“El ideal de la mujer blanca, seductora pero no puta, bien casada pero no a la sombra, que trabaja pero sin demasiado éxito para no aplastar a su hombre, delgada pero no obsesionada con la alimentación, que parece indefinidamente joven pero sin dejarse desfigurar por la cirugía estética, madre realizada pero no desbordada por los pañales y por las tareas del colegio, buena ama de casa pero no sirvienta, cultivada pero menos que un hombre, esta mujer blanca feliz que nos ponen delante de los ojos, esa a la que deberíamos hacer el esfuerzo de parecernos, aparte del hecho de que parece romperse la crisma por poca cosa, nunca me la he encontrado en ninguna parte. Es posible incluso que no exista”.
Virginie Despentes (Francia, 1969) puede o no convencerte, pero seguro que te revuelve. Es una de las escritoras más exitosas y reconocidas de su país, una feminista subversiva y heterodoxa que es al mismo tiempo algo así como un icono pop. Autora deTeoría King Kong (al que pertenece el párrafo con el que comienza esta entrevista), un libro que se asemeja más a un manifiesto que a una teoría, es una auténtica defensora de las chicas malas. Ahora, la primera parte de su novela Vernon Subutex llega a España en una adaptación gráfica firmada a medias con el dibujante francés Luz, conocido por su trabajo en la revista Charlie Hebdo, y publicada en Salamandra Graphic.
De todo lo que está pasando en el mundo, ¿qué es lo que más preocupa a Virginie Despentes?
Lo que me impacta más es lo que tiene que ver con el medio ambiente: es la primera vez que estamos en una situación así, llegaremos a escenarios extremos pronto y creo que no somos conscientes de ello.
En Vernon Subutex, el personaje protagonista describe muy bien la precariedad del mundo en que vivimos: la posibilidad de perder el trabajo o la casa, la clase media que de repente se ve en situaciones de auténtica exclusión. Parece que es ya una característica de los tiempos de hoy a la que casi nos hemos acostumbrado. ¿Es el caldo de cultivo para que crezca la extrema derecha?, ¿está utilizando esta precariedad para intentar expandir su relato?
Está en su esencia: la vulnerabilidad, la precariedad y la tristeza la hace más fuerte. Es una de las diferencias entre la extrema derecha y la izquierda. La izquierda está normalmente más centrada en utopías y deseos, en la vida. La extrema derecha, y el propio capitalismo, tienen técnicas muy sofisticadas para sacar provecho de cualquier tragedia y extender su discurso. Ahora la obsesión de nuestro sistema capitalista es la exclusión y la competitividad: excluir a sectores económicamente o políticamente. Hay un miedo real a ser excluidos, esa exclusión, cuando se produce, es más total que antes.
Precisamente parece que ese miedo a la exclusión es lo que utilizan ahora algunos sectores conservadores y machistas: los “hombres blancos cabreados” que parecen dispuestos a ejercer violencia contra quienes creen que les están quitando algo que les pertenece.
Sí, es que es verdad, es lo que queremos, compartir el poder, regularlo de forma distinta.
Hemos avanzando un montón, aunque podemos perderlo rápidamente. Si te pones en el punto de vista de un hombre blanco, de derechas y hetero, es un infierno
Ha habido cambios y avances, pero el mundo sigue siendo machista y el poder, fundamentalmente masculino, ¿realmente tienen tantos motivos para tener miedo?
Hemos avanzando un montón, aunque podemos perderlo rápidamente. En mi vida tengo la sensación de haber visto la cosa cambiar mucho. No significa que sea sólido y que no tenemos nada que temer pero si te pones en el punto de vista de un hombre blanco, de derechas y hetero, es un infierno. Los últimos diez años las cosas han cambiado totalmente desde el lado feminista y queer, de la gente que no es blanca, de la gente gorda... Desde muchas minorías se han conseguido grandes cambios. Hasta hemos visto un presidente negro en EE.UU. Esto para nosotros no significa tanto, pero para un blanco de derechas es todo un símbolo. Yo ahora puedo decir que soy lesbiana sin tener problemas, y eso hace 30 años era impensable. Aunque la extrema derecha está en plena forma y las cosas cambian muy rápidamente.
¿Y qué cree que ha hecho que hayamos vivido esta década de cambio social?
Ha sido por el activismo, han coincidido muchas luchas. Las luchas políticas de izquierda de los 60, los 70 y los 80 han dado también sus frutos. Cuando utilizas herramientas de crítica, de inteligencia y de creación de utopías al final algo pasa. Aunque me siento un poco confusa con la izquierda, lo cierto es que en las últimas décadas ha habido muchas luchas con resultados muy positivos y que han tenido un efecto en la realidad, en el presente.
