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Rodrigo Rey Rosa reúne su obra de no ficción en “La cola del dragón”

EFE

Madrid —

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El escritor guatemalteco Rodrigo Rey Rosa, novelista y cuentista, considerado por Roberto Bolaño como el más riguroso de su generación y al mismo tiempo el más transparente, ha reunido sus textos de no ficción en “La cola del dragón”, un libro donde muestra su compromiso con la historia y con Guatemala.

Publicado por la editorial valenciana Contrabando, “La cola del dragón” reúne 16 piezas sobre diferentes temas, artículos de prensa, reportajes, ensayos o crónicas, entre ellos, y como tema central un testimonio oscuro de Guatemala, su violencia y desigualdad y las heridas abiertas provocadas por los asesinatos y desapariciones ocurridas entre 1960 y 1996, sobre todo con las etnias guatemaltecas.

Una violencia, que, según el informe “Guatemala nunca más”, señaló como responsable del más del 90 por ciento de los asesinatos y desapariciones, al Ejército nacional, y que es en el que se adentra Rodrigo Rey Rosa( Ciudad de Guatemala, 1958) a través de un intenso reportaje frío y estremecedor.

Y de ahí, de este asunto, el título que da nombre al libro, según explica a Efe Rey Rosa. “Durante una de las entrevistas que hice para escribir el relato que lleva ese título -argumenta- que habla del juicio por genocidio entablado a dos ex generales, pregunté a un testigo cómo fue que comenzaron a juntar pruebas, tantos años después de las matanzas, es decir, a desenterrar los cadáveres de las víctimas en el país ixil”.

“La respuesta fue -continúa- que al principio no se atrevían, porque, como decía le gente, no convenía tocarle la cola al dragón. Pero una vez vencido ese miedo, comenzaron los desenterramientos sistemáticos y hubo abundancia de pruebas”, precisa este autor que salió de su país para vivir en Tánger (Marruecos) y en Nueva York, donde estudió cine.

En 1979, el autor de “El material humano” se fue de su país al que regresó hace una década y desde entonces el escritor se ha dedicado a indagar en la violencia y el conflicto con las minorías, con los pueblos indígenas, algo que se refleja en toda su obra, incluso de ficción, donde la violencia también golpea a sus personajes.

“Lo cierto es que mientras ocurrían las matanzas, en los años setenta y ochenta, en Guatemala era prácticamente imposible para el ciudadano medio enterarse de lo que ocurría, porque la prensa callaba casi todo. Los dueños de los medios eran en cierta manera cómplices”, subraya Rosa, quien habla también de la realidad guatemalteca en libros de ficción, como en “Imitación de Guatemala” (Alfaguara) donde reúne títulos sobre su país: “Que me maten si...”, “Piedras encantadas”, “Caballerizas” y “El cojo bueno”.

Pero Rey Rosa, Premio Nacional de Literatura de Guatemala, también recorre otros territorios en “La cola del dragón”, como su encuentro con Paul Bowles, en Tánger o su visita a París y Mali parta visitar a Miquel Barceló o su visión sobre las bibliotecas colombianas o las minas de oro de centroamérica.

En las primeras páginas del libro, rey Rosa habla de su viaje a Tánger, donde conoció a Paul Bowles. “Hace 26 años ya que puse pie por primera vez en Tánger. Se parece a Sicilia, con algo de Grecia y del sur de España también, sin los camellos...”

“Como suelo decir -explica-, Paul fue el primer escritor a quien conocí en persona. ¡Eso fue una gran suerte! Durante el taller de creación literaria que tomé con él -y no volvía tomar otro después de ese-- decía a los participantes que él no creía que fuera posible enseñar este oficio, que cada uno debía arreglárselas por sí solo; que él daba esos talleres porque necesitaba ganar algo de dinero”.

“En ese tiempo -prosigue- sus libros no eran muy conocidos, como llegaron a serlo después de que Bertolucci llevara al cine su versión de 'El cielo protector, que por cierto a Paul no le gustó nada”, precisa.

“Paul también decía que quienes pensaran que él podía ayudarles a escribir libros que pudieran convertirse en 'best seller' estaban en el lugar equivocado. Pero aunque no fuera posible enriquecerse con la escritura, creía que sí era posible organizar la vida alrededor de la escritura y dedicarse plenamente a ella”, concluye Rey Rosa. Carmen Sigüenza.