Es difícil no enamorarse de Ermanno y Lena, los protagonistas de Sole. “Espero que al público le guste la película, pero sobre todo espero que amen a sus personajes”, ha dicho el italiano Carlo Sironi, director de esta opera prima, estrenada ahora en España de la mano de Márgenes Distribución tras causar impacto en numerosos festivales y ser reconocida por la crítica internacional. Es difícil no amar a estos personajes. Unos actores casi adolescentes, Sandra Drzymalska y Claudio Segaluscio, nos enganchan a la pantalla desde un silencio que se vuelve adictivo y a través de unas miradas que no podemos dejar de sostener. Si el premio fuera otro primer plano de esa belleza, de esa tristeza, seguiríamos metiendo monedas en una tragaperras como la que ahoga la frustración de Ermanno y Lena.
Lena llega a Italia embarazada de siete meses. Viene desde Polonia para dar a luz a la bebé que está gestando, vendida a la familia de Ermanno. Él recibirá 4.000 euros por vigilarla hasta el momento del parto, reconocer a la niña que va a nacer y entregarla en adopción a sus tíos, que no pueden procrear. Ella recibirá 8.000 euros y desaparecerá. Mientras, la familia de Ermanno los instala en un piso casi vacío, donde su relación se irá construyendo frente a un mar de invierno siempre quieto y azul, que se recorta desde la ventana como el plano de una infinita soledad. Lentamente, iremos descubriendo las trágicas razones por las que ambos han llegado hasta allí, una información esencial que Carlo Sironi pone en boca de sus personajes de la manera más escueta posible.
Sironi plantea el controvertido asunto de los vientres de alquiler adentrándose en el sistema de falsas adopciones que prolifera en Italia y otras partes del mundo, y que descubrió durante su investigación para un documental sobre el tráfico de mujeres del Este de Europa.
Hay en Sole un dolor sordo, una abismal impotencia ante un destino de orfandad y abandono que conduce, sin fácil remedio, a un espacio vital de difícil salida. Nada para expresar esa opresión como los rostros de Segaluscio y Drzymalska, que se convierten ante la cámara en una suerte de escenografía moral. Pero también la sutileza, la sobriedad, la desnudez de las metáforas visuales que Sironi cimenta sobre los espacios físicos en que sitúa a sus personajes (localizados en un barrio trabajador e impersonal de la ciudad de Nettuno, provincia de Roma): los cuartos de Ermanno y Lena; la habitación que la tía ha preparado para la niña que compra; la nave donde baila Lena; la salas hospitalarias en las que espera Ermanno; el cubículo donde juegan a las máquinas, oscuro, al fondo, sin ventanas, en el que los sentimientos acabarán por derramarse como un pequeño chorro de monedas. El atisbo de libertad al que apuntan los exteriores y un banco frente al mar.
Es tan profundo el desgarro que esos lugares representan que no hay lugar para el aspaviento estético ni para el alegato político. Y, sin embargo, todo en Sole es pura estética al servicio de la política más pura, intimismo profundo que ilustra con precisión el reiterado lema 'lo personal es político', que interpela y cuestiona lo social con las herramientas que proporciona el arte. El talento cinematográfico de Carlo Sironi, la fotografía teñida de azul tristeza de Gergely Pohárno, la música electrónica de Teoniki Rozynek, la deslumbrante interpretación de Claudio Segaluscio, Sandra Drzymalska y el resto de los actores.
Sole -que reflexiona sobre la maternidad adolescente y los vientres de alquiler, sobre el papel de los hombres en la paternidad, sobre la desprotección de la infancia y la falta de oportunidades, sobre la necesidad y el poder del dinero- es un relato que se construye huyendo de las obviedades, desde potentes elipsis (el parto de Lena) y conmovedores destellos de la pasión no expresa de sus personajes (el trabajo de Ermanno, los vestidos para la fiesta, el baño de la niña), al ritmo denso de una gestación sin horizonte.
La película ha recibido el Premio NUOVOIMAIE Talent Award al Mejor Actor Revelación en Venecia y el Premio Fipresci a la Mejor Película en la sección 'Rellumes' del Festival de Gijón, y su director debutante ha sido incluido en la lista de Variety '10 Europeans to Watch' y apadrinado por Paolo Taviani durante la pasada edición de la Berlinale. Basta para entenderlo con escuchar el desamparado silencio de Lena y sumergirse en la poderosa desolación de los ojos de Ermanno. En su drama. En su bondad. En su belleza. En su amor.