Exdirectora de Gabinete de Economía y Hacienda de Madrid. Autora del libro sobre confluencias municipalistas “La conquista de las ciudades”. Profesora de Historia. Exdiputada autonómica de Esquerra Unida y miembro de la dirección federal de Izquierda Unida.
“Para Ramón J. Sender mi presencia y la de mi hermana fue muy difícil. Se sentía culpable de la muerte de mi madre, Amparo Barayón”
Traducción del inglés de Lara Hidalgo
“Soy hijo de Ramón J. Sender y de Amparo Barayón de Sender, quien fue encarcelada en Zamora y asesinada por los fascistas en noviembre de 1936. Estoy en medio de escribir un libro conmemorativo acerca de mi madre, y quisiera invitar a alguien que la conociese, sea de niña o de adulta, para enviarme sus recuerdos. También me interesa recibir cartas de alguien que conoció a mi padre durante los años 1936 a 1939, en España y en Francia.
Mi hermana y yo fuimos adoptados por una familia norteamericana en 1939, y nos criamos aquí en un ambiente anglo sin saber nada de la verdadera historia de nuestra madre. La muerte de Franco me facilita ahora preguntar a los lectores información acerca de la muerte de mi madre y también queremos saber acerca de la vida de nuestro padre. Él, por razones personales, no está dispuesto a hablar acerca de esto con nosotros y no queremos causarle, más daño de lo que ya ha sufrido. No queremos que él recuerde los tristes acontecimientos que prefiere olvidar. Pero, como él dice en su libro Ariadna, “la imaginación no puede sustituir la sencilla elocuencia de la verdad”.
El domingo 13 de diciembre de 1981 apareció esta carta al director, titulada “Llamada del hijo de Sender”, en El País. Era la primera vez que Ramón Sender Barayón se atrevía a desafiar la prohibición paterna para pedir ayuda al pueblo español en su imperiosa necesidad de conocer la historia de su madre, Amparo, que durante toda su vida le había sido ocultada.
Ramón J. Sender, su padre, fue un célebre escritor español. Autor de una prolífica obra, entre la que se encuentran títulos tan conocidos como Réquiem por un campesino español y Crónica del alba. Nació en 1901 en Chalamera, un pueblo de Huesca, en el seno de una familia acomodada contra la que se rebeló debido a las autoritarias imposiciones paternas. Siendo menor de edad llegó a fugarse a Madrid para estudiar Filosofía y Letras y convertirse en escritor. Tras recuperar la relación con su padre, llegaría a dirigir el periódico oscense La Tierra sin tener la edad oportuna para ello, por lo que constaba como director nominal un abogado amigo suyo. Participó en la Guerra de Marruecos de 1922 a 1924, tras lo cual publicaría uno de sus primeros grandes éxitos literarios: Imán. A partir de entonces sus libros cobrarían gran fama y se dedicaría profesionalmente al periodismo. Fue en Madrid durante los años de la II República cuando conoció a Amparo Barayón, con quien tuvo a Ramón en 1934 y a Andrea en 1936. El golpe de estado les pilló de vacaciones en la sierra de Guadarrama y el resto de la historia fue silencio durante más de cuarenta años para dos de sus principales protagonistas, los niños Monchito y Andreíta. Ramón J. Sender, tras haber combatido en el frente a las órdenes de Enrique Líster y junto a la CNT por sus convicciones anarquistas, cruzó la frontera a Francia donde se reunió con sus hijos y se exilió a México y Estados Unidos. Allí los niños fueron adoptados y educados por una familia americana.
La carta con la que comienza este reportaje es el primer acercamiento de Ramón Sender a sus orígenes. Su padre nunca le permitió profundizar acerca de las razones y los detalles de la muerte de Amparo más allá de que fue fusilada en Zamora por los fascistas; los niños crecieron ajenos a la familia que dejaron en España y a la historia completa de su madre. Es por ello que, tras la muerte de Ramón J. Sender en 1982, su hijo realizó dos viajes a España que le permitieron redescubrir a la madre muerta. Así, Ramón Sender, a través de entrevistas a familiares y de búsquedas en hemerotecas, conseguirá conocer y dar a conocer al mundo quién fue Amparo Barayón Miguel. Para ello escribe una crónica en primera persona de cómo fue el proceso y la publica en 1990 en Plaza y Janés con el título Muerte en Zamora. ¿Qué circunstancias rodearon el fusilamiento de la esposa de Ramón J. Sender?. Esa edición fue en breve descatalogada y, por tanto, muy difícil de encontrar. Fue el año pasado, 27 años después, cuando se ha reeditado por Postmetrópolis añadiéndose a la edición valiosísimos textos de Paul Preston, Helen Graham y Francisco Espinosa que sitúan en contexto la obra y añaden apéndices, entre otros, acerca de cómo se vivió en Zamora la primera edición del libro. Es de reconocer la cualitativa traducción que realizó del manuscrito en inglés la prima del autor, Mercedes Esteban-Maes Kemp, hija de la sobrina favorita de Amparo, quien junto a Ramón, forma parte de esa generación que heredó la profunda necesidad de hacer memoria para, de una vez por todas, rendirle homenaje.
