Amnistía Internacional (AI) da la voz de alarma ante los incumplimientos del derecho internacional de gobiernos y actores empresariales. En su informe anual que, como reza su titular, hace una radiografía de La situación de los derechos humanos en el mundo, la organización constata un retroceso en el respeto de los derechos humanos, a la vez que se multiplican los conflictos armados. “El informe presenta un sombrío panorama de alarmante represión de los DDHH y frecuente infracción internacional de las normas establecidas, en un contexto de desigualdad global creciente”, ha señalado su secretaria general Agnés Callamard.
La máxima responsable de la organización ha comparado la situación actual con la película de culto Regreso al futuro. Estaríamos frente a una “máquina del tiempo”, que nos ha trasladado hasta mucho antes de 1985, concretamente, hasta el año en que se aprobó la Declaración de los Derechos Humanos. “Estamos retrocediendo hasta 1948. El mundo dijo entonces ‘nunca más’. Sin embargo, las bases morales de ese ‘nunca más’ se quebraron en mil pedazos en 2023”, ha subrayado Callamard.
El conflicto palestino-israelí ha marcado la recta final del año pasado, con el desplazamiento forzosos de casi 1,9 millones de palestinos, y la muerte hasta la fecha de más de 34.000, entre bombardeos, hambruna y falta de asistencia humanitaria. Los datos recogidos en el informe, que se ha presentado este martes en Londres, apuntan a que los indicios de crímenes de guerra continúan acumulándose en la Franja, mientras el gobierno israelí “se burla del derecho internacional”.
Dejación de funciones en la protección de los DDHH
“La falta de medidas de la comunidad internacional para impedir que se mate a miles de personas y niños en la Franja de Gaza ocupada pone de manifiesto que las instituciones establecidas para proteger a civiles y hacer valer los derechos humanos no cumplen ya su función”, ha asegurado Callamard. La secretaria general ha hecho mención al “doble rasero” de Europa, que apoya a Israel mientras