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Primavera Sound 2022: polémicas, mucha música y hasta una piscina vip

Nick Cave, cabeza de cartel este sábado

Carmen López

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Aunque han pasado tres años desde su anterior edición, el Primavera Sound no se quedó parado. El mundo se paralizó por una pandemia mundial, pero los responsables del festival trabajaron para convertirlo en el macrofestival de los macrofestivales con tentáculos que llegan hasta Porto, Los Ángeles, Santiago de Chile, Buenos Aires y Sao Paulo. Este crecimiento se traduce en dinero y otorga a la empresa un poder que le permite tanto crear su propio circuito sin pensar en la competencia como exigir condiciones a las instituciones bajo amenaza de irse con la música a otra parte. Literalmente.

Este año, el festival celebra su vigésimo aniversario en Barcelona después de dos años posponiendo la fiesta por la crisis sanitaria. Y ha tirado la casa por la ventana con un cartel que acoge 672 actuaciones repartidas por 16 escenarios en el Parc del Fòrum y 14 en diferentes espacios y salas de la ciudad durante diez días. Según las estimaciones de la organización, el número de asistentes llegará al medio millón procedentes de 139 países diferentes. Además, en esta edición hay cinco zonas vip (la gestionada por Soho House tiene piscina, aunque no se puede usar) y permite pagar con criptomonedas debido a una alianza con la plataforma Binance que también patrocina un escenario. Y los propietarios de un abono también lo son de un NFT de Primavera Sound por cortesía de la casa.

Un tinglado de este calibre tiene grandes ventajas como el impacto económico de 300 millones de euros que, según la organización, traerá a Barcelona y los 7.000 trabajos directos o indirectos que generará. Pero también inconvenientes relacionados con los habitantes y los gestores de la ciudad, que ven en él un modelo de turismo masivo similar al de los grandes cruceros que cada día llegan al puerto. La actitud del codirector Gabi Ruiz frente al Ayuntamiento, con sus amenazas de trasladar el evento a Madrid porque no siente “el apoyo de las autoridades locales”, no ayuda tampoco.

Además de las declaraciones que hizo al respecto el martes previo al festival en su propia Radio Primavera Sound, el primer día los asistentes se dieron de bruces con una recreación de la famosa ilustración de Dimitri Vrubel de 1989, en la que retrató a Leonid Brezhnev y Erich Honecker besándose en la boca. La organización (no hay más datos acerca de la autoría) sustituyó a los protagonistas por Ada Colau e Isabel Díaz Ayuso pero mantuvo la frase en ruso pintada en la original: “Dios mío, ayúdame a sobrevivir a este amor mortal”. Otra manera más de presionar al consistorio barcelonés, curiosamente similar a la utilizada por Vox en Asturias contra el gobierno del Principado al respecto de la oficialidad del asturiano. La alcaldesa de la ciudad acudió el jueves 2, pero canceló su asistencia prevista para el día siguiente, sin dar explicaciones.

Día a día: jueves 1 de junio

La oferta musical de esta edición es inabarcable. Hay tantos grupos que las actuaciones se solapan y el desplazamiento de un escenario a otro lleva su tiempo así que alguien que quiera ver a muchas bandas tendrá que caminar a buen ritmo por los 160.000 metros cuadrados del recinto para conseguir llegar a tiempo. Desde los escenarios Estrella Damm y Pull & Bear (sí, todos están patrocinados por marcas), que están pegados hasta los que están pasando el puente que lleva a Sant Adrià del Besós puede haber media hora caminando, o más. De hecho, la organización ofrece la posibilidad de alquilar un patinete eléctrico para ahorrar tiempo en la pasarela.

Pero después de tres años de parón, la gente tiene ganas de fiesta y esos factores no tienen demasiada importancia. Los que sí la tuvieron fueron los fallos del primer día del festival, que desataron una avalancha de quejas de los asistentes en las redes sociales: esperas de una hora para llegar a la barra, colas imposibles para los baños, embudos de gente para acceder a escenarios y tres fuentes de agua potable gratuitas para los 80.000 asistentes diarios que se preveían.

Dichos problemas se llevaron gran parte del protagonismo de la jornada, pero el público –que no se quedó atrapado en una cola o un embotellamiento– también disfrutó de grupos de la vieja guardia del indie como Dinosaur Jr, Pavement o Yo La Tengo y de nuevas incorporaciones al colectivo como Tame Impala, una de las bandas que más personas congregó ante el escenario. No todo fueron guitarras y distorsiones, porque en el Auditori también se pudo escuchar a Maria del Mar Bonet y grandes divas del escenario como Charli XCX y Bad Gyal también hicieron vibrar a su público. Por medio también actuaron Rodrigo Cuevas, con su reinterpretación cabaretera de la zarzuela y los poperos Carolina Durante.

Viernes 2 de junio

Primavera Sound tomó nota del chaparrón que le cayó en redes, pidió perdón y declaró que estaba trabajando sin descanso para “solucionarlos y que podamos disfrutar todos de las próximas jornadas como nos merecemos”. Sumaron tres fuentes de agua potable gratuita a las tres que ya existían (un poco escasas para un aforo de miles de personas, pero menos da una piedra). Añadieron más personal en barra, solucionaron los problemas de wifi que también habían ralentizado el servicio el día anterior y el equipo de seguridad se encargó de dirigir a los asistentes a la hora de entrar y salir de los escenarios para evitar las aglomeraciones.