Entrevista a Ramón Sender Barayón
Ramón Sender Barayón atendió rápidamente nuestra petición de entrevista. Es escritor, miembro fundador de una comuna llamada “Morning Star” y pionero de la música electrónica, sigue siendo una celebridad en la Bahía de San Francisco (California). Uno de sus muchos libros escritos llegó a ser un best-seller en Estados Unidos, fue escrito a medias con Alicia Bay Laurel y se tituló Living On The Earth. En breve, será traducido al castellano a través de una librería albaceteña especializada en ilustración -Librería Nemo-, ya que el libro está escrito y pintado a mano y es todo un canto “a lo natural”. Por todo ello, no es de extrañar que su papel en la contracultura estadounidense de la década de los sesenta sea objeto de estudio por parte del investigador Juan Antonio Sánchez, profesor de la Universidad Complutense de Madrid.
A pesar de la intensidad de su vida -o tal vez, gracias a ello- a sus 84 años se mantiene en plena forma. Concertamos dos citas con él, una vía mail y otra a través de Skype para poder afinar algunas de las respuestas escritas que nos había hecho llegar. Su actitud es siempre risueña y amable: nos habla de su prolífica obra escrita, de su difícil relación con su padre, de su familia española, de su esposa Judith y de los paralelismos entre la vida de Amparo, su madre, y la de Xavieri, su hija tristemente también fallecida.
¿Cómo cambió tu vida tu primer viaje a España?
Redescubrí la historia de mi madre biológica Amparo y los trágicos detalles de su asesinato. Fue un proceso curativo para mí.
Desde la publicación original de Muerte en Zamora en 1990 hasta esta reedición ¿crees que ha cambiado algo en la percepción de los lectores? ¿Es diferente la recepción del libro desde entonces hasta ahora?Muerte en Zamora
Sí, en España el primer libro desapareció misteriosamente pocos meses después de la publicación. Siempre pensé que algunos falangistas o personas de derechas habían comprado todas las copias del libro, pero quizás me equivoque.
¿Qué ha supuesto para ti esta reedición? ¿Cómo es tu reencuentro con tu obra tantos años después de haberla escrito?
Estoy muy contento, emocionado de que tantas voces conocidas como Paul Preston y Helen Graham hayan contribuido con sus ideas en esta obra.
Reconoces en el libro que el redescubrimiento de Amparo debe mucho a las mujeres de tu familia que son quiénes la recuerdan y te la muestran. ¿Es la figura de tu madre una referencia de esas mujeres invisibles de la historia que se enfrentaron al patriarcado de la época?
Si, por supuesto. De hecho así lo dice Mercedes en el prólogo del libro: “La historia de este libro es la historia de mi familia. Y es, fundamentalmente, una historia de mujeres recordada por mujeres”.
¿Acaso no es el asesinato de tu madre producto también de la violencia de género?
Sí, por supuesto. Así lo fueron también muchos otros asesinatos.
¿Crees que el asesinato extrajudicial de tu madre merecería ser investigado por los tribunales de justicia?
Sí, si fuera posible.
Dos tíos tuyos fueron fusilados y se encuentran aún desaparecidos en fosas comunes. ¿Crees que los gobiernos de España han hecho lo necesario por resolver estos crímenes?
Desde luego que no.
Sabes que últimamente en España se debate sobre si exhumar los restos de Franco del Valle de los Caídos. ¿Qué te parece que este debate se esté dando 40 años después de la muerte del dictador?
Estoy encantado de que así sea. Pensaba que esto ya se había hecho. Los restos de Franco deberían estar en un vertedero (se ríe).
¿Has conseguido reconciliarte con las decisiones que tomó tu padre en vida con respecto a ti y tu hermana?
