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'American Crime' hurga en las heridas abiertas de Estados Unidos

“Si Charles Dickens estuviera vivo, sería guionista de televisión” es una frase de la ejecutiva de BBC Jane Tranter que hasta el creador de Mad Men se ha atrevido a utilizar y transformar en “si Charles Dickens estuviera vivo, sería showrunner”. No sabemos a qué se dedicaría el genio británico hoy en día pero sí que el modo en el que concebía sus novelas es una de las grandes influencias de las series de televisión actuales. Historias contadas por capítulos que sus seguidores consumen con avidez.

Hay otra moda reciente que tiende nuevos puentes con la literatura: las series antología. Aquellas que en vez de desarrollar una misma historia a lo largo de varias temporadas, optan por presentar una nueva cada entrega, en la mayoría de los casos con los mismos actores pero dando vida a personajes distintos.

No es un formato nuevo pero desde que American Horror Story lo presentó como su bonus track narrativo, más series se ha apuntado al formato. True Detective y Fargo han presumido de sello autoral con el formato de antología y American Crime lo ha devuelto a la televisión generalista estadounidense. Aunque si hablamos de televisión generalista y American Crime (disponible en Canal+ Series y Yomvi), hay que hacerlo con la etiqueta de excepción.

La serie de John Ridley (12 años de esclavitud) es una rara avis: por su cadena de origen, la misma ABC que emite Scandal o Modern Family, y por su plena conciencia de serie minoritaria. Esto precisamente fue lo que le quitó gran parte de la presión que ejercen los índices de audiencia y le dio la renovación para una segunda temporada gracias a la acogida entre la crítica y las nominaciones, con un premio, en los Emmy.

American Crime es un espejo en el que muchos espectadores no les gustaría verse reflejados. La primera temporada, 11 capítulos emocionalmente tan devastadores como The Leftovers, giraba en torno a un crimen ocurrido en Modesto, una localidad californiana marcada por las desigualdades sociales, el racismo y en el que las dudas sobre el sistema policial y judicial de Estados Unidos ponían la puntilla. Las ramificaciones del doble crimen, una violación y un asesinato, se extendían hasta los problemas familiares y de integración de los protagonistas.

Además de una historia que no daba tregua a lo largo de 11 capítulos, con momentos muy duros y la sensación de que muchas veces lo que estabas viendo era una serie documental, destacaba el trabajo de sus protagonistas: los veteranos Timothy Hutton, Felicity Huffman, Regina King (ganadora del Emmy y con un 2015 magnífico gracias también a The Leftovers) o Benito Martinez, junto a las revelaciones de Richard Cabral o Caitlin Gerard.

La segunda temporada viaja hasta el centro de Estados Unidos y conserva en el reparto a Timothy Hutton, Felicity Huffman, Lilly Taylor, Regina King y Elvis Nolasco. Los ingredientes de la historia son el acoso escolar, el clasismo, el sistema escolar estadounidenses y los fallos de su sistema judicial. Como en Friday Night Lights, aunque salvando unas cuantas distancias, la trama está centrada en un centro educativo y en una comunidad de padres y alumnos obsesionados con las victorias de su equipo de baloncesto.

El primer capítulo sigue conservando una cierta sensación de falso documental por el tono descarnado pero ya no tanto por la utilización de las cámaras al hombro y el montaje tan poco convencional que guiaban a los capítulos de la primera temporada. Gran parte del peso dramático y desesperanzador de la historia vuelve a recaer en sus actores. Felicity Hoffman y Regina King no se perdieron casi ninguna nominación el año pasado y parece que volverán a repetir este. American Crime vuelve a aspirar a ser una de las series más incómodas de ver… sin preocuparse por las consecuencias. Su verdadera razón de ser.

“Si Charles Dickens estuviera vivo, sería guionista de televisión” es una frase de la ejecutiva de BBC Jane Tranter que hasta el creador de Mad Men se ha atrevido a utilizar y transformar en “si Charles Dickens estuviera vivo, sería showrunner”. No sabemos a qué se dedicaría el genio británico hoy en día pero sí que el modo en el que concebía sus novelas es una de las grandes influencias de las series de televisión actuales. Historias contadas por capítulos que sus seguidores consumen con avidez.

Hay otra moda reciente que tiende nuevos puentes con la literatura: las series antología. Aquellas que en vez de desarrollar una misma historia a lo largo de varias temporadas, optan por presentar una nueva cada entrega, en la mayoría de los casos con los mismos actores pero dando vida a personajes distintos.