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Llegan a tierra en Túnez los 40 migrantes rescatados por un petrolero tras 21 días bloqueados en alta mar

Refugiados egipcios que huyeron de Libia eran acogidos en un albergue en Zarzis (Túnez), en febrero de 2011.

EFE

Los 40 migrantes rescatados a bordo del barco petrolero “Sarost 5” desembarcaron este miércoles en el puerto tunecino de Zarzis, tras 21 días en alta mar, donde fueron recibidos por las autoridades y transferidos al centro de acogida de la Media Luna Roja.

Al mismo tiempo, las dos mujeres embarazadas de dos y cinco meses y una tercera persona que sufre de una hernia de hiato fueron evacuadas con urgencia al hospital regional para un control médico cuyos resultados son positivos, según la ONG.

Representantes de la Organización Mundial para las Migraciones (OIM) y la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados se acudieron también al “Sarost 5” para explicar la situación legal en la que se encuentran los migrantes que, en un primer momento, mostraron su rechazo a abandonar el barco.

“Al principio rechazaron bajar del barco porque pensaban que iban a ser llevados a prisión, pero nuestro centro es de régimen abierto y pueden entrar y salir cuando quieran”, aclaró el responsable de la Media Luna Roja en la región, Monji Slim, mientras trataba de calmar a varias mujeres que sufrían una crisis de ansiedad.

“Les hemos explicado que ningún país europeo ha querido aceptarles y que Túnez es el único que ha abierto su puerto, así que no tienen más opción en este momento”, detalló.

Para la portavoz de la OIM, Paula Barrachina, “es un sueño que se hunde, pero hay que explicarles que no había otra alternativa. Ahora en Túnez, que es un lugar seguro, estudiaremos caso por caso”.

“Al margen de la política y de las leyes, uno no puede encontrarse con una persona en el mar que necesita tu ayuda y dejarla abandonada. Rescatarla es una obligación”, comentó Ali Hajji, el capitán del “Sarost 5”.

“El Gobierno tiene que encontrar una solución para futuros casos como el nuestro, o bien les acepta desde el principio o no. Un país no quiere acogerlos, el otro tampoco y se convierte en una guerra política. Al final, la cuestión humanitaria ha ganado”, aseguró optimista.

Entre los migrantes había sentimientos encontrados, entre desilusión y alivio. Elisa, una joven de 27 años originaria de Camerún, afirmó: “Me siento emocionada por llegar a tierra después de todo por lo que hemos pasado en el mar. Estoy viva y se lo agradezco a dios. Ahora en Túnez veremos qué nos depara el tiempo”.

Sin embargo, no todos compartían su júbilo. Mohamed Mane, un joven senegalés, explicó que abandonó su país después de que su familia fuera asesinada y que no puede regresar a su país.

“Abandoné mi país para ir a Europa, no para quedarme en Túnez. Perdí a mis padres y a toda mi familia. No podré volver jamás. Ahora sólo me queda mi mujer, que está en Italia embarazada de cinco meses”, relató antes de romper a llorar.

El pasado 14 de julio, la plataforma marítima petrolera Miskar, de la compañía British Gaz, localizó en aguas internacionales una embarcación averiada a la deriva tras partir de la costa libia para tratar de cruzar el Mediterráneo con 40 migrantes, que llevaban ya cinco días en alta mar.

El buque de aprovisionamiento se hizo cargo del rescate y partió hacia Sfax siguiendo las órdenes de las autoridades tunecinas, pero una vez llegado a puerto fue remitido a Zarzis -a 76 millas de distancia- y finalmente rechazado a la espera de “indicaciones”.

Los rescatados tienen entre 17 y 36 años y son originarios de Egipto, Bangladesh, Camerún, Senegal, Guinea, Costa de Marfil, Sierra Leona y Ambazonia (región independentista de Camerún).

Según varias ONG locales, que instaron a que el Gobierno acogiera el barco, Túnez teme convertirse en “puerto seguro”, lo que sentaría un precedente y podría consolidar la iniciativa europea de crear “plataformas regionales de desembarco” fuera del territorio comunitario para clasificar a los migrantes.

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