Sí y no. Nuestra “madre americana” Julia nos quiso mucho, y no tengo más que gratitud por todo lo que hizo por nosotros. Sin embargo, nuestro padre actuó como los famosos pájaros cuco que dejan caer sus huevos en el nido de otros pájaros y luego se van volando. Nunca creí en su excusa de que fueron las amenazas de muerte tanto de los comunistas como de los fascistas, lo que le impidió incluirnos en sus vidas. Sinceramente, su distanciamiento fue un alivio porque era un hombre extraño para mí. Para mi hermana, fue una causa constante de dolor porque ella hubiera preferido crecer con él. Mi hermana nunca estuvo unida a nuestra madre americana.
Si pudieras volver a hacer este viaje a España por vez primera, ¿cambiarías algo de lo que hiciste aquella vez? ¿Quedó algo por hacer o algún elemento que recuperar?
No, en realidad no. Con la ayuda de mi mujer Judith como traductora, volvimos de aquel viaje con más de 30 horas de grabación de las entrevistas que hicimos. Nuestro segundo viaje el siguiente verano no añadió elementos nuevos, aunque a lo largo de los años que siguieron sí que fuimos descubriendo muchos detalles nuevos sobre los asesinos.
¿Crees que tu familia española ha conseguido superar el trauma provocado por las barbaridades sufridas durante la represión franquista? ¿Cómo crees que les afectó la lectura de tu libro?
Creo que la lectura de mi libro fue dura para muchas personas de distintas maneras. En la familia Sender, aquellos que veneraban a mi padre se enfadaron mucho. Por la otra parte de mi familia, muchos se sintieron culpables por no haber hecho nada para salvar la vida de mi madre.
¿Quién fue Amparo Barayón? ¿Cómo la presentarías a un público que aún no la conoce?
Amparo fue una mujer que se liberó de las restricciones impuestas por su educación zamorana. Fue una de las muchas mujeres de la década de 1930 que se liberaron y se independizaron. Era una persona animada, muy musical y que estaba muy enamorada de mi padre. Tal vez demasiado, porque sacrificó su vida por él.
¿Quién fue para ti Ramón J. Sender?
Fue un hombre infeliz con muchas contradicciones, no alguien que actuó como “mi padre”, sino más bien como un pariente famoso, pero extrañamente, alguien que intentaba competir conmigo en mi adolescencia. A veces pudimos coincidir en nuestras trayectorias durante alguna visita, pero éstas fueron escasas y la relación a larga distancia consistía principalmente en que yo sólo recibía sus consejos y regañinas. Muy pocas veces me apoyaba, así que se convirtió en un alivio no pasar mucho tiempo con él. Recientemente, he estado transcribiendo cincuenta años de cartas familiares que le añaden una dimensión mucho más amplia.
Su hermana mayor Concha lo definió muy bien: “como escritor fue un genio, pero como padre de familia, un desastre.”
Cuéntanos más acerca de esas cartas.
Tengo una caja llena de correspondencia escrita durante 50 años, son cartas de mi padre a mi madre americana, de mi madre americana a mi padre, de los dos hacia mí. No me había dado cuenta lo raro que yo era de adolescente. Mucha gente salta sobre charcos en su camino para evitarlos, pero durante mi adolescencia yo no los evitaba, sino que saltaba dentro de ellos.
Ha sido muy interesante para mí leer estas cartas, ahora tengo unas 250 páginas escritas sobre mi vida y todavía no he acabado, me quedan 20 años por narrar. Una vez lo termine, le pediré a mi mujer que lo lea y haré los cambios necesarios.
¿La lectura de esas cartas te ha ayudado a entenderle mejor?
Sí, le entiendo mejor. Puedo entender como mi presencia y la de mi hermana fue muy difícil para él porque le traía memorias traumáticas y se sentía muy culpable de la muerte de Amparo. Creo que estaba incómodo cuando me veía, y esto hacía que nosotros nos sintiéramos incómodos al mismo tiempo. Siempre que nos despedíamos, yo lo hacía con alivio. Sin embargo, le admiraba muchísimo. Fue uno de mis grandes héroes. No pensaba tanto en él como mi padre, sino como en mi tío favorito. Estuvo presente en nuestras vidas muy poco tiempo. Por el contrario, mi hermana nunca tuvo una buena relación con nuestra madre americana, y creo que nunca se habría llevado bien con ninguna madre que no fuera la suya, por la manera en que fue separada de su madre real cuando era un bebe. Le hubiera gustado mucho crecer con nuestro padre y siempre quiso pasar más tiempo con él. De hecho, él la invitó a acompañarle a España. Mi padre fue a España dos veces. La segunda vez le pidió que fuera con él, así que ella sacó su pasaporte, preparó sus maletas, estaba lista para irse, pero él nunca apareció. En su lugar, se fue con su novia, que era un mal bicho. Su novia escribiría más tarde un libro llamado “Mis 21 días en España con Sender”. Fue alumna de mi padre, quien dirigió su tesis doctoral y al mismo tiempo fue su novia, aunque estaba casada.
