Menos tenderetes -únicamente de alimentación-, más distanciamiento entre los puestos de venta, puntos de limpieza e higiene, protecciones y restricciones de acceso a los espacios públicos donde se instalan. Esta ha sido la tónica habitual en la primera semana en la que los mercados ambulantes han podido volver a las calles valencianas, una vuelta que ha requerido de muchas adaptaciones y trabajo no únicamente de los vendedores, sino también de los ayuntamientos.
Entre las normas establecidas para que se puedan desarrollar estos mercados se ha obligado a los vendedores a usar mascarillas y guantes; limpiarse con gel hidroalcohólico con cada cliente; que cada uno de los desperdicios se deposite en bolsas y se haga un uso obligatorio de un cubo con pedal. Por otro lado también se ha marcado una distancia de seguridad dentro del puesto de 2 metros y que los vendedores realicen una desinfección periódica en sus espacios. Por lo que respecta a los compradores deben respetar las marcas de distancia de seguridad en el suelo y está prohibido tocar el género de los puestos.
Ante estas situaciones los ayuntamientos han diseñado sus propios protocolos para poder desarrollar con normalidad esta jornada en sus calles. Así en Xàtiva, la cita que se produce en la plaza porticada del Mercat, donde ha habido menos dificultad para restringir el acceso de los clientes para poder controlar el aforo máximo. En Sagunt se ha trasladado de las calles aledañas al interior de la plaza del Cronista Chabret para poder vallarla y realizar el mismo control. En Alzira incluso se ha llegado a establecer un sentido de circulación de los compradores.
De cara al futuro, con el cambio a fase en la que se puedan incorporar más puestos de venta, los ayuntamientos tienen que estudiar cómo llevarlo a cabo. En el caso de Ontinyent ya se ha anunciado que se estudia trasladar el mercado al recinto ferial, un espacio abierto más grande donde también se podrá controlar el acceso.