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¿Por qué salen corriendo los presidentes de la Academia de Cine?

Álex de la Iglesia dimitió en protesta por la Ley Sinde

Mónica Zas Marcos / David Sarabia

El juego de las sillas que agita el organigrama de la Academia de Cine se ha cobrado hoy sus últimas víctimas. El presidente Antonio Resines y su mano derecha, Edmond Roch, han anunciado su renuncia inminente de los cargos por “serias discrepancias con la Junta Directiva”. Fuentes cercanas al organismo han desvelado que la elección del actor cántabro no fue bien acogida entre los académicos y que Resines tuvo varios desencuentros con el director general, Porfirio Enríquez.

Sin embargo, según cuentan desde la Academia, las tensiones terminaron de quebrarse en la anterior gala de los premios Goya. Antonio Resines había creado una empresa privada para sufragar los gastos de la ceremonia llamada Premios Goya 2016 AIE, en una iniciativa nunca antes vista en sus 30 años de historia. Según comprobaron en el diario Ctxt, al ser la Academia una asociación sin ánimo de lucro, esta no podría constituir una agrupación de interés económico. Varios académicos mostraron en junio su indignación al descubrir que se mantuvo oculta y exigieron la dimisión de Resines de inmediato. El actor, sin embargo, siempre sostuvo que esta sociedad mercantil era legal.

La otra gran polémica en la entrega de los cabezudos situó en el paredón al mencionado director general, Enríquez, después de discriminar en la alfombra roja a destacados profesionales, algunos de ellos guionistas nominados a los premios. La elección de este experto en fotografía cinematográfica también levantó ampollas entre ciertos académicos, que la tomaron como una estrategia de la Junta Directiva para garantizarse el control de la institución. Este órgano representa todas las especialidades del mundo del cine -14 en total- y cuenta con dos vocales asignados a dedo por su gremio.

A diferencia de los cargos designados por la Junta, la presidencia y vicepresidencia de la Academia de Cine son electos y no reciben remuneración. Una formalidad que ayuda a que las dimisiones y salidas con portazo se sucedan con más frecuencia de la habitual. Eso ocurrió el mes pasado con Gracia Querejeta, cuya labor como cineasta prevaleció sobre la de vicepresidenta porque, además de no dar dinero, la Academia es un polvorín. “Estuve dándole vueltas y vi que era complicado compatibilizarlo en este momento con mi asistencia a las juntas y cosas de las que hay que ocuparse”, admitió.

La renuncia de la directora de 15 años y un día fue un remanso de paz en comparación con otros abandonos célebres que han alimentado titulares durante estos 30 años. Repasamos la constante polémica desde aquella cena de amigos que originó la primera asociación de trabajadores del séptimo arte.

Los Goya contra su propia Academia

La primera vez que se habló de la Academia de Cine fue durante una comida en un restaurante gallego en el corazón de Madrid. Era noviembre de 1985, y Luis García Berlanga, Carlos Saura y los actores José Sacristán y Charo López acudieron a aquel almuerzo en O'Pazo. En total, trece personalidades del cine fueron convocadas por el productor Alfredo Matas para debatir sobre los problemas que afectaban al sector.

Tres meses después, la Academia de Cine fue presentada ante la opinión pública en el Círculo de Bellas Artes, avalada por la firma de 87 profesionales. Su primer presidente, José María González Sinde, tomó posesión de su cargo en junio del 86. Tres décadas después, han pasado 14 personas diferentes por el sillón de dirección ubicado en la calle Zurbano de Madrid. La institución que se creó con el propósito de unir a todos los trabajadores del sector ha vivido tiempos convulsos, polémicas relacionadas con sus miembros y desavenencias entre los diferentes órganos de la Junta.

Todo empezó con José Sancho en 1998. En su discurso durante la gala de los Goya, aprovechó para romper una lanza a favor de su colega de profesión Pedro Almodóvar. “No entiendo por qué le tienen tanta manía. Espero que un año de estos por fin le premien”, dijo. Y no solo eso, también criticó el sistema de votación de la Academia, reclamando que se hiciera público el tanto por ciento de votos que recibía cada película.

La “racha” la continuó José Luis Garci un año después. Era enero de 1999 y también la víspera de entrega de los Premios Goya, cuando el director de El Abuelo anunciaba su baja de la Academia y su ausencia en la gala de entrega. En los meses previos fue acusado de comprar votos, aunque un informe de la propia Academia lo desmentiría más adelante. “No lo entiendo -llegó a declarar Garci en su día-, por no enturbiar la gala de los Goya se sacrifica a alguien que lleva trabajando 30 años con una trayectoria ejemplar”.

El toque de atención que realizó José Sancho sobre la Academia para que tuvieran en cuenta a Almodóvar no cayó en saco roto. En 2006, el actor ganaría un premio. Pero en su enésima candidatura en 2005, él y su hermano Agustín se dieron de baja de la Academia como protesta por lo que ellos consideraron un sistema de votación injusto. Ambos consideraron que la cinta La mala educación había sido maltratada, ya que ninguno de sus actores estuvo nominado a premio alguno. No era la primera vez que saltaban chispas entre Almodóvar y la Academia: en 1988 llegó a decir que los premios Goya que otorgaba la institución “no representaban al cine español”.

Las presidencias más polémicas

Cuatro años después del incidente Almodóvar, los Goya vivirían una de sus ediciones más polémicas por la suma de dos factores: el no a la guerra de Irak y las críticas contra el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.

Ángeles González-Sinde había sustituido en la presidencia de la Academia a Mercedes Sampietro en 2006, pero eso fue antes de convertirse en ministra de Cultura de Zapatero. Por el camino quedan las declaraciones de la exdirectora de la Academia, Ana Arrieta, en las que confesaba su desencuentro con Sinde, y el discurso de esta en los Goya, que fue más bien un alegato en contra de las descargas gratuitas de archivos en Internet.

La incompatibilidad para ejercer el cargo de ministra de Cultura y presidenta de la Academia de Cine hizo que en junio de 2009, Alex de la Iglesia se pusiera al frente de la institución. Sin embargo, dos años después dimitió el día después de la gala de los Goya de 2011. ¿Los motivos? PSOE, PP y CiU se pusieron de acuerdo para sacar adelante la popularmente conocida Ley Sinde, una ley que cercenaba los derechos de los internautas, permitía cerrar páginas webs que violasen los derechos de autor y penaba con cuantiosas multas las descargas de según qué contenidos. Ni que decir tiene que la ley había sido impulsada por su predecesora en el cargo, Ángeles González-Sinde, hija del primer presidente de la Academia.

Después llegaría Enrique González-Macho, que siempre fue una de las voces más mediáticas del cine en los últimos años. En la época de Ángeles González-Sinde como ministra de Cultura defendió su controvertida Ley homónima y con sus discursos, principalmente el que realizó en la gala de los Goya de 2012 como presidente, se ganó la animadversión de numerosos internautas. Curiosamente, González-Macho tenía un alegato opuesto al de su predecesor Álex de la Iglesia sobre el cine e Internet, aunque fuese uno de los fundadores de la plataforma Filmin.

El empresario y distribudor dimitió en febrero de 2015. En la carta que González Macho envió a los académicos comunicando su decisión, argumentaba que no podía compaginar su “actividad personal con la Presidencia de forma cuanto menos correcta”, y aseguraba que no existían otros motivos. Apenas unos meses después, la Fiscalía le acusó de inflar la taquilla y la recaudación de la película Rosa y Negro en uno de los mayores escándalos del sector conocido como “el taquillazo”.

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