Siempre que venía a visitarlo, se llevaba algún objeto suyo, su sombrero, su bastón, algún manuscrito…siempre se iba con algo que le perteneciera. A mi padre no le importaba, se sentía halagado de que ella lo adorara con tanta intensidad.
A pesar de prácticamente no haber conocido a tu madre compartís la pasión por la música ¿Ha sido eso importante para ti?
Os contaré algo interesante... Cuando yo tenía 15 años, mi madre americana me presentó a un concertista de piano que pasaba su verano cerca de nuestra casa en la costa. Me pidió que tocara para él. Así que toqué “La Malagueña” (Ernesto Lecuona) –era lo que tocaban todos los españoles- y también un Preludio de Chopin que se llama “Marcha Fúnebre” que es una melodía muy melancólica (la tararea). Me aceptó como alumno y fui su pupilo durante varios años, nos hicimos amigos. Era un músico especializado en música española y francesa. Un día me dijo: “la razón por la que te acepté como alumno fue por la forma en que tocaste esa pieza de Chopin”. Años después, creo que fue el año pasado, recibí una reseña de un concierto que dio mi madre en la universidad de Salamanca donde tocó esa misma pieza de Chopin. La reseña decía que la había tocado maravillosamente, y siempre me pregunto si alguna vez la escuché tocarla de pequeño…y si de alguna forma, me lo transmitió. Es posible…
En la edición americana de Muerte en Zamora incluiste un apéndice sobre la historia de tu hija fallecida. ¿Encontraste paralelismos entre ambas vidas?Muerte en Zamora
Bueno, con veintipocos años viví en una secta y cometí el clásico error de casarme con la primera mujer de la que me enamoré. Rompimos, aunque antes tuvimos un bebé. Mi pequeña hija creció allí. Era un grupo extraño pero la comunidad de niños era buena, hacían mucho por sus hijos, tenían juegos especiales, canciones, se cantaba mucho y yo estaba muy contento de que ella pudiera crecer allí. Pero el precio que pagué por ello fue que perdí el contacto con ella porque no me dejaban verla. Durante años intenté verla, fui allí sin permiso…pero no lo conseguí. Cuando el libro de Amparo se publicó, mi mujer Judith y yo intentamos verla. Así que llamé. La persona que me atendió al teléfono no sabía quién era yo, me dio mucha información, me dijo que mi hija se había casado, acababa de dar a luz a su segundo bebé y estaba tomándose un tiempo para descansar… Finalmente le expliqué quién era yo y pregunté si podía hablar con su marido. Su marido se puso al teléfono pero fue muy frío conmigo, no quería saber nada. Así que nos volvimos a casa muy decepcionados. Dos semanas más tarde me llamaron por teléfono y me dijeron que mi hija había muerto. Primero no me lo creí, pensaba que era uno más de sus juegos, pero después hablé con su médico y parece ser que tuvo un melanoma y murió una semana después de diagnosticárselo.
Finalmente, al no darme ninguna información, informé a la secta de que iba a contactar con aquellos ex-miembros que conociesen a mi hija para saber más cosas sobre ella. Me dijeron que lo hiciera, que no encontraría a nadie dispuesto a darme información. No pensaban que encontraría a nadie. En 6 meses ya había contactado con 30 personas. Durante 10 años, toda esta gente me proporcionó información y empecé a escribir una serie de libros llamados “Mujeres de Utopía”, en los que escribí las historias de cuatro mujeres diferentes. La comuna inició reclamaciones judiciales contra mí hasta en tres ocasiones. La razón por la que os hablo de ello es porque mi hija tenía la misma personalidad que Amparo. Era una persona muy vital, le gustaba la gente, todos la querían, era muy musical. Había tantas similitudes que llegué a pensar que el espíritu de Amparo habitaba en mi hija.
