“Lo que tenemos entre las piernas no puede decidir qué vamos a hacer en la vida”
Christina Rosenvinge (Madrid, 1964) habla en tono bajo y pausado. Se extiende en sus respuestas, pero se toma su tiempo para pensar bien lo que dice. No le cuesta rebobinar y volver a empezar su discurso si no esta segura de estar expresando bien lo que quiere transmitir. Lleva dos días en Barcelona concediendo entrevistas para presentar su último disco, Un hombre rubio, título que hace referencia a su padre, cuyo recuerdo es el germen de este trabajo.
Nos reunimos con ella en la cafetería de un hotel que tiene la música demasiado alta, así que se esfuerza por encontrar un rincón silencioso en el que la grabadora capte bien sus palabras. Está más que entrenada para lidiar con estos pequeños contratiempos: publicó su primer trabajo en 1980 con el grupo Ella y los Neumáticos y desde entonces no ha parado. Con Cerrado (1997) inició su carrera en solitario y actualmente es una de las artistas mejor consideradas del pop-rock en castellano.
Lleva tres décadas publicando discos ¿Sigue poniéndose nerviosa ante la posible acogida que pueda tener su nuevo trabajo?
Nerviosa no. Pero si algo no va bien me genera la misma ilusión, la misma expectación o la misma frustración.
¿Es posible vivir ahora mismo de la música? ¿Cómo son las condiciones laborales de los trabajadores?
Yo lo he conseguido de manera intermitente. Es muchísimo más difícil que antes, ya que la irrupción digital supuso un cambio muy grande. Es cierto que las compañías discográficas siempre han tenido contratos abusivos con los artistas pero, por lo menos, se encargaban de pagar las grabaciones y de toda la inversión posterior. Sin embargo, al desaparecer los ingresos por la venta de discos, el dinero prácticamente sale de los directos. Ha supuesto una precarización en general.
Además, se vendió esta ilusión de que uno podía grabar en su casa un disco con la tecnología que hay, pero realmente no es cierto. Pensar que puedes hacer eso es como pensar que puedes hacer una película con un teléfono. Lo puedes hacer, pero a ver lo que te sale… En realidad la música bien hecha supone un trabajo en equipo con gente que está especializada en hacer lo que hace.
Se está impulsando un sindicato de músicos ¿Cree que puede servir de algo en esta industria en concreto?
Creo que sí y que hay que hacerlo. De hecho, estoy en contacto con ellos. Tiene que existir, aunque como decía una persona de dentro “poner de acuerdo a unos músicos es como llevar un rebaño de gatos”. Tradicionalmente es una profesión que se escoge por vocación y la cuestión económica siempre ha sido secundaria. Y por ahí es por donde empieza la explotación.
Por otro lado, el público y los medios solo ven el lado bonito de la historia. Este es un trabajo tan duro como cualquier otro y con un grado de inestabilidad enorme. Los que pueden vivir sin agobios son muy pocos, y es especialmente injusto con la generación que se ha incorporado ahora.
Luego hay otro tipo de gente que tiene un trabajo y hace música por afición, así que no tiene esta dependencia. Y a lo mejor es gente con muchísimo talento. Pero yo creo que un músico tiene que poder vivir de su música y vivir bien.
En el escrito de presentación de su disco Un hombre rubio dice que indaga sobre las diferentes identidades masculinas ¿Qué significa esto?Un hombre rubio
Cuando hago discos me parece que no es suficiente con tener canciones que solo tengan sentido musicalmente. Tiene que haber un discurso ideológico o emocional. Busco un hilo vertebral o, por lo menos, un punto de partida. En este surgió a partir de una canción que escribí en homenaje a mi padre que se llama Romance de la plata. Es tremendamente personal y ahora puedo escribir y cantarla porque ya han pasado 26 años de su muerte.
Yo tenía muchas diferencias con mi padre, sobre todo en la adolescencia. Estábamos muy lejos ideológicamente, había muchas discusiones y luego se puso enfermo, murió y nunca le pude contemplar como adulta. Y escribí la canción como cerrando un duelo no expresado.
¿Hubiese cambiado algo en usted, en su manera de ver la vida, si su relación hubiese sido diferente?
Eso es imposible de saber. Creo que mi padre es fruto de su tiempo, de lo que le tocó vivir, de un cierto tipo de educación, y no se puede juzgar a la gente fuera de su contexto. Él se rebeló contra ciertas cosas de su educación, pero otras no fue capaz ni de cuestionarlas. ¿Hubiese sido capaz ahora? Posiblemente sí, pero es muy difícil saberlo.
Explica que el disco también parte de una de las acepciones que la RAE da a la palabra hombre: “un animal racional, varón o mujer” ¿Cómo explicaría mejor esto?
Hubo un momento en el que todo el mundo estaba discutiendo sobre esta cuestión del lenguaje y sobre si hay que hacer el desdoblamiento de género cada vez que aludes a hombres y a mujeres. La RAE esgrime la ley de la economía del lenguaje como motivo principal para utilizar el masculino genérico. Como letrista lo aplico para decir lo máximo posible con el mínimo de palabras. Ahora bien, para mi, mientras sea siempre un hombre el que represente al colectivo de mujeres y hombres, ya tenga barba o coleta, o diga ciudadanos y ciudadanas, esto será solamente un gesto cosmético.
Para que las mujeres nos sintamos realmente incluidas en el masculino neutro tiene que haber mujeres representando lo universal. Es algo que no ocurre y que está muy metido en nuestro subconsciente, tanto masculino como femenino. Las mujeres se han incorporado a la vida pública como fuerza de trabajo, pero es muy normal que encuentres a un grupo de mujeres haciendo toda la producción, poniendo el andamio y al final a un hombre dirigiendo y sobre todo administrando presupuestos.
