capaz de poner de los nervios a Liam Gallagher.
Jon Savage (Londres, 1953) participa el próximo fin de semana en el festival Primera Persona, que reúne a creadores de diferentes vertientes artísticas para expresar sus experiencias autobiográficas, un encuentro que se celebrará paralelamente en el CCCB de Barcelona y la Casa Encendida en Madrid. Unos días antes de sus intervenciones, el biógrafo más reputado del punk nos concede una entrevista.
Han pasado 40 años del estallido del punk en el Reino Unido y 26 desde que usted publicó England's Dreaming. ¿Cuán vigente sigue el punk en la actualidad?England's Dreaming
Supongo que el punk sigue siendo influyente porque la gente sigue preguntándome por él. Creo que lo que subsiste, más allá de que fuera un bastión para la rebelión popular y la rabia, es la idea del “hazlo tú mismo”, el DIY, que creo que ha permeado a todas las áreas culturales. Sin duda traspasó al hip hop de los ochenta y ahora a la escena grime en el Reino Unido, quizás la escena musical más interesante que hay en el momento en mi país. Por supuesto están también los fanzines, y la música que la gente conoce y continúa reinventando.
¿Cree que el punk sería entendido hoy en día en todas sus facetas -subvertir la simbología nazi, por ejemplo- o ha cambiado todo demasiado e impera lo políticamente correcto ?
Todo ha cambiado muchísimo. El punk tiene cuarenta años, tiene su lugar en la historia. Dicho esto, lo “políticamente correcto” es un término lleno de carga simbólica. Yo no tengo problemas con la corrección política, todo lo contrario, creo que se trata de buena educación. Se basa en reconocer que hay gente con más poder que otra y que debes tener un poco de respeto en relación a tu discurso.
Creo que la capacidad de epatar que supuso el punk ha sido desacreditada con el surgimiento de las “fake news” y la posverdad. Tenemos un presidente estadounidense horrible que dice cosas horrorosas, el punk ya no resulta un discurso viable para enfrentarse a eso.
¿Qué le parecieron las declaraciones de Johnny Rotten, apoyando a Trump y a Nigel Farage, líder de Ukip?
¿Pero dijo eso de verdad? No lo creo. Hay que tener mucho cuidado periodísticamente con esas cosas porque acaban teniendo consecuencias terribles.
Lo dijo en Good Morning Britain, está grabado.Good Morning Britainestá grabado
Pues ahí lo tienes. Personalmente, detesto lo que significa Farage y lo que significa Trump, son abominaciones.
Usted ha escrito mucho sobre las subculturas juveniles como marca de clase y de estilo. ¿Internet ha cambiado esa relación?
Internet ha cambiado todo. Lo bueno es que ahora hay más acceso a la información que cuando yo era joven. Lo malo es que hay demasiada y que hay que intentar distinguir entre todo lo que hay. El punk en 1976 trataba la escasez y la rabia, resultaba fácil centrarse en algo, como hicieron los Sex Pistols. Ahora hay demasiadas cosas.
Entonces, ¿las distinciones de clase y estilo no son tantas en la actualidad?
Sí las hay, pero sobre todo ahora es muy difícil ser escuchado. La economía de los nuevos medios es exactamente igual a lo que pasa en política: el que gana se lo lleva todo. Gente como Ed Sheeran o Adele tienen tanto éxito que nadie más puede triunfar. Como con el modelo social: son el 1%. El 99% restante se conforma con las sobras.
Su libro Teenage trataba, entre otras cosas, de cómo la adolescencia había mutado en el siglo XIX con la introducción del capitalismo. En un sistema ultracapitalista como el nuestro, ¿cómo se moldea la cultura juvenil?Teenagecómo la adolescencia había mutado
Teenage acababa en 1945, con la creación y la celebración del concepto de adolescente en Estados Unidos como lo conocemos hoy en día. El ideal adolescente era democrático -porque EEUU acababa de combatir el fascismo-, y marcaba el inicio del movimiento a favor de los derechos civiles.
Recordemos que Frank Sinatra acababa de hacer una película contra el racismo y los prejuicios. Los jóvenes se convirtieron en consumidores activos, no pasivos, muy involucrados en los procesos de producción y consumo.