Amparo murió sin haberse confesado y aunque dejó de ir a misa, era creyente. Cuando un creyente no se confiesa antes de morir, no va al cielo, se queda en tierra de nadie. Por eso creo que, no habiéndose confesado y teniendo en cuenta el amor que tenía a sus hijos, su espíritu sobrevolaba nuestras vidas y quizás tomó su primera oportunidad para volver reencarnándose en mi hija. Así podría hacer todo aquello que no pudo. Mi hija murió abrazada a su fe, dejó a dos hijos de la misma edad que la que teníamos mi hermana y yo cuando murió mi madre. Había tantos paralelismos, que lo escribí como un anexo al libro. No sé porque no se introdujo en la versión española, creo que era algo demasiado inusual…
Historia de un libro: 'Muerte en Zamora'
En este caso, la historia de la publicación de Muerte en Zamora merece un capítulo aparte. Recapitulemos pues: Ramón Sender Barayón escribió a finales de los ochenta las memorias de su viaje a España en busca de la verdad sobre el asesinato de su madre. Poco tiempo después publicó el libro tanto en Estados Unidos como en España; fue la editorial Plaza & Janés la que se encargó de esta primera edición en 1990. Sin embargo, encontrar ejemplares de esa tirada es harto difícil y nunca hubo una segunda. Es por ello que, cuando en 2017 la editorial Postmetrópolis publicó de nuevo Muerte en Zamora fue prácticamente como si se imprimiera por vez primera. Para hablar sobre esta peculiar historia nos pusimos en contacto con su editor, Pablo Sánchez León.
¿Por qué decidís editar Muerte en Zamora casi treinta años después de la primera edición?Muerte en Zamora
Emilio Silva (presidente de la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica) es amigo mío, trabajamos juntos en muchos proyectos y en una ocasión me habló de este libro. Fue el primer libro de la “Colección Metro: (Lo que queda) después de Occidente”. Sin embargo, desde el principio fue una situación complicada ya que Emilio sólo tenía una fotocopia del libro pero le faltaba una página. Evidentemente eso tiraba por tierra el proyecto, ya que no podíamos editar sin una página. Pero tuvimos la suerte de que un buen compañero de Emilio, de Zamora, tenía otra fotocopia y uniendo las dos pudimos hacer un volcado de ambas hasta lograr un PDF y de ahí poder transformar a word y empezar el proceso de revisión.
¿No encontraste ningún ejemplar original de la primera edición?
Soy el reeditor del libro y nunca he tenido un ejemplar de la primera edición en mis manos para poder hacerla.
La post-historia del primer libro es interesante ya en sí misma y truculenta por cómo en La Opinión de Zamora se difamó la figura de Amparo y al propio autor. Es por eso que incluimos un capítulo de Francisco Espinosa que habla de lo que sucedió y se titula “Amparo Barayón: Historia de una calumnia” que está inserto en su libro Callar al mensajero. La represión franquista, entre la libertad de información y el derecho al honor. Todo sucedió a raíz de unas cartas al director, Paul Preston se interesó tanto por esta polémica que escribió cartas defendiendo a tanto a Ámparo como a Ramón en el periódico.
Ramón nos llegó a contar que pensaba que la primera edición había sido comprada entera para que no llegara a las librerías.
Es que fue así. Al parecer, la edición la compró un grupo de personas de Zamora para impedir que llegara a las librerías, aunque algunos ejemplares se vendieron. Fueron a “Plaza & Janés” y la compraron entera. Si compruebas las Notas del editor a pie de página de esos ejemplares, comprobarás que la publicación no se había realizado de buena gana. Las notas del editor son incluso ofensivas. Hay 10 ó 12 y se obstina en cuestionar a Ramón haciendo afirmaciones como que “el autor se equivoca”. Así que, seguramente, la editorial vio así su negocio hecho y nunca tuvo intención de hacer siquiera una segunda reimpresión.
¿Cómo ha sido recibido ahora el libro en Zamora?
Las ventas están al 80% concentradas en Zamora. Hay tres librerías en la ciudad y no paran de pedir el libro. Lo que es importantísimo porque significa cambiar el relato de la memoria de los vencedores, porque en Zamora todo el mundo conoce la historia de Amparo Barayón. Pero mucha gente de la ciudad no tenía el libro porque no había ejemplares. Pero los intentos de boicoteo siguen de todas formas. Durante la Feria del Libro, La Opinión de Zamora no publicitó la presentación del libro, a diferencia de lo que hacía con el resto de actividades. Pero esa pequeña censura provocó que, a través de redes sociales, las asociaciones republicanas y memorialistas difundieran tanto el acto como la actitud del medio, por lo que la presentación fue un éxito. Al día siguiente, sin embargo, sí hicieron una nota de prensa muy escueta diciendo que había tenido lugar el evento sin siquiera informar de la trama del libro.
