Acuerdo de Asociación Transpacífico: claúsulas contra la vida y a favor de las farmaceúticas

Esta semana ha tenido lugar en Singapur una nueva ronda de negociaciones del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP), uno de los más grandes tratados de todos los tiempos: un acuerdo comercial que afecta por ahora a doce países de la cuenca del Pacífico. Encabezado por Estados Unidos e incluyendo a Vietnam, Perú, México, Malasia, Chile, Nueva Zelanda, Brunei, Singapur, Japón, Canadá y Australia, el TPP tratará de imponer los mismos estándares comerciales a todos los países firmantes, incluidos los que se agregarán más tarde y que ya no tendrán capacidad de decisión ni debate sobre el texto. Organizaciones ligadas a la sanidad advierten de los perjudiciales efectos que ocasionará su aprobación en el acceso a los medicamentos de los países empobrecidos.

Pregunta rápida: ¿Cómo podrá Vietnam, cuyo PIB per cápita en 2012 apenas supera los 1.500 dólares, acatar los mismos estándares que Australia, que posee un PIB per cápita de más de 67.983 dólares? Respuesta incierta.

Uno de los temas más importantes que se están tratando en las negociaciones, casi siempre a puerta cerrada y bajo un oscuro secretismo, son las normas sobre la propiedad intelectual.

En noviembre del año pasado, una filtración de WikiLeaks dejó ver por primera vez lo que se cocía en esas negociaciones que afectarán de manera directa a 500 millones de personas. Los borradores filtrados demuestran que los acuerdos pretendidos favorecerán y fortalecerán la protección de información y de patentes siempre en favor de las grandes compañías farmacéuticas multinacionales.

La salud mundial

Recientemente, UNITAID, en su último informe, y Médicos Sin Fronteras han resaltado la gravedad de algunas cláusulas que se pretenden ratificar en el TPP, sobre todo las concernientes al acceso a medicamentos y, por lo tanto, a la salud mundial.

En su última gira por Asia, durante el pasado mes de abril, Barack Obama aseguró que “tenemos que encontrar la forma de asegurar que [los medicamentos] están a disposición de la gente que, simplemente, no se lo pueden permitir, como parte de nuestra humanidad común”. Pero la realidad es muy distinta.

La Oficina del Representante de Comercio de los Estados Unidos(USTR) no solo hace caso omiso de las palabras del presidente de EEUU, sino que mantiene cada vez más sus posiciones durante las negociaciones del acuerdo, y parece dispuesto a desobedecer los acuerdos de la Organización Mundial de Comercio sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC) de 1995 o el Acuerdo del 10 de Mayo de 2006: acuerdos rubricados por EEUU y que incluyen resguardos legales para que los países en desarrollo puedan superar las barreras de la propiedad intelectual cuando la salud pública y el acceso a los medicamentos se encuentren en peligro.

“Si se acepta la propuesta de Estados Unidos, los países más pobres se verían obligados a limitar el acceso a medicamentos asequibles mucho antes de que sus necesidades de salud pública están bajo control”, asegura Judit Rius, responsable de la Campaña de Acceso a Medicamentos Esenciales de MSF en Estados Unidos.

Estirando el monopolio

Estirando el monopolioLas nuevas reglas propuestas pretenden proteger los monopolios y las patentes de las grandes farmacéuticas, poniendo así en peligro el flujo de medicamentos genéricos que permiten a multitud de organizaciones y gobiernos de todo el mundo atender y dar tratamiento a millones de enfermos de malaria, tuberculosis, hepatitis, VIH, y otras muchas infecciones que se dan, sobre todo, en los países con menos recursos. ¿Cómo? Pongamos algunos ejemplos:

- Ampliando el periodo de duración de patentes durante 5 años tras los veinte iniciales, evitando así la competencia de genéricos durante más tiempo.

- Bajando los estándares de patentabilidad para poder patentar modificaciones no innovadoras de viejos medicamentos: una táctica conocida como ‘evergreening’.

- Apoyando la vinculación de patentes (‘patent linkage’), que supedita el proceso de registro de un medicamento a la existencia o no de patente activa del mismo, lo que retrasa la comercialización de medicamentos genéricos, que tendrían que esperar a la expiración de la patente del medicamento original para comenzar un proceso de registro que puede durar hasta dos años, durante los que el monopolio de la compañía farmacéutica se mantiene.

- Patentando métodos quirúrgicos, terapéuticos y de diagnóstico, lo que incrementaría los costes de la práctica médica y minaría el acceso a procedimientos médicos muy básicos (algo que muchas asociaciones médicas han declarado no ético y que, por cierto, la ley de EEUU prohíbe).

- Apoyando la exclusividad de datos sobre los medicamentos que las compañías obtienen durante sus ensayos clínicos, para obligar así a las compañías de genéricos a tener que realizar sus propios ensayos, proceso excesivamente caro y largo (entre 5 y 10 años) que muchas, simplemente, no pueden permitirse (a día de hoy les basta con probar la bioequivalencia entre ambas versiones del medicamento a través de estudios mucho más cortos y baratos).

En cuanto a extensión de monopolio y protección de las patentes, estas son las medidas más significativas que se intentan imponer a todos los países del TPP. Aunque Estados Unidos presiona para concluir las negociaciones cuanto antes (querría haberlas cerrado a finales de 2013), el rechazo de algunos países a muchas de las medidas está retrasando el acuerdo: Singapur, Canadá, Chile, Nueva Zelanda o Malasia están oponiéndose a las propuestas que más ponen en riesgo el acceso a medicamentos esenciales.

El peligro de que un acuerdo como el TPP sea aprobado ha sido advertido desde hace tiempo por muchas organizaciones además de MSF o UNITAID. El Vaticano, varios miembros del congreso estadounidense, y – tras las filtraciones de Wikileaks –una gran parte de la sociedad civil se han sumado a la lucha. “Instamos a los países a mantenerse fuertes para asegurar que las disposicionesdañinas seon eliminados antes de que se cierre el acuerdo”, insiste Judit Rius. Y añade: “Las cláusulas perjudiciales en cuestión podrían significar, literalmente, la diferencia entre la vida y la muerte para las personas que no pueden pagar los medicamentos más caros”.

--

Nota: El artículo refleja la opinión de su autor y no representa, necesariamente, el posicionamiento de la Campaña de Acceso a Medicamentos Esenciales de Médicos Sin Fronteras.