En enero de 2021 el Pavón Teatro Kamikaze de Madrid bajó el telón. Los cinco años en los que estuvo dirigido por la compañía Kamikaze, capitaneada por Miguel del Arco, dieron para mucho: consiguieron un Premio Nacional de Teatro en 2017, diversos reconocimientos Max de las Artes Escénicas y largas colas de espectadores a las puertas del recinto. Pero el éxito no fue sinónimo de rentabilidad.
La versión corta es que el proyecto acabó siendo inviable por problemas económicos. La larga, que la inseguridad permanente sobre las ayudas públicas y hasta una enmienda de Vox, que presionó al Ayuntamiento de Madrid para reducir la subvención, propiciaron la despedida. A ello hay que sumar otro elemento: los problemas para pagar el alquiler y los malentendidos con el propietario, José Maya. “No ha habido ni negociación ni relación. Solo show me the money”, decía la compañía en un reportaje publicado por elDiario.es momentos antes del cierre.
Casi ocho meses después es el mismo Maya quien inicia una nueva etapa para el teatro. La intención, como el actor y director explica a este periódico, es cumplir con aquello que tenía en mente cuando en 1999 adquirió el inmueble junto a Amaya Curieses. “La idea se vio truncada porque la Compañía Nacional de Teatro clásico lo alquiló en el 2002 para el Ministerio, donde han permanecido hasta 2016 cuando entraron los Kamikaze. Han sido 22 años para recuperar un sueño”, señala emocionado.
Pero la nueva programación será un tanto diferente con respecto a la etapa gestionada por Kamikaze. Como cuenta Maya, apostarán por “el flamenco, musicales y autores clásicos y contemporáneos”. Muestra de ello es el programa elegido para su reapertura: la primera edición del Festival de Flamenco Pavón, que contará con artistas como Antonio Canales, Lole Montoya o Maite Martín, entre otros. A este evento le seguirá Capullas? , un musical sobre la vida personal de cuatro mujeres. Atrás quedan funciones como Sueños y visiones de Rodrigo Rato, que abordaba el descalabro de Bankia y que ganó el Premio SGAE de Teatro; o Jauría, sobre el juicio realizado a La Manada, que consiguió el Premio Cultura 2019 contra la Violencia de Género o varios Premios Max 2020. “Los premios me dan un poco igual. El mejor premio que existe es que el público, además de haber disfrutado, también se vaya pensando un poco. Pero un poco, lo justo nada más”, contesta el nuevo encargado del Pavón al ser preguntado si esperaba alcanzar el mismo nivel con las nuevas producciones.
Pero José Maya no está solo en la dirección el Teatro Pavón. Le acompaña Vértigo 360, una empresa multidisciplinar de producción que aborda desde la televisión hasta la ilustración. También cuenta con la colaboración de Fever, una plataforma social y de venta de entradas creada en Nueva York que propone al usuario diferentes planes culturales (y comerciales) en función de la ciudad en la que se encuentre.
Son así varias las empresas relacionadas con la nueva etapa del teatro, a diferencia de la era Kamikaze, donde la gestión dependía esencialmente de la compañía que lo dirigía y las subvenciones públicas. ¿Puede esto condicionar la programación del teatro? “No. ¿Por qué lo va a condicionar? Insisto en que la meta fundamental de un teatro es que el público asista, y después de esta pandemia con más razón todavía. Creo que después de esta pandemia tenemos una obligada misión de hacer que el público vuelva al teatro, y eso esté la empresa que esté o tenga el estilo que tenga no va a condicionar nada”, considera Maya. Agrega que “los anteriores gestores además de premios han disfrutado de muchas subvenciones públicas”, algo que él no plantea “de momento”. “Para mí lo prioritario es dar un pistoletazo de salida y lo otro vendrá por añadido, como consolidar la programación”, sostiene.
elDiario.es se ha puesto en contacto con Kamikaze para valorar la nueva etapa del Teatro Pavón, pero ha preferido no hacer declaraciones por estar desvinculados del proyecto. “Mañana a lo mejor ahí tenemos un Zara”, lamentó el dramaturgo Miguel del Arco, uno de los cuatro impulsores de la compañía, en el reportaje publicado por este periódico mencionado anteriormente. Al final su vaticinio no estaba en lo cierto, aunque la colaboración de una empresa multinacional con el teatro sí es un hecho.
El propio Mayo cargó contra la compañía Kamikaze en enero acusándoles de ser “unos arrogantes” y de utilizar el anuncio del cierre de la sala para que “las administraciones les den un nuevo espacio”. “Me he convertido en un pobre casero insensible, soy el malo de la película. Me han utilizado como un eslogan, ellos lloran porque el que no llora no mama, y esa es una estrategia buena y les ha salido muy bien”, dijo en enero el propietario a la Cadena Ser. Una “estrategia” que, a juzgar por el resultado, no ha salido tan bien. Por tanto, quedará esperar para comprobar si el Teatro Pavón se convierte de nuevo en la referencia que fue durante la etapa Kamikaze o si, por el contrario, acaba pasando desapercibido entre la amplia oferta dramática y musical de Madrid.