Sitges VII: Corre Victoria Corre
Tras su aplaudido paso por el Festival de Berlín y arrasar en los Lola del cine alemán, Victoria recaló en la costa catalana para subir el nivel de la programación y confirmar la línea ascendente de los últimos días. Por su parte El director Alex van Warmerdam regresó con Schneider Vs. Bax , su nuevo proyecto dos años después de obtener en el mismo escenario el premio a la mejor película con Borgman. Un film en el que se vuelve a desdoblar en tareas de dirección, guión y actuación.
En el calor de la noche berlinesa
Victoria no debería quedar relegada a la osadía técnica con la que se ha rodado – una sola toma de dos horas y veinte minutos -, sino que debería considerarse como uno de los thrillers más eléctricos e intensos vistos en mucho tiempo. El alemán Sebastian Schipper propone el viaje alocado de una joven española a lo largo de una noche en la capital alemana en el momento que entra en contacto con un grupo de jóvenes problemáticos, sintiéndose atraída por uno de ellos.
Este esquema de “chico conoce a chica” dará paso a un tenso y emocionante atraco y sus esperables consecuencias. La singular (y prodigiosa) ejecución en plano secuencia sirve a su director para sumergir al espectador en ese viaje adrenalínico de no retorno, a ese calor de la noche adictivo para cierta juventud, y en definitiva a esa chispa que te remueve por dentro y te empuja a tomar situaciones erróneas. El film sobresale por muchos elementos, esa imperfección propia de un rodaje que no permitía repetir tomas – solo se rodaron tres tomas – da salida a cierta naturalidad y espontaneidad en las interpretaciones y en unos diálogos que en su mayoría resultan improvisados, pero que dotan al trayecto de un realismo acerado, contagiando al espectador de esas emociones y sensaciones propias del hedonismo nocturno que sufren un vuelco de 180º cuando la cinta se desvía hacia el thriller criminal.
Schipper tiene en mente obras de culto de la cinematografía europea como El odio o Corre Lola Corre – donde intervenía como actor en un rol secundario – para dar ese encaje modélico entre forma y contenido, y lanzar al espectador al abismo de este peligroso, emotivo y vibrante viaje sin retorno por la noche berlinesa. Además Victoria supone el lanzamiento internacional de Laia Costa, la actriz catalana que acapara la cámara y su movimiento orgánico, y que impulsa la emoción intrínseca de este relato juvenil con su poderosa actuación.
Duelo de absurdos
La película se abre con una escena familiar idílica con el objetivo de situar a uno de los personajes centrales de Schneider Vs. Baix. Al poco nos damos cuenta que ese entregado y ejemplar padre de familia es en realidad un asesino en serie que recibe un encargo a regañadientes, asesinar al escritor Ramon Bax. A partir de ese instante cabe de lo más inesperado en el universo programado por el holandés van Warmerdam. Especialmente notas gruesas de ese humor negro retorcido que se apoya en lo absurdo y el surrealismo como esquema por el que transcurre este duelo entre los personajes que alude su título, y narrado en clave de thriller extravagante . De manera más acusada que en su anterior Borgman, el director holandés abre las costuras a corrientes más amplias de ese humor inesperado e ingenioso con el que se ganó varios aplausos y carcajadas durante la sesión de ayer.
Casas del terror subalquiladas
La reformulación del cine de terror se paga a precio de oro en este festival y otros del género. No parece que esta edición vaya a deparar una cinta de género referencial, capaz de hacer saltar las suturas del género. Al menos no ocurrirá con The Devil's Candy, un manido ejercicio de casas encantadas y posesiones demoníacas aliñada con mucha música metal que dejó a la platea del Auditori indiferente (y probablemente al jurado de la sección oficial). Sean Byrne sirve en este relato sobre una família que se muda a una casa de Tejas que albergó dos muertes un artefacto manipulado de forma parecida en infinidad de ocasiones que pasa por la retina sin roce ni efecto alguno. Uno de esos filmes de terror olvidable, que pisan lugares comunes sin dejar huella alguna.