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Los siete pecados del K-pop, un fenómeno marcado por el machismo, el suicidio y la tragedia

Sulli, la primera estrella fallecida de K-pop en 2019 a la que han seguido otros dos en menos de dos meses

Mónica Zas Marcos

En La Vegetariana, la escritora surcoreana Han Kang representó las violencias hacia la mujer a través de un cuerpo que va perdiendo su esencia hasta convertirse en planta. La protagonista se declara en huelga de hambre hasta desaparecer, ya que ni los gritos ni la rabia ni la sangre sirven para alertar de su sufrimiento. Algo parecido está pasando en el K-pop, la industria musical asiática que últimamente solo salta a los titulares occidentales a través de sus tragedias.

En 2017, el suicidio del cantante de 27 años Kim Jong-hyun conmocionó al mundo con la última nota que dejó por escrito en su apartamento de Seúl. “Estoy roto por dentro. La depresión que lentamente me ha ido carcomiendo ya me ha devorado y no he podido superarla”, confesó el vocalista del grupo Shinee. Pero este año ya son tres las muertes registradas entre los llamados idols surcoreanos que han terminado poniendo la lupa en una industria plagada de sombras.

La primera fue Sulli, cantante y actriz de 25 años, que declaró sentirse “agotada física y mentalmente por los comentarios negativos y falsos rumores” el pasado octubre. Había pasado menos de un mes cuando una de sus mejores amigas, la estrella Goo Hara, se quitó la vida en circunstancias similares a los 28 años. Un mazazo para la industria del K-pop que se cobró su última víctima hace dos días, el miércoles pasado, con la muerte de Cha In-ha, músico de 27 años y exmiembro del grupo masculino Surprise U.

Son jóvenes, guapos, ricos y pertenecen a una industria en alza que en Estados Unidos ya llega a lo más alto en las listas y arrebata premios a fenómenos como Demi Lovato o Justin Bieber. Aunque ni las discográficas distribuyen K-pop en España ni los medios tradicionales apoyan el género, su influencia en nuestro país alcanzó la cima con un concierto ofrecido en junio de 2018 que llenó el Palacio de Vistalegre de Madrid.

Además, asociaciones como Han-A, dedicadas a la promoción de la cultura coreana, han logrado homogeneizar una legión de fans que existía desperdigada por las redes. Por eso son conscientes también del lado oscuro que esconde el fenómeno y que ha empezado a salir a flote en los medios europeos. Pilar Miguel, responsable de la asociación, analiza las sombras de un género que les da tantas alegrías a sus fans como tristezas a sus ídolos. Desde el duro entrenamiento hasta los suicidios, estos son los siete pecados que rodean al pop surcoreano.

Disciplina y entrega militar

Big Hit Entertainment, SM Entertainment, JYP Entertainment y YG Entertainment son las cuatro compañías musicales de K-pop más rentables del país. Según el servicio de supervisión financiera de Corea del Sur, entre las cuatro habrían amasado una fortuna de 1000 millones de dólares solo en 2018. Algunas cuentan apenas con dos grupos en sus carteras, pero su estrategia está tan milimétricamente medida que resulta infalible.

Todas ellas tienen su propio centro de formación de jóvenes, a quienes captan en plena adolescencia y les crían para convertirse en ídolos de masas. “Dedican la mayor parte del día a aprender baile, canto e incluso inglés”, cuenta Miguel. Durante esos años, además de seguir formándose en el instituto a distancia, se ven sometidos a muchísima presión “porque puede pasar desde un año hasta seis antes de que entren en un grupo”.

“Y no es algo que se tenga asegurado al cien por cien. Hay muchos que se rinden y se van antes de las compañías y otros que debutan y después de unos años se dan cuenta de que es demasiado estrés y deciden cambiar su camino”, explica la portavoz de Han-A. Una vez dentro y habiendo cumplido su sueño, salir sin consecuencias psicológicas es tan complicado como hacerlo de una secta.

Dictadura de la imagen

Además de por su talento, la sociedad surcoreana les convence de que deben sobresalir por su apariencia física. Esta dictadura los lleva a someterse a complicadas operaciones estéticas cuando son muy jóvenes. “Es lo más común incluso a pie de calle. Tienen una obsesión enfermiza por la belleza. Cuanto más guapo eres, más éxito tienes, pero si eres feo y gordo no vas a encontrar un buen trabajo”, cuenta Miguel.

En el caso de ellos, la competitividad entre las boybands es tan brutal que muchas veces se diferencian simplemente por cuál tiene a los miembros más atractivos. “Aunque la presión sobre el físico es menor en el caso de los hombres, ellos también se someten a dietas y a rutinas durísimas para aparecer impecables en los realities”, asegura.

