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El genio de Saint Laurent revive en Cannes en un filme excesivo
Yves Saint Laurent era un genio de la moda pero también era un transgresor y una persona compleja y depresiva. Ese es el retrato que muestra la película del realizador francés Bertrand Bonello, presentada hoy en la competición oficial de Cannes, y que resulta excesiva y, por momentos, grotesca.
Un filme que no cuenta con la autorización expresa del que fuera pareja y socio de Saint Laurent durante casi 50 años, Pierre Bergé, pero que tampoco nadie ha intentado parar, como señalaron hoy en rueda de prensa Bonello y los productores.
Pero esa falta de autorización expresa no ha sido negativa, sino que ha dado al director “la libertad” de hacer el filme que querían hacer, sin tener que estar pendientes de que el resultado tuviera que ser aprobado. “Estamos muy orgullosos del resultado y nadie nos ha impedido hacerlo”, remarcó Bonello.
Ni él ni los productores quisieron además entrar en polémica sobre el otro filme que sobre la figura del modisto francés se ha estrenado también este año, dirigido por Jalil Lespert y que sí contaba con el beneplácito de Bergé.
“Saint Laurent” se centra en un década de la vida del creador, a partir de 1967, porque fueron los años más productivos desde el punto de vista artístico y los más complicados de su vida personal, con complicadas relaciones amorosas, dependencia de drogas y épocas de depresión.
“Es un filme que va del documental a la ópera” en palabras de Bonello, que ha querido mostrar el trabajo de Saint Laurent de manera muy precisa, contando incluso con modistas reales para dar total veracidad a su movimientos, su trabajo, sus manos y su jerarquía, algo muy importante en un taller.
Y ese estilo casi documental coexiste con una ficción de la vida personal del modisto, que se muestra en la película como un ser enormemente frágil y vulnerable, con numerosas aventuras sexuales al margen de su relación con Bergé y rodeado siempre de una pléyade de aduladores.
Gaspar Ulliel hace una interpretación muy cercana a la realidad del modisto, aunque sin caer en el mimetismo ni en la imitación del personaje, como explicó en la rueda de prensa.
“Traté de conocer el máximo de Yves para luego alejarme lo más posible y tener así más libertad. Se trataba de inspirarme y apropiarme del personaje” para “no hacer simplemente una mimetización”.
Junto a él, Jérémie Renier (Bergé); Léa Seydoux (Loulou de la Falaise) y Aymeline Valade (Betty Catroux).
Loulou y Betty son dos de las personas de su entorno a las que el filme da mayor protagonismo, como amigas e inspiradoras de Saint Laurent.
Para Seydoux, Loulou era “un toque de color en la vida de Yves”, una persona que “lo único que hace es ayudarle a desplegar su talento”.
Un talento que Bonello retrata con atención en los numerosos momentos en los que el modisto aparece realizando los bocetos de los modelos, porque más que otra cosa, el filme trata de mostrar el proceso creativo del genio.
Aunque para hacerlo Bonello introduce excesivos elementos que obstaculizan una narración grandilocuente y pretenciosa que juega en contra de la humanización de Saint Laurent, que aparece dibujado como lleno de complejos e inseguridades.
Y si Ulliel hace una estupenda interpretación del Saint Laurent joven, no menos ajustada es la de Helmut Berger, que le da vida ya de anciano, en unas pocas escenas en las que aparece el modisto ya retirado, solo y viviendo únicamente de sus recuerdos.
Pero la película no pretende centrarse solo en el lado oscuro del diseñador, y dedica gran atención a los modelos que le hicieron famoso, desde los trajes masculinos a los célebres diseños del desfile de la colección rusa de 1976 que, según muchos expertos, cambió el rumbo de la moda.
Desnudos de los actores, escenas de orgías más estéticas que explícitas, fiestas en discotecas, abusos de drogas y de alcohol sembrarán sin duda la polémica con una película que no ofrece nada que no se supiera y que se repite sin parar en sus dos horas y media de metraje, pero que recibió fuertes aplausos tras su primera proyección.
Alicia García de Francisco
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