Sin embargo, el community manager (hasta le han dedicado una canción para darle ánimos) tuvo que lidiar con un nuevo alud de protestas. A la lista de cancelaciones previas –Bikini Kill, Girl In Red, Bestia Bebé, Afrikan Sciences, DJ Black Low, Girl In Red, Kehlani, Georgia, Pa Salieu, Rapsody y Lingua Ignota– el viernes por la mañana se sumó la de The Strokes. La banda ya estaba en Barcelona, pero uno de sus miembros se contagió de covid y tuvieron que cancelar su actuación prevista para ese mismo día.

El concierto se ha movido al próximo fin de semana y los afectados por el cambio que tuviesen únicamente la entrada para el día 3 podrán asistir a la nueva cita sin necesidad de hacer ninguna gestión adicional. Pero no así a quienes tenían el abono de este primer fin de semana, lo cual no sentó muy bien a este colectivo y aunque la organización rellenó el hueco añadiendo a la parrilla de actuaciones a grupos como Mogwai o Caribou, no calmaron del todo los ánimos

La jornada, mucho más fluida, comenzó con actuaciones como la de Cariño, que hicieron bailar y corear al público éxitos como Bisexual, No soy tu puto tamagochi o Llorando en la acera. Poco después, en el escenario Ouigo, tocó el grupo australiano Pond, que ha intercambiado miembros con Tame Impala y se mueve en su mismo universo de guitarras psicodélicas. Helado Negro se metió en el bolsillo a su audiencia con la cadencia melosa de temas como País nublado, Outside the Outside o Running. Pero los grandes nombres del día fueron Fontaines D.C, que consiguieron que se montasen pogos entre el público y, por supuesto, Beck.

El ya veterano músico de Los Angeles regaló a los asistentes a su actuación una buena ristra de temas míticos para bailar –Devil’s Haircut, Girl, Dreams, The New Pollution, Guero–, emocionarse –Morning Phase, Lost Cause, o la versión de The Korgis Everybody Has To Learn Sometime– y corear a voz en grito con, por supuesto, Loser. Era el primer concierto que Hansen daba después de la pandemia y lo dio todo en el escenario, vestido con un traje blanco de estilo setentero y acompañado por su nueva banda.

Más o menos a esa misma hora (aquí un ejemplo de solapamiento de horarios), Amaia interpretó algunas de sus canciones más conocidas y mejor valoradas como La vida imposible, Yamaguchi o la versión de Santos que yo te pinte de Los Planetas. Otra que añadió una versión a su escaso pero efectivo repertorio fue Rigoberta Bandini que, ya entrada la noche, interpretó el La, la, la de Massiel en clave de fiesta. Por supuesto, también cayeron Too Many Drugs, Perra, Ay Mamá y consiguió que el público local bailase y se desinhibiese, algo que no es fácil en Barcelona, la ciudad en la que nadie baila en los conciertos.

Sábado 4 de junio

Por fortuna, la organización pudo solventar los problemas del primer día, porque si no el sábado hubiese sido el caos absoluto. Mientras que el viernes parecía que el número de asistentes había bajado, el tercer día del evento había gente por todas partes pese a que la programación de ese día no era demasiado animada. El cabeza de cartel era el venerado Nick Cave, que no está pasando su mejor momento vital tras la muerte de su hijo a principios del pasado mes de mayo, cuando aún se estaba recuperando del fallecimiento de otro de sus descendientes en 2015.

Su salida al escenario fue sorprendentemente potente. Vestido con traje negro y acompañado, como siempre, de Warren Ellis y un coro de gospel, entonó Get ready for love a toda pastilla con saltos incluidos (no hay que olvidar que tiene 65 años, un dato importante) seguida de There She Goes My Beautiful World. Pero después de la tormenta vino la calma y ya sentado al piano derrochó la melancolía que se preveía. Sonaron I Need You, Carnage, Red Right Hand y Mercy Seat entre otras. No fue un concierto movido pero sí conmovedor.

La ventaja que tiene un festival-buffet es que se puede cambiar de registro con solo moverse a otro escenario. A unos cuantos pasos de Cave, tocaban Napalm Death con Mark “Barney” Greenway haciendo alarde de la resistencia de sus cuerdas vocales y lanzando mensajes pacifistas, feministas y antifascistas entre tema y tema. A medianoche, la banda Gorillaz captó la atención de un porcentaje importante de los asistentes al evento, con un Damon Albarn un tanto tieso sobre las tablas.

El público esperó hasta las dos de la madrugada para ver a Tyler, The Creator, posiblemente el único músico de hip hop que no calza zapatillas deportivas y que tuvo decoración en un escenario del Primavera Sound. En medio de la recreación de un jardín onírico, interpretó los temas que le han convertido en uno de los artistas más respetados del momento como See You Again, gracias a los que consiguió mantener activos gran parte de los asistentes que, nada más terminar su actuación, tomaron el camino de salida. Hasta el fin de semana que viene o hasta el próximo año, en Barcelona o en Madrid. 

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