¿Por qué le interesaba a vuestra editorial publicar un libro como este?
Es un libro muy potente a muchos niveles. Tiene un interés que va más allá de la memoria de Amparo. Además gracias a él, por fin, Ramón Sender ha llegado a tener un nombre propio en España y eso es muy importante. Él ejemplifica lo que significa la transmisión generacional de la memoria. Además Ramón es una persona, fundamentalmente, buena a quien la verdad siempre le ha movido de una forma imponente.
Además, es que nuestra editorial, Postmetrópolis, es muy particular. Diría que única. Pertenece a una asociación llamada Culturas Radicales que se interesa por la democratización del conocimiento del pasado y la recuperación de la memoria. Nuestro objetivo es analizar el presente a partir de una mirada desde el pasado. Se trata de alejarnos de las convenciones del presente a través de la mirada del pasado. Cuando consigues que el presente se te haga extraño es porque estás aprendiendo a verlo sin las convenciones actuales.
Historia de un documental: 'Viaje hacia la luz'
Luís Olano nació en Leningrado, nieto de Arturo Olano, uno de los niños de la guerra que fue acogido por la Unión Soviética. Es arabista pero se dedica a la guía turística en Madrid. Sin embargo, su pasión es el mundo audiovisual y ha hecho algunos trabajos, pero desde 2014 se dedica en exclusiva a un proyecto en el que le embarcó Germán Sánchez, su padrastro, extrabajador de Radio Nacional de España. Fue él quien le convenció de que debía contar la historia de Ramón Sender.
Cuéntame por qué te pareció necesario hacer este documental.
La relevancia del padre es indiscutible pero por sí mismo es muy relevante también la figura de Ramón Sender. Fundó en los sesenta el famoso laboratorio experimental de música electrónica que llamado San Francisco Tape Music Center que surge de forma autónoma a partir de la iniciativa de diversos músicos. Por ahí pasan los grandes nombres de la música como por ejemplo el propio Terry Riley, pianista y pionero del sintetizador, se le considera el padre del minimalismo musical y viene a Madrid en breve. Sin embargo, nadie conoce a Ramón que es toda una eminencia en Estados Unidos.
De hecho, en 1966 produce junto a Ken Kesey y Stewart Brand el “Trips Festival” en San Francisco que sirvió de modelo incluso para el de Woodstock. El propio Tom Wolfe en su obra Ponche de ácido lisérgico habla de él y esa cita es lo que usamos como punto de partida en el documental. Después rompe con la música electrónica y se va a las comunas rurales, que son las primeras de la época hippie de Estados Unidos. Vivirá durante años allí y compondrá música espiritual. De hecho, durante casi toda su vida se dedica a escribir sus vivencias en estas comunidades. Para mí es como si Ramón fuera una especie de actor secundario a quien no le gusta mucho la primera plana pero que siempre está en el momento y lugar adecuado participando de momentos históricos.
¿Cuándo podremos ver el documental y por qué se llama 'Un viaje hacia la luz'?
El documental ha recibido la negativa por parte de las televisiones autonómicas a las que hemos acudido y ahora estamos esperando poder hablar con RTVE y enviar el proyecto a diversos festivales, como el de Berlín, que últimamente se está preocupando por recuperar nuestra memoria.
Carlos Saura escribió un guión basado en la historia de Amparo que nadie le produjo nunca y que terminó publicando como tal, titulado Esa luz. Pero yo lo llamé Un viaje hacia la luz porque tenía mucha carga metafórica, la del contraste entre la oscuridad de la caverna española del franquismo con una madre asesinada y la vida de exilio en el confín más brillante de la Tierra, en el San Francisco de los sesenta. Lo que aquí no era imaginable, sucedía en la California de esa década. Los hijos de la clase media se dedicaban a la experimentación tanto en la música como en las relaciones sociales y políticas. Además, por supuesto, es el hijo de uno de los grandes escritores en lengua castellana como es Ramón J. Sender.
Poco a poco se va a conocer quién es Ramón y además vamos a conseguir devolverle a Amparo, después de su sacrificio, toda su relevancia.
Nota a los posibles futuros lectores de 'Muerte en Zamora': en este reportaje no nos adentraremos en los detalles que envolvieron el asesinato de Amparo Barayón para así permitir que sean descubiertos a través de la emocionante letra de su hijo, Ramón Sender.
SENDER BARAYÓN, Ramón (2017): 'Muerte en Zamora'. Editorial Postmetrópolis.