El final del libro dejaba una puerta abierta: la idea de que llevamos con este modelo setenta años. Creo que debemos reexaminar ese modelo, porque está cambiando. La juventud no tiene por qué ser progresista, consumista, liberal. También puede ser totalitaria, fascista y militarizada. Esta fase capitalista no es sostenible, se ha agotado. Es una plutocracia, muchas de las conquistas sociales de los últimos años han sido erradicadas. La gente está muy enfadada y vira hacia ideas de extrema derecha, me da miedo que los jóvenes se sientan atraídos hacia eso. En Teenage están las Juventudes Hitlerianas para demostrarlo: no son ideas que asociemos con la juventud, pero podría volver a pasar.
La tercera vía para salir del capitalismo es la vuelta a la naturaleza, que también aparece en los movimientos juveniles en mi libro. Será interesante ver qué vía eligen los jóvenes para salir de esta plutocracia capitalista.
¿Cree que el Brexit afectará a la cultura pop del Reino Unido?
No sé. Es un desastre absoluto, no comprendo como alguien puede contemplar seriamente el Brexit, mucho menos haber votado a favor. Probablemente acabemos con políticas como las de los setenta, en las que no teníamos nada que ver con Europa institucionalmente. Me horroriza, así que no puedo ni imaginarme sus resultados.
Usted participó como guionista en en el documental sobre Joy Division de Grant Gee, que unía urbanismo y cultura musical. Ahí apuntaba a que la música en Manchester no hubiera sido igual con otro desarrollo urbano, y su música tampoco. ¿Cómo cree que la gentrificación está cambiando Londres y las grandes ciudades? Owen Jones afirmaba que no se puede ser periodista o artista de clase obrera y vivir allí.no se puede ser periodista o artista
Ni de clase obrera ni de clase media. Yo soy londinense y ya no vivo allí desde hace muchos años, vivo en el norte de Gales. Londres ya no es una ciudad en la que se pueda trabajar o vivir a menos que seas un plutócrata. Yo crecí en Kensington cuando era un barrio de clase media, ahora es para los súper ricos. Todas las industrias locales y de artesanos han desaparecido, nadie puede vivir allí. Lo bueno del punk y el final de los setenta es que podías vivir en el centro de Londres por muy poco dinero. Eso es básico para las culturas juveniles, no todo giraba en torno al dinero.
¿Y cómo está alterando eso la cultura?
No sé si soy la persona más adecuada para responder a esto. Sé que la cultura de la música electrónica sobrevive porque es barata de producir, pero el rock es mucho más caro, por eso lo hace solo gente de clase media y me resulta tan aburrido. La mezcla de clases sociales era fascinante para las culturas juveniles: ni solo gente de clase trabajadora ni de clase media. Hasta hace poco era así en la cultura pop británica, pero ya no.
Owen Jones decía también que no resulta factible que haya gente de ámbitos diferentes salvo que hablemos de Factor X o concursos musicales.
Así es, y esos programas son únicamente entretenimiento televisivo, no culturas juveniles musicales.
En el documental Live Forever usted llamó al líder de Oasis Liam Gallagher “un ser andrógino...”Live Foreverun ser andrógino...
[Interrumpe] Ah, sí, no lo pudo aguantar porque es imbécil. Liam Gallagher pone muchísima atención a su peinado, es una estrella del pop y diseña una línea de ropa. ¿Y le molesta que le digan que es andrógino? ¿Cuál es su problema? Oasis era un grupo estupendo que dejó de serlo en cuanto abrazó la cultura lad, la cultura de lo macho, que tuvo tanto éxito en los noventa en el Reino Unido y que yo detesté. Era una reacción contra el feminismo y los derechos LGTB y todo lo que me parece importante. Para mí fue muy decepcionante que Liam hiciera tanto el ridículo.
¿Cree que nos hemos librado un poco de ese tipo de 'cultura del macho' entre las estrellas del rock?
Es fascinante, porque en Twitter parece haberse desplazado hacia la política, hacia los partidarios del Brexit. Los nacionalistas puristas que votaron sí al Brexit llevan todos camisetas de su equipo de fútbol y fardan de las mismas cosas que las estrellas del britpop de los noventa. La cultura macho es ahora ultra nacionalista en Reino Unido.