Uno de cada tres fallecidos por COVID durante la primera ola murió en su casa o en una residencia

Más de un tercio de los 46.000 fallecidos por COVID registrados por el Instituto Nacional de Estadística durante la primera ola de la pandemia murió en una residencia de mayores o en su casa. Dato elocuente sobre la tensión extrema y saturación que tuvo que soportar el sistema sanitario español en la pasada primavera. El estallido de la COVID-19 en España llevó a hospitales y centros sanitarios al límite. Tanto como para que algunos gobiernos autonómicos como el de la Comunidad de Madrid o Castilla y León ordenaran no trasladar a determinados residentes a hospitales. También los médicos de Atención Primaria que visitaban pacientes en sus domicilios recibieron instrucciones en este sentido. Se impuso un triaje que los sanitarios han descrito después como “de guerra” ante la escasez de medios para atender a todo el mundo.

Ahora, el informe del INE hace más nítida la radiografía de esa primera ola de la enfermedad. ¿Cuánta gente murió realmente por COVID-19 en marzo y abril? ¿Hubo muchas muertes en las residencias? ¿Coinciden con las cifras oficiales de mortalidad? ¿En qué provincias hubo más muertes causadas por el virus? Con las nuevas cifras de defunciones por causa de la muerte publicadas por el Instituto Nacional de Estadística (INE), analizamos las claves y resolvemos las principales incógnitas sobre la mortalidad de la primera ola del virus en España. 

A diferencia de la mayoría de cifras publicadas hasta ahora, la metodología seguida por el INE en esta estadística se basa en el análisis de los certificados médicos de defunción que rellenan los colegiados en el momento del fallecimiento. En este certificado, el médico registra la causa principal que desencadenó la muerte de cada persona.

Según esas cifras, la COVID-19 causó la muerte de 45.684 personas en los primeros 5 meses de 2020. Una parte de las muertes clasificadas según el criterio de la OMS como COVID-19 confirmado (en la mayoría de casos por tener una prueba analítica positiva) y otra parte con sospecha de COVID-19 por tener síntomas compatibles con la enfermedad (la mayoría sin una prueba analítica).

El 35% de los fallecidos por COVID-19 en la primera ola murió en su casa o en una residencia. Por primera vez, sabemos el desglose real de dónde fallecieron todas las personas que murieron a causa de la COVID-19 entre marzo y mayo de 2020. Las cifras nos dicen que una de cada tres muertes vinculadas al virus en la primera ola fallecieron fuera de un hospital: en su casa o en una residencia. La mayoría, casos graves que nunca fueron trasladados a un centro hospitalario. Tampoco fueron trasladados a hospitales debido al colapso sanitario residentes que sufrían otras patologías.

De las 46.000 muertes que se produjeron a causa del virus en la primera ola de la pandemia, el 62% sucedieron en hospitales, el 30% en residencias de ancianos y el 5% en los domicilios particulares.

En concreto, casi 14.000 personas fallecieron en residencias de ancianos en los primeros cinco meses del año. Esta cifra no incluye a todas las personas mayores que se contagiaron en una residencia de ancianos pero que sí fueron trasladados a hospitales y fallecieron en el centro sanitario. Además, otras 2.500 personas murieron en sus propios domicilios particulares, muchos de ellas sin asistencia médica a causa del colapso.

Los datos publicados por el INE confirman también que la mayoría de muertes confirmadas por COVID en la primera ola de la pandemia se produjeron en centros hospitalarios –el 76,4% del total– donde había mayor disponibilidad de pruebas mientras que la mayor parte de los fallecimientos por 'COVID-19 sospechoso' se produjeron en residencias de ancianos. En concreto, el 56% de ellas.

17.000 muertes por encima de las cifras oficiales. La estadística publicada por el INE confirma lo que ya señalaban otros indicadores de mortalidad en España: las cifras oficiales de muertes con COVID-19 publicadas por el Ministerio de Sanidad infraestimaron el número real de fallecidos a causa del coronavirus.

Entre marzo y mayo de 2020 fallecieron 45.684 personas a causa de la COVID-19 en España. Este dato incluye todos los fallecimientos en los que el médico que rellenó el certificado de defunción estableció que la enfermedad fue la causa principal que provocó su muerte. De ellos, en 32.652 el médico indicó que el virus estaba confirmado y en 13.032 se registró que la causa principal era la sospecha de COVID. 

Unas cifras muy alejadas a los 29.000 fallecidos que figuran en las estadísticas oficiales del Gobierno, que solo tienen en cuenta a las personas que murieron con una PCR positiva. Precisamente, el dato conocido hoy se acerca mucho más a las estimaciones de exceso de mortalidad que toman como referencia los datos de los registros civiles: 44.000 fallecidos de más según las estimaciones del Sistema de Vigilancia de la Mortalidad (MoMo) y 48.000 según las estimaciones de defunciones semanales del INE.

