Una joven espera a su padre sentada en un banco del Retiro de Madrid. Está rodeada de árboles, de hierba, de naturaleza. Debería estar tranquila, pero no puede. Pronto un ruido a su lado la inquieta. Mira a su alrededor. Se tensa. Descubre que hay una mirada, masculina, que la examina. Tiene miedo. Su cuerpo se pone automáticamente en alerta. Ya no habrá vuelta atrás. El temor formará parte de su vida para siempre. Con esta escena arranca El sueño de la sultana, la joya de animación con la que Isabel Herguera participa en la Sección Oficial del 71º Festival de San Sebastián, que se celebra esta semana en Donostia.
“Estar alerta forma parte de nuestro crecer, porque también hay quien está alerta dispuesto a cometer un abuso. Es una caza, y que va más allá de nuestra condición económica, social y cultural. Es algo que todas las mujeres tenemos en común, seas de donde seas”, lamenta la cineasta ante este periódico.
¿Existe una posibilidad real de cambio? La donostiarra considera que sí, pero defiende que para poder generarlos es muy importante “no callar”. Y que, para conseguirlo, hace falta creer en ellos y soñarlos: “El sueño tiene la capacidad. Si imaginamos algo, quizás tarde o temprano podremos conseguirlo. Si no soñamos, no avanzamos. Yo soñé con hacer una peli y finalmente está hecha”.
Un hito en la animación española
Herguera debuta con este largometraje que se ha convertido en el primero de animación español –y europeo– en competir por la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián. Y es que este tipo de cine está siendo uno de los protagonistas de la edición desde su inauguración el pasado de viernes con la proyección El chico y la garza, la última película del maestro Hayao Miyazaki. También se ha presentado Dispararon al pianista de la dupla Fernando Trueba y Javier Mariscal sobre el músico Tenório Júnior.
“Hay mucha animación y abrir con Miyazaki fue una declaración de intenciones muy fuerte por parte del festival. Un abrir las puertas a una manera de hacer cine que en los grandes festivales suele diluirse”, reivindica la directora. Además, asegura que en España está viviendo un gran momento y avanza: “El año que viene hay en el horno un montón de proyectos preciosos realizados por mujeres”.
Una utopía feminista
Herguera se ha inspirado para su ópera prima en el cuento de ciencia ficción feminista escrito por Rokeya Hussain, que fue publicado en la India en 1905. “Lo encontré por casualidad en una galería de arte en Nueva Delhi en la que entré para refugiarme de la lluvia. Allí vi un libro con una portada roja que tenía una ilustración de una mujer pilotando una nave espacial”, expone. El subtítulo advertía de que se trataba de una “utopía feminista” que imaginaba 'El país de las mujeres': “Un lugar donde ellas tienen el conocimiento y, por tanto, el poder. Mientras que ellos, que son ignorantes, viven detrás de las cortinas”.
Inés, la protagonista del filme, realiza el mismo descubrimiento y la película recrea su narración del volumen. En el cuento el territorio libre de patriarcado se llama 'Ladyland', que inmediatamente recuerda al 'Barbieland' de la cinta de Greta Gerwig que se ha convertido en el gran fenómeno del año desde su estreno el pasado mes de julio. La directora donostiarra reconoce que no ha visto el filme protagonizado por Margot Robbie y Ryan Gosling, y explica que su similitud ha sido “una coincidencia”.
En su largometraje los hombres están encerrados en casa, recluidos y avergonzados por no haber sido capaces de proteger su tierra de un grupo de invasores. Fueron ellas quienes lo lograron, y sin derramar ni una sola gota de sangre. Para ello, inventaron una máquina capaz de generar unas frecuencias tan insoportables de sonido que ahuyentaron al enemigo para siempre. Su victoria implicó que desde entonces fueran ellas quienes gobernaran y ocuparan sus calles, ahora seguras durante las 24 horas del día.
La cineasta coloca el saber y la ciencia en posiciones clave para determinar quién debe liderar las sociedades y critica que sean dos aspectos que han penalizado históricamente a la mitad de la población: “Una mujer con conocimiento es una amenaza para el hombre. Uno de los motivos por los que a Rokeya [la autora del cuento] la casaron muy joven fue que su educación la convertía en una amenaza. Era difícil encontrar a un hombre que quisiera acompañar a una mujer que supiera demasiado”.
Soñar para estar a salvo
La cinta sigue al personaje de Inés en sus periplos por la India, Italia y San Sebastián, así como sus citas con su amante Àmàr, su búsqueda de la tumba de Rokeya, sus regresos al hogar y su etapa como estudiante de filosofía. Sus escenas incluyen las voces reales de Mary Beard, que extrajo de un discurso suyo; y del filósofo Paul B. Preciado, que fue muy inspirador para Herguera por su forma de “hablar sobre las utopías” en una charla que impartió en 2015. Tal fue su influencia que decidió incorporarle al guion y pedirle que participara activamente prestando su voz.
La película ahonda en las reflexiones del personaje en torno al precio que le cuesta a las mujeres vivir bajo las imposiciones del patriarcado. Y lo hace a partir de una animación que convierte el visionado en un deleite. “Decidimos pintar todos los fondos antes de comenzar con la animación, pese a que normalmente sucede al contrario. Queríamos que la atmósfera que después determinara la actuación de los personajes fuera como pinturas. Y las pintamos a mano. El objetivo era que hubiera una visión más libre y pictórica de todo”, detalla la directora sobre el proceso creativo.
Los viajes que realiza la protagonista impregnan el largometraje de una mezcla de culturas muy rica en la que se combinan distintas lenguas. “No hace falta entenderlo todo, sino sentirlo. Forman un paisaje sonoro”, opina días después de que la aprobación del uso de las lenguas oficiales en el Congreso de los Diputados las haya situado en el centro del debate.
Una ópera prima a los 60
Herguera estrenará en salas El sueño de la sultana el próximo 17 de noviembre. Una ópera prima que la cineasta ha culminado pasados los 60, y con ya una amplia trayectoria a sus espaldas como artista visual, productora y directora de cortometrajes de ficción. Entre ellos, La gallina ciega (2006), con la que estuvo nominada al Goya, Ámár (2010), Bajo la almohada (2012) y Amore d'Inverno (2015).
Sobre su salto al largometraje, algo que no se había planteado hasta que dio con el libro de Kaguya hace 10 años, reconoce: “Tenía que que haber empezado antes porque ya no tienes tanta energía. Aunque al mismo tiempo ha llegado cuando tenía que llegar. Ha sido una montaña y he tenido miedo en muchos casos; pero sabía que tenía el oficio y la seguridad de que llegaríamos hasta el final”.