En el caso de las mujeres, en cambio, la presión es tal que casi todas las cantantes y actrices terminan sumidas en enfermedades alimentarias: “Se las critica cuando tienen sobrepeso, según ellos, y cuando ya están sumidas en la anorexia o la bulimia, por impulsar una imagen nociva de delgadez extrema”.

Ciberacoso

Como explican desde Han-A, “una característica del K-pop tanto en Corea como fuera de Corea es que los fans están muy organizados y ejercen mucha presión online”. Ellos se enfrentan a los internautas a través de “cafés” que funcionan como “fan clubs” en los que se someten al escrutinio público, aunque filtrado por las compañías para evitar los comentarios nocivos.

“Lo negativo directamente sale en las noticias. Pero al final son personas que pueden buscar su nombre en los buscadores. Ahora sí las compañías han empezado a tomar cartas y a demandar a la gente que amenaza y emite este tipo de opiniones”, cuenta Pilar Miguel. Incluso el Gobierno coreano se está planteando fomentar una ley que luche contra este tipo de acoso online desquiciado.

Enfermedad mental

“Todo eso hace que los idols estén al borde de su capacidad y de su límite social. Desgraciadamente en Corea la salud mental es un tabú y no consideran como tal a la depresión o la ansiedad. Para ellos es una muestra de inseguridad. Por lo menos, con estas últimas muertes están alertando sobre que algo está fallando. Empieza a haber un poquito de concienciación, pero la sociedad cambia muy lentamente”, explica Miguel.

Además, los psicólogos surcoreanos alertan de un posible efecto llamada entre los fans: “Si esa persona, que es perfecta y tiene todo -dinero, fama, belleza- no lo aguanta, ¿cómo lo superarán ellos? Ese es el problema que está habiendo ahora”.

Machismo y sexualización

“Algunas ídolos femeninas han sido condenadas al ostracismo por no sonreír en un programa de televisión o por leer un libro sobre feminismo que contradice a la sociedad patriarcal surcoreana”, dijo un periodista especializado en K-pop a Associated Press. La primera fue Sulli, quien se pronunciaba abiertamente sobre los derechos de la mujer aun a riesgo de recibir el acoso mediático y online que le sigue.

“Corea ha sido siempre una sociedad patriarcal, ellos viven en base al confucianismo y se rige bajo unos principios totalmente tradicionales: te casas y pasas de ser parte de la familia de tu padre a ser propiedad de tu marido”, cuenta Pilar Miguel. A esta presión, en la industria musical, se le une la de la edad y el deseo sexual. Ya que, a partir de los 22 años una mujer es considerada mayor para dedicarse al K-pop y, por lo tanto, condenada a desaparecer de su sustento vital.

La Manada surcoreana

La ManadaDos famosos cantantes surcoreanos fueron condenados a seis y cinco años de prisión por violaciones en grupo cometidas en dos fiestas en 2016. En el caso del primero, también fue condenado por grabar sin permiso a mujeres con las que mantuvo relaciones sexuales y distribuirlas en un grupo de mensajería instantánea. En este grupo, en el que se hablaba en tono jocoso de drogar y violar mujeres, se encontraban otros artistas de la industria del entretenimiento surcoreana.

La muerte de la cantante Goo Ha-ra se relacionó directamente con este caso, pues su expareja fue condenada por amenazarla con difundir vídeos íntimos de ella. “La sociedad surcoreana se aferra a la idea de que los hombres deben ser respetados y las mujeres no mucho”, cuentan en The Guardian. “Los medios de comunicación se alimentan de eso, por lo que no sorprende que el público no sienta empatía hacia ellas”.

El control del Gobierno

Pilar Miguel asegura que, en ocasiones, ante escándalos políticos el Gobierno del país se aprovecha del sensacionalismo del K-pop como cortina de humo. Es ahí cuando salen a la luz casos como el de Goo Ha-ra o los suicidios. El problema es que Corea del Sur tiene una de las tasas de suicidio más altas del mundo y se encuentra entre las principales causas de muerte entre las personas menores de 40 años. Cuando esto ha saltado a los medios internacionales, no han tenido más remedio que actuar.

“El Me Too está avanzando y están saliendo casos. Pero falta tiempo para que ellos se den cuenta de que no van a salir impunes”, reflexiona Pilar Miguel. Una visión ligeramente optimista que, a pesar de todo, no sirve para muchas de sus víctimas.

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