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Juan Diego Botto triunfa en los Max reclamando dignidad para las cunetas

El actor Sergio Peris-Mencheta (c) y Cristina Rota (2d) reciben el premio Max al mejor espectáculo de teatro por 'Una noche sin luna'
6 de junio de 2022 23:10 h

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Si bien el espectáculo de Barco Pirata, Una noche sin luna, se hizo con dos de los galardones importantes (Mejor Actor y Mejor Espectáculo) en los premios Max 2022, quien obtuvo más galardones fue Canto jo i la muntanya balla, con tres estatuillas: Mejor Dirección, Mejor Diseño de Espacio Escénico y Mejor Composición Musical. Un espectáculo, este último, producido por La Perla 29 que se estrenó en la pequeña sala que esta compañía tiene en la Biblioteca de Catalunya. El trabajo de La Perla 29, colectivo artístico que nació a principios de siglo, lleva prodigando un teatro serio donde se junta la creación contemporánea y el repertorio. Estos tres premios también son un merecido reconocimiento a toda esa trayectoria.

Juan Diego Botto no pudo asistir a la gala al encontrarse en un rodaje. Recogió el Premio al Mejor Actor su hermana Nur Al Levi, que leyó una carta en la que Botto dedicó a su madre, Cristina Rota, el premio. Carta en la que quiso también hacer hincapié en la figura de los desaparecidos de la Guerra Civil afirmando que “miles de personas siguen esperando en las cunetas de este país que se siga haciendo justicia, esperando a que sus restos puedan tener una sepultura digna junto a sus seres queridos”. Subió Sergio Peris-Mencheta junto a Cristina Rota y Concha Busto a recoger el Premio a Mejor Espectáculo al grito de: “Viva Lorca, viva Botto y viva la madre que los parió”, tras lo cual también decidió leer unas palabras de Botto con gran carga política y en las que denunció “el auge de la extrema derecha, una ideología empeñada en negar derechos a los demás, esa ideología que dio un golpe de Estado, provoco una guerra y trazó un plan de exterminio, una ideología empeñada en apropiarse de la españolidad para expulsarnos a todos los demás, a toda la ciudadanía que piensa distinto”. Quiso también, Botto, tener un recuerdo al Cono Sur americano al decir: “García Lorca es el desaparecido más famoso de nuestra historia, pero no es el único”.

La danza, una de las grandes ganadoras

La danza tuvo una presencia mayor este año al llevarse también los Premios de Mejor Iluminación, que obtuvo Nicolás Fischtel por CreAcción, y el de Mejor Diseño de Vestuario, que obtuvo Ana Garay por Rebelión. Pero el gran ganador de la noche, frente a nombres del calado de Rocío Molina o Jesús Rubio fue Jesús Carmona, Premio Nacional de Danza 2020, que se hizo con dos galardones: Mejor Espectáculo de Danza y Mejor Intérprete Masculino de Danza. Destacó también la presencia de la danza de Euskadi. La balilarina de Zumaia, Lucía Lacarra, se aupó con el Premio a Mejor Intérprete Femenina de Danza por el espectáculo In the still of the nigth; y otro de los valores de la danza vasca, Iratxe Ansa, también Premio Nacional a la vez que Carmona, junto con su compañero Igor Bacovich, consiguió, además del mencionado Premio a Mejor Iluminación, el Premio de Mejor Coreografía por CreAcción.