Con lo cual, esa es una frontera que es importantísimo romper. Y me da igual que se diga todas, todes, tidis… no habrá realmente una ideología de igualdad incorporada hasta que no haya realmente mujeres hablando en nombre de todos y representando a hombres y mujeres
El feminismo está en un punto álgido ahora mismo ¿Hacia dónde vamos? ¿Se conseguirá una igualdad real o solo habrá medidas “cosméticas” como acaba de decir?
Lo primero que hay que hacer con el feminismo es explicarlo, porque increíblemente no lo está. Muchísima gente sigue pensando que el feminismo es una lucha de sexos. Se ve en los comentarios de cualquier noticia feminista, hay un cierto victimismo de los hombres al respecto. Para muchos y bueno, también para muchas, es una cuestión de puro desconocimiento.
Hay que asumir que esta es una transformación lenta y complicada en la que hay muchas situaciones y muy complejas que no se pueden resumir en un tuit como a mucha gente le gusta. Por ejemplo: si los hombres no se incorporan a las labores domésticas, al cuidado de los hijos, las mujeres no pueden desarrollar carreras profesionales en igualdad de condiciones.
Pero, por otro lado, los poquísimos hombres que asumen esas labores de cuidado a las que se les da tan poco valor son vistos como fracasados por su entorno. Como el hombre que se queda en casa para cuidar de los hijos y su propia madre le ve como un calzonazos. Hay un aprendizaje que se debe trabajar dentro de cada hogar y desde la educación.
Sobre la complejidad del discurso quería decir también que, por ejemplo, con el MeToo se está permitiendo que el debate vaya hacia lo que es acoso y lo que no es, lo está desviando de su origen y lo que es importante. En el mundo del cine se ha cristalizado un hecho que ocurre en muchas partes: como el círculo de poder es masculino, una mujer que quiera hacer una carrera profesional tiene que pasar necesariamente por cosas que se pueden convertir en chantajes sexuales.
¿Ocurre en la música también?
No, porque, por ejemplo, desde hace 25 años soy jefa de mi proyecto. No tienes que pasar por un solo filtro, hay muchos. No todos los productores son tíos. En el caso de Harvey Weinstein tienes que pasar por él necesariamente. Pero con la carta de las francesas se ha puesto el foco en la cuestión de qué es acoso, qué es ligoteo torpe y esa no es la discusión. La discusión es que no hay más proyectos femeninos porque si no hay productoras con recursos económicos suficientes entonces no hay discurso femenino.
¿Cómo ha sido para usted ser mujer dentro del mundo de la música? ¿Cree que ha sido más difícil que para un hombre?
Sí, es más complicado que se te valore o que se te juzgue más allá de tu aspecto físico.
¿Alguna vez ha tenido que enfrentar a una situación de acoso dentro del ámbito laboral?
Muy al principio, quizás en la época de Alex y Cristina, viví situaciones en las que sí hubo. Nunca las pude leer de manera tan clara, no fueron “si no pasas por aquí te voy a arruinar la carrera”, pero cuando una lo recuerda a posteriori sí nota el matiz. Pero desde hace 25 años soy mi propia jefa y con los músicos con los que toco tengo una relación de compañerismo.
Usted tiene dos hijos varones, ¿cómo es educarles en el feminismo teniendo en cuenta los estímulos que reciben desde fuera?
Hay que cargarles de argumentos para que sean feministas. Pero ya no por una cuestión de solidaridad con las mujeres, sino porque a ellos mismos les interesa. Un mundo en igualdad es mejor para los hombres también y tienen mucho que ganar. Eso es lo que hay que explicar.
¿Quiere decir que la masculinidad como se entiende hoy en día es opresiva para ellos?
Es una construcción muy falsa. No la masculinidad, sino “el macho” que se construye encima de un varón es una construcción tan falsa como el papel de la mujer fatal o la mujer sacrificada. Que nuestras partes sexuales sean binarias, menos para un precioso conjunto que se escapa de esta definición, no quiere decir que nuestras cabezas lo sean. No puede ser que lo que tenemos entre las piernas decida lo que vamos a hacer en la vida.
Una pregunta que hay que hacer, ¿qué opina de la huelga feminista del 8 de marzo?
Lo que más me gusta es la idea de colgar delantales de los balcones. Es fundamental que se le de valor al trabajo que hacen las mujeres en las familias y que los hombres asuman que ese trabajo les corresponde a ellos también. Da igual si no tiene éxito mayoritario. Simplemente que se hable de ello, de que las mujeres somos una fuerza unida y de que queremos un mundo libre de machismo ya es un triunfo.
Es una huelga que convoca a las mujeres en la que los hombres pueden participar de manera secundaria, sin quitarle voz a sus compañeras. Es una huelga laboral, de cuidados y de consumo.
Es verdad que movemos el mundo y podemos paralizarlo. No sé si es realista que ocurra esta vez. En todo caso, es muy esperanzador lo que está ocurriendo. Es solo el inicio, la toma de conciencia. La transformación será lenta y tiene que vencer muchas resistencias en muchos frentes. Cada 8 de marzo sale más gente a la calle a cargarse de fuerza. Empoderar a las mujeres es lo más urgente, pero creo que a los hombres que se desmarcan del machismo hay que darles un sitio.
Usted da un concierto en Barcelona el 8 de marzo…
Sí, tenía este concierto programado mucho antes de que se hablase de huelga y no puedo moverlo. Si no lo hago ese día no puedo presentar el disco en Barcelona, pero como en este disco soy un hombre rubio creo que estoy disculpada. Estamos haciendo planes para que sea un fin de fiesta espectacular.