El 20% de la gente que murió de enero a mayo fue por la COVID-19. Nunca en la historia de la democracia en España se había vivido una pandemia y las cifras de muertes señalan que estamos ante la mayor crisis de mortalidad desde que se tienen registros. Que la situación vivida durante el confinamiento era excepcional lo confirma que 1 de cada 5 personas que fallecieron en España en los primeros 5 meses de 2020 lo hicieron por COVID-19.

Una enfermedad que solo con las defunciones registradas de marzo a mayo ya se ha convertido en la principal causa de mortalidad en España. Una cifra similar a la de todos los tipos de cáncer y las enfermedades del sistema circulatorio.

No solo por COVID: así subieron las muertes por diabetes y bajaron por accidentes de tráfico en el confinamiento. El coronavirus mató a tantas personas en España en los cinco primeros meses de 2020 como todos los tipos de cáncer juntos, dos veces los fallecidos por una enfermedad del sistema respiratorio y hasta siete veces más que las muertes por causas externas como asesinatos, suicidios y muertes accidentales.

Aunque la enfermedad ocasionada por el coronavirus fue en ese periodo la primera causa de muerte en España, el confinamiento domiciliario durante el estado de alarma también cambió las dinámicas normales de mortalidad en España. ¿Cuáles fueron las causas de muerte que más aumentaron y disminuyeron durante la pandemia? 

Según la media de fallecimientos entre marzo y mayo de 2016 a 2019, lo normal sería que hubieran fallecido 2.400 personas por diabetes en España. En 2020 murieron 3.200, un 37% más. Pasa de forma parecida con las defunciones causadas por hipertensión o la enfermedad de Alzhéimer, que aumentaron un 32% y 24%, respectivamente. La sobrecarga sanitaria y el temor a acudir a centros médicos por el riesgo de toparse allí con el SARS-CoV-2 han empeorado diversas patologías.

Por el contrario, las muertes por causas externas fueron las que más cayeron durante el confinamiento de primavera. En los últimos 4 años fallecieron de media 430 personas entre marzo y mayo en accidentes de tráfico. Una cifra que cayó a más de la mitad en el encierro domiciliario: 175 muertes. El fenómeno se repite con el resto de muertes por accidentes, ahogamientos o suicidios.

Aún así, el descenso de muertes derivados de causas externas no compensó el aumento de fallecimientos principalmente por la crisis de la COVID-19 y también de otras enfermedades durante el confinamiento.

4.000 muertes por otras causas a las que contribuyó la COVID-19. Además de las 45.000 muertes certificadas a causa de la COVID-19, el INE también ha contabilizado 4.218 casos en los que, aunque el virus no fue la causa directa de la defunción, sí que contribuyó al fallecimiento. Se trata principalmente de muertes causadas por enfermedades isquémicas del corazón, cerebrovasculares, cáncer de bronquios y pulmón y enfermedades crónicas de las vías respiratorias. En todos estos casos se registraron más de 200 fallecimientos con la COVID-19 como comorbilidad.

En sentido inverso, los datos recogidos en los certificados de defunción también muestran que un 86% de los fallecidos por coronavirus padecieron complicaciones que agravaron su situación (insuficiencias respiratorias y neumonía). También cuentan que un 60% de ellos tuvieron otras patologías como comorbilidad (enfermedades hipertensivas, principalmente, pero también demencia, insuficiencia renal y diabetes).

Muchas de estas enfermedades que han influido en la muerte por COVID-19 o que se han visto agravadas en el momento de la defunción por el virus coinciden con aquellas que más han aumentado este año. Es el caso de las enfermedades hipertensivas, la diabetes, la demencia y el Alzheimer. Las muertes por estas causas se han incrementado entre un 20% y un 40% y, a la vez, son algunas de las comorbilidades más frecuentes en las defunciones por coronavirus, así como algunas de las causas básicas que ha influido el nuevo virus.

El coronavirus fue más letal en las grandes ciudades. Durante la primera ola, el coronavirus se expandió más rápido por las capitales y municipios más poblados, por su mayor densidad y por la movilidad de su población. Esto se ha reflejado en las cifras de mortalidad que señalan que 23.000 muertes por coronavirus, la mitad, se registraron en capitales. 

En términos relativos, las muertes por coronavirus representaron 150 defunciones por cada 100.000 habitantes en las capitales y 130 en el resto de los municipios mayores de 100.000 habitantes. En las localidades más pequeñas, en cambio, las cifras ajustadas no llegaron a representar un centenar de muertes por cada 100.000 vecinos.

Otra diferencia que se aprecia según el tamaño del municipio es el número de muertes donde el personal médico pudo identificar el coronavirus como causa de la muerte frente a los casos donde sólo pudo sospechar del virus. En las ciudades de más de 20.000 habitantes la proporción de muertes con COVID-19 confirmado es superior al 70%, mientras que en las localidades más pequeñas la proporción queda cercana al 50%. 