Me siento confusa con la izquierda porque no veo claramente a dónde vamos ni cómo. Es como si estuviéramos respondiendo todo el rato a las provocaciones de la extrema derecha
¿Por qué se siente confusa con la izquierda?
Porque no veo claramente a dónde vamos ni cómo. En Francia, el subidón de la extrema derecha fue tan volcánico que parece que nos quedamos casi fascinados por sus discursos. Ahora tenemos periódicos de extrema derecha muy fuertes, sin complejos, y en Facebook mucha gente comparte sus portadas con auténtico miedo. Es como si estuviéramos respondiendo todo el rato a las provocaciones de la extrema derecha. Normalmente teníamos otro asunto entre manos, que era crear nuestros propios discursos y pensamientos, pero ahora es como si jugáramos con ellos todo el rato. Tenemos que conectar con nuestras fuerzas, que son muchas.
En 'Teoría King Kong' empieza diciendo que habla “desde la fealdad y para las feas” para disertar sobre un montón de mandatos patriarcales. ¿Estamos aún demasiado anestesiadas por el deseo de gustar y de complacer a los hombres?
Menos que nunca. Así veo yo a las jóvenes. Veo una juventud, también la heterosexual, mucho más politizada y feminista, menos preparada para estar al servicio de los hombres. Chicas que ahora son consideradas 'normales' son las radicales de hace veinte años. Es una semilla: desde que las cosas empiezan a cambiar hasta que se produce el cambio realmente pasa tiempo y estamos arrancándonos algo que llevamos encima desde hace siglos.
La veo optimista.
Soy optimista, yo vivo un sueño con cosas que no me gustan, claro, pero es que veo a tantas jóvenes entrando en el feminismo con ganas... Crecí en un mundo en el que éramos ciudadanas de tercera, el odio y desprecio a lo femenino estaba en el aire. Ahora veo a muchas jóvenes rodeándose de sus amigas, teniendo claro que el feminismo es su lugar, que los hombres tienen que adaptarse... es algo que no pensaba ver, venimos de muy lejos. También veo a chicos jóvenes en redes hablando de feminismo, entienden cosas y por primera vez son capaces de ver a las chicas como colegas, como personas con derechos. De la misma manera que llegan los chicos que utilizan cosas de mujeres, como vestidos, sin sentirse humillados, es decir, ya no se ve lo femenino constantemente como algo degradante.
Esta cuarta ola feminista tiene en el centro la denuncia de la violencia sexual y el acoso. Lo que vemos es que la respuesta institucional a ese grito colectivo viene, sobre todo, de cambios legales, de modificar los códigos penales, actuar sobre los delitos y las penas. ¿Es esa una respuesta suficiente?
Si pensáramos que ese es el único sitio en el que hay que luchar nos equivocaríamos, pero es importante, es algo que tiene que cambiar. No es mi lugar, no me interesa el lado jurídico ni me gusta la cárcel, pero sé que es importante que algunas den ahí la batalla. Es un conjunto de progresos el que tenemos que hacer, algunas tendrán que estar en las instituciones, y otras tendremos que hacer películas, escribir libros, hacer mítines, reaccionar cotidianamente... Para cambiar algo como el sexismo hay que actuar desde muchos ámbitos distintos de manera coordinada y los cambios en las leyes son una parte.
Ha habido mucho empeño en llamar puritano al feminismo. Más allá de esa crítica, claramente interesada, ¿cree que falta discurso feminista sobre el sexo?
La crítica que tacha al feminismo de puritano es clásica, se hace desde los 60. Es una crítica antifeminista, no hay que tomarla en serio porque viene de un lugar donde de todos modos no se quiere al feminismo. Por otro lado, hay una sexofobia, hay un miedo al sexo, una manera de querer esconderlo, algo que nos molesta a todas y todos del sexo, que viene de las iglesias y de construcciones sociales. Necesitamos un feminismo pro-sex, pro-pornografía, un feminismo pro-calentonas.
La gran ausente de los discursos de la última década es la chica que se comporta mal, la chica que chupa pollas, la chica fácil, la chica que quiere mucho sexo, la chica calentona. Esta que es un poco la chica de la que habla Itziar Ziga en Devenir perras. Es necesaria una crítica de la pornografía y de determinados tipos de prostitución pero al mismo tiempo tenemos que establecer discursos que defiendan a las chicas realmente malas, y esas son las chicas que follan mucho o como quieren.
El sexo sigue penalizándonos a las mujeres
Es brutal, nos los mezclan con la vergüenza. Es el problema de muchos hombres que critican el feminismo de hoy y que piensan que somos muy radicales. A mí me gustaría saber cuándo han defendido a sus amigas que follaban como ellos, a las que exploraban en el sexo. Los chicos hetero han querido follar con mujeres pero sin que las mujeres entraran realmente en el juego del sexo.
