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Europa premia la cultura colaborativa de MediaLab-Prado

Taller en MediaLab-Prado. Foto: Facebook

Belén Remacha

Un proyecto “extraordinario” en una “deprimida Europa” que “vive una situación extrema”. Así definió Katherine Watson, presidenta de la Fundación Europea por la Cultura, a MediaLab-Prado, al hacerse público que la institución madrileña era la destinataria de su Premio Internacional Princesa Margarita de Holanda. Se entrega este próximo 15 de marzo. Según el jurado que lo elige, “ha encabezado numerosos proyectos que han animado los procesos democráticos en el marco de la cultura digital en España”.  Su director, Marcos García, lo describe de una manera más sencilla. Para él, MediaLab-Prado es “un experimento”.

Dicho experimento consiste en un laboratorio de participación ciudadana de “producción, investigación y difusión de proyectos culturales” que explora la colaboración y el aprendizaje sobre todo “surgido de las redes digitales”. Un espacio abierto al público y gratuito donde se organizan diferentes talleres, conferencias, debates o conciertos.

Estos días, por ejemplo, forman parte de la novena edición del festival IN-SONORA; hace poco crearon prótesis microeléctrica para niños con amputaciones realizada con impresoras 3-D. Todo lo que realizan está además muy vinculado a la licencia libre. García cree que el ser un proyecto que depende de una institución pública (concretamente del Ayuntamiento de Madrid) ha sido clave para ser reconocidos: “Hay propuestas de la sociedad civil más abiertas, pero desde lo público no es tan frecuente”.

En MediaLab se están fijando “no sólo centros culturales, sino empresas o partidos políticos, para ver cómo pueden involucrarse para buscar formas de participación más activas. Hasta ahora, los centros culturales tradicionales, sobre todo, se habían basado en la recepción de los usuarios, una forma más limitada para ellos”, cuenta. Para García, el modelo que propone MediaLab-Prado puede ser trasladado, sobre todo, “al ámbito de la educación”.

En este sentido, la concejala de Cultura Celia Mayer nos describe MediaLab como la “punta de lanza” de la metodología que quieren llevar a cabo en gestión cultural desde el Consistorio. “No se trata de replicar MediaLab sino de extraer las innovaciones y el aprendizaje que ha supuesto en experimentación, creación de comunidades o trabajo participativo”, afirma.

“Queremos que el impacto de este sistema sea transversal”, dice la responsable de Cultura. “Bibliotecas o centros culturares están ahora mismo faltas de políticas relacionadas con la tecnología, que es parte de lo que queremos exportar de aquí”, continúa. Hace especial hincapié en próximos proyectos relacionados con la digitalización de archivos. MediaLab Prado forma parte de Madrid Destino y cuenta con un presupuesto base anual (de según datos de El Mundo, 1,5 millones de euros) “que va aumentando a lo largo del año”, explica Mayer, en función de los diferentes proyectos que se desarrollan.

Una red ciudadana

“Es un proyecto que tiene relación con cosas que están pasando en la ciudad, que conecta mundos distintos. Donde personas muy diferentes colaboran entre sí, gente de diferentes disciplinas y ámbitos, expertos o no expertos. Creo que eso también es una clave”, comenta. Todos los proyectos que se llevan a cabo, además, “se pueden replicar en otros lugares. Se documentan bien con ese objetivo”, explica.

Patricia Horrillo está de acuerdo con el director. Esta periodista conoce bien la iniciativa: anteriormente trabajó en MediaLab-Prado; hoy desarrolla ahí el proyecto Wikiesfera. “Lo bueno que aporta es tener un espacio para desarrollar los talleres y poder crear una red de contactos”, opina.

“Aparte de a eso, creo que se premia a toda una trayectoria. Llega en un momento muy bueno, con el espacio asentado”, añade Horrillo. Y es que recuerda que MediaLab-Prado ya ha cumplido 14 años. Nació en 2000 como MediaLabMadrid; en 2007 se trasladó a la Plaza de las Letras, y por esa nueva ubicación adquirió su nueva denominación. Se sitúa en el edificio “imponente” Serrería Belga desde que fuera rehabilitado en 2013.

El premio llega, además, cuando “se está poniendo en valor este tipo de apuestas de participación ciudadana. Políticamente se ha puesto más de moda este sistema tan transparente en el que MediaLab fue de alguna forma pionero”, comenta Horrillo. Aunque añade que no cree que el centro “haya inventado nada, pero algo así en el espacio institucional sí que es una anomalía”.

Política cultural distribuida

El premio Princesa Margarita va acompañado de 25.000 euros, que se destinarán a “un proyecto específico” que tiene que ver con “pensar en el modelo, ver cómo se ha hecho. El reto es ahora comunicar y difundir este formato”. El dinero se gastará en un año lleno de aspiraciones. Acaba de finalizar el taller Grigri Pixel, en cuya línea de “cultura maker” se van a desarrollar más iniciativas los próximos meses.

En otoño esperan que se active de manera intensa “toda la colaboración con el Área de Participación del Gobierno de Madrid para trabajar proyectos relacionados con la innovación ciudadana, con nuevas formas de participación online y presencial, haciendo hincapié en los datos abiertos y la transparencia”, cuenta el director. Además, en octubre, apoyarán la celebración por primera vez en Madrid de la International Open Data, alojando alguna conferencia.

Además del reconocimiento y del empuje, Marcos García comenta otro aspecto positivo. “De esta manera vemos que un proyecto como Media-Lab, de carácter experimental, puede tener incidencia o puede ser útil para el Ayuntamiento en otras áreas. Nos gustaría colaborar en una política cultural distribuida, en la que también se tengan en cuenta los barrios”.

A la recepción en la capital holandesa del galardón acudirán también el coordinador general del Ayuntamiento Luis Cueto junto a García y la propia Mayer. La concejala nos explica que aprovecharán ese viaje para “concertar una serie de citas con responsables de Amsterdam, conocer otros modelos de gestión que forman el tejido cultural de la ciudad” , y de ese modo extraer modelos “que se puedan implementar en Madrid”.

La Fundación también otorga el Premio Princesa Margarita a la fundación Krétakör, grupo húngaro que utiliza la dramaturgia para traer diferentes perspectivas en el debate y la conversación. Un proyecto teatral que se ha convertido en social. En su caso, dicen desde la fundación, lo más notable es “su trabajo en las escuelas secundarias, permitiendo una interactuación con las voces más jóvenes”.

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