Castilla-La Mancha, Madrid y Castilla y León, las comunidades más afectadas por la mortalidad de epidemia. Las estadísticas del INE sobre la mortalidad en la primera ola llegan justo cuando España logra doblegar la curva de la segunda. Ahora, con seis meses de perspectiva, podemos comprobar cómo fue el impacto de la enfermedad en los primeros meses de la pandemia en nuestro país.

Si ponemos las cifras en contexto con la población de cada territorio, vemos que en cuanto a decesos con el virus identificado, Castilla-La Mancha, Madrid, Castilla y León, La Rioja y Catalunya fueron las comunidades más afectadas, con más de 100 fallecidos por cada 100.000 habitantes. Muy por encima de la media nacional, cuya tasa es de 69.

Pero también hay que fijarse en el dato de muertes que tuvieron lugar por COVID-19 sin confirmar, pero muy probable. Por ejemplo, en Catalunya los fallecidos por COVID confirmado fueron menos que en La Rioja, pero esta comunidad ocupa el cuarto puesto en el ranking por COVID sospechoso. Por su parte, Galicia, es la región con menos fallecidos por sospecha de la enfermedad, el 11% frente al 29% de la media en España.

El siguiente mapa interactivo muestra estos mismos datos pero a nivel de provincia. ¿Cómo afectó la pandemia a la mortalidad de cada provincia entre enero y mayo? Las estadísticas del INE revelan que Segovia fue, con diferencia, la que peores cifras registró: hasta 426 decesos por cada 100.000 habitantes por COVID-19 confirmado o sospechoso. Ciudad Real y Soria son las siguientes en este triste ranking, muy por encima de los 300, seguidas por Albacete, Salamanca, Ávila, Cuenca, Madrid y Guadalajara, con tasas de mortalidad por encima de las 200 muertes por 100.000 habitantes.

Madrid, Ciudad Real y Albacete, las provincias donde se triplicaron las muertes en residencias en 2020. Las residencias de personas mayores han sido uno de los grandes focos de contagio y mortalidad de la pandemia en España. Hasta ahora no se contaba con datos oficiales y armonizados de mortalidad en los centros socio-sanitarios, más allá de las cifras facilitadas por las consejerías correspondientes de cada comunidad autónoma.

Ahora, la estadística del INE recoge el número de defunciones en función del lugar en el que sucedieron en los meses de enero a mayo del último lustro, lo cual permite calcular el exceso de mortalidad. Esta cifra no incluye a los residentes que fueron trasladados a hospitales y fallecieron en centros sanitarios.

Al comparar cómo fue la mortalidad durante los primeros cinco meses de 2020 respecto al promedio del mismo periodo de los últimos años, podemos tener una idea bastante exacta de cómo la pandemia golpeó a los centros de mayores durante la primera ola.

Este cálculo revela que las cifras de muertes en residencias llegaron a triplicarse en Madrid, Albacete, Ciudad Real y Segovia. También se dispararon en las provincias de Cuenca, León, Ávila y Cáceres, donde se multiplicaron por dos. Solo las residencias de Melilla, Huelva y Las Palmas registraron menos decesos entre enero y mayo de 2020 de los que registraron, de media, en los últimos años.

El 93% de los fallecidos por COVID-19 durante la primera ola tenía más de 65 años. Con más de 40.000 muertes por encima de la media de 2016 a 2019, los nuevos datos del INE certifican que la población más envejecida se llevó la peor parte de la pandemia durante la primera ola. Entre enero y mayo de este año, los fallecimientos de personas de entre 70 y 79 años aumentaron un 30% respecto a la media de muertes en este grupo de edad del mismo período de los años 2016 a 2019. En la franja de edad de 80 a 89 el aumento fue del 20% y en los mayores de 90, las muertes crecieron un 34%.

Si nos fijamos exclusivamente en las muertes por COVID-19, vemos que el virus ha afectado casi por igual a mujeres y hombres: entre marzo y mayo de 2020 han fallecido alrededor de 23.000 hombres y 22.000 mujeres por esta causa. Cabe destacar, sin embargo, que las media de edad de muertes por coronavirus entre las mujeres fue más elevada que entre los hombres (una cifra influenciada también por la estructura de la población española, con más mujeres de edad avanzada). 

Entre las mujeres, la mayoría de defunciones se registraron entre la población de 85 a 94 años, mientras que entre los hombre el grueso se situó entre los 80 y los 89 años. Además, entre los hombres el 9% de los muertos por coronavirus fueron menores de 65 años. En cambio, el porcentaje de fallecidos de este grupo de edad en el caso de las mujeres quedó en el 4%.

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