Las sorpresas vinieron en los premios más pequeños. Así, Alessandra García, una de las representantes de ese movimiento vanguardista y comunitario malagueño entre el que se encuentran otros artistas como La Chachi y Alberto Cortés, recogió el Mejor Espectáculo Revelación. La otra sorpresa fue el Premio a la Mejor Autoría teatral que ganó María Velasco pasando por encima de los grandes favoritos, el propio Juan Diego Botto y Joan Yago que firmaba la obra producida por el Teatro Nacional de Catalunya, De què parlem mentre no parlem de toda aquesta merda. Velasco fue premiada por su obra Talaré a los hombres de sobre la faz de la tierra, obra poética y de gran densidad textual que la autora, también directora de la pieza, tuvo que producir a fuerza de pulmón desde la autogestión. Velasco denunció esta situación con un discurso que comenzaba con un claro: “Siendo escritora solo se me ocurren palabras malsonantes. Este camino ha sido muy difícil”. Además, aprovechó para agradecer a la Cuarta Pared, sala madrileña que volverá a exhibir esta obra el próximo septiembre, su apoyo durante todo el proyecto. Los otros premios de autoría recayeron en Sandra Ferrús y su obra La Panadera, Mejor Autoría Revelación. Y en Julio Manrique, Marc Artigau y Sergi Pompermayer que obtuvieron el Premio a la Mejor Adaptación por Carrer Robadors.

Una Monroe de piernas largas

Samantha Hudson decidió presentarse de Afrodita Hudson en una versión musical de Parole parole de Mina Mazzini y Alberto Lupo, versión donde el título se convertía en un “paraules, paraules”, haciendo referencia a la palabra presente en el arte escénico. Con aspecto de Monroe frontal y con piernas hermosas y largas, fue uno de los momentos de más fuerza escénica de la gala. Presencia que tuvo chiste incluido: “Voy muy Ainhoa Arteta, bueno, más teta que Ainhoa”. Presentó Samantha Hudson el Premio al Mejor Espectáculo de Calle, que recayó en la compañía Kamchátka, y el Premio al Mejor Espectáculo Infantil, que recayó en la longeva e indispensable compañía El Espejo Negro y su espectáculo Cris, pequeña valiente, obra sobre una niña transexual, “los niños transexuales existen, pido un gran aplauso para todos esos niñes que viven con nosotros, ser diferente no es malo, es enriquecedor”, dijo el director de la compañía Ángel Calvente. El Teatro del Soho de Málaga, que también coproducía Cris, pequeña Valiente, se hizo además con el Premio de Mejor Espectáculo Musical, que recogió Javier Banderas que en directo reprodujo un mensaje de audio de su hermano Antonio para agradecer el premio y revindicar la lucha “por las artes escénicas en unos tiempos que parece que solo las cosas que están grabadas existen”.

José Luis Alonso de Santos recibió el Premio Max de Honor, tuvo un discurso medido y juguetón, “traía un papel, pero lo he perdido”, donde destacó el papel de su familia y sus colaboradores a quienes quiso dedicar el premio. “Yo si acaso me voy a quedar con la peana de este premio, voy a recibir la peana de honor”, dijo señalando la parte inferior de la estatuilla. “Me gusta ser peana, para que otros se suban encima, para que otros se apoyen”, concluyó metafóricamente.

Miquel Iceta fue el gran ausente. Imposible llegar al Consejo de Ministros del día siguiente, adujeron fuentes oficiales. El marco fue inmejorable, un precioso teatro de 1829, el Teatro Principal de Mahón, primer teatro de ópera del país. Pequeño, precioso, acogedor y que supo irradiar el calor con que se ha fabricado esta gala donde el mar Mediterráneo fue el principal protagonista, olas y denuncias medio ambientales incluidas, pero a la que le faltó presencia escénica y un tanto de fuerza. Tuvo momentos que rozaron el desastre, como el número de uno de los organizadores de la gala, Josep-Pere Peyró, o la incomprensible zozobra, de Juan José Solana, presidente de la Fundación SGAE, que visiblemente nervioso perdió el hilo en un discurso que acabó siendo un tanto incomprensible y que quería insuflar al público el ir al teatro, levantarse del sofá y apoyar un sector que en los últimos meses está teniendo una asistencia menor. La presencia cercana y medida de los presentadores, Clara Ingold y Josep Orfila, salvó una gala que por momentos hacía aguas. Al final, una gala rápida, sosa y eficaz.

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