Los chicos hetero han querido follar con mujeres pero sin que las mujeres entraran realmente en el juego del sexo
Habla de un feminismo pro-porno. Sin embargo, el porno está precisamente en el punto de mira feminista, hay una crítica muy fuerte sobre el acceso al porno de los menores, su influencia en la violencia sexual... ¿Qué hacemos con el porno?
Lo primero es sacarlo del gueto, que se haga como se hacen otras películas, que entre en las categorías generales y entre gente que pueda hacer películas buenas. El porno que conocemos ahora es casi odio del sexo. No es que la masculinidad sea tan demoníaca que si la dejas hace un sexo super violento que casi te da asco. Podría ser de otro modo, podríamos ver un porno super guay. Habrá que dar dinero, oportunidades, talento... Porque si pensamos que niños de 10 años ven este porno dan ganas de morir. Lo peor que hacemos con ellos es no hablar con ellos, hay una ausencia total de palabras y de discurso, sigue siendo algo escondido. Esto es algo que tenemos que hablar, ¿qué os pasa chicos?
Hay una etapa de su vida que aparece siempre en todas las semblanzas y perfiles que le hacen y en todas las entrevistas, que es que usted ejerció la prostitución. ¿Es algo importante que reseñar de usted o es un poco condescendiente o amarillista? Como señalar “Oh una mujer que fue puta y que luego ha escrito cosas interesantes”.
Lo veo de dos maneras diferentes. Para mí es algo muy lejano, de mi pasado, es una experiencia de hace 30 años y no hablaría de ella para hablar de mí ahora, pero a la vez lo veo bien porque recuerdo que de joven para mí era importante pensar en las chicas que habían sido putas y que después habían tenido otra vida. Significa que tenemos muchas vidas.
Decía antes que hace falta una crítica a determinadas formas de prostitución, ¿a cuáles?
Las que no son consentidas. Obviamente si las chicas trabajan sin papeles, si no sabían lo que venían a hacer a Francia o a España, como todo tipo de trabajo esclavo, me parece mal. Es como la pornografía, creo que si sacamos la prostitución de la oscuridad se podría hacer de otra manera, como un trabajo que no tenga redes criminales detrás. Evidentemente todo depende de las condiciones en las que lo hagas. Se tendría que pagar super bien, por ejemplo.
Todos vendemos nuestro tiempo y nuestros cuerpos en algún momento y la mayoría de gente no tiene elección
Pero más allá de eso, ¿no cree que la prostitución tenga en sí misma un significado o un cometido patriarcal?
Entiendo esa crítica, pero es que yo no creo en el trabajo como algo que no sea patriarcal y que esté siempre dentro de tu consentimiento. Cuando trabajas para pagar las cosas no te piden tu consentimiento para cada cosa. Entonces creo que este discurso sobre la prostitución es una forma de decir que el resto del trabajo está bien, si trabajas para Amazon está bien. Pues no, si trabajas para Amazon la explotación es absolutamente injusta y también es patriarcal y debe ser denunciada. Todos vendemos nuestro tiempo y nuestros cuerpos en algún momento y la mayoría de gente no tiene elección.
En España hemos tenido un debate muy fuerte a raíz de la Ley Trans y la autodeterminación de género, ¿cuál es su posición?
Me ha sorprendido que dentro del feminismo se pueda pensar que hay que excluir mujeres por ser trans. Es algo super importante porque se trata de la entrada de la extrema derecha y del fascismo dentro del feminismo. El feminismo es un lugar donde hay mucha gente diferente: hay chicas católicas, por qué no, chicas liberales, por qué no, es la casa de muchas, pero fascistas no. Si este es tu pensamiento creo que tienes que pensarlo mejor, no estás en la izquierda, es un pensamiento violento. Es pensar que los violadores no se hacen violadores, sino que nacen violadores, que quien nace con pene es violador, entonces no podemos hacer nada contra la violencia sexual porque es una pulsión natural? No, es una construcción social. Yo me siento súper atacada por estas ideas porque si me ves la feminidad más parecida a la mía es la trans, así que si van a por ellas pienso que después vienen a por mí. Si vienes con herramientas fachas, para excluir, para crear fronteras, el feminismo no es tu casa.
Para terminar, sabe que hay una canción que se está escuchando mucho que dice “esto de nacer mujeres en el tiempo de Despentes/es difícil/ no sé por dónde empezar”. ¿Por dónde empezamos o por dónde seguimos?
Sí, me encanta esa canción. Buff, no sé, ¿tú qué dirías? Que está todo bien [se ríe] Pensemos que tenemos mucha fuerza y que hemos hecho mucho, y que por eso están tan rabiosos y ansiosos. Pensemos que nuestras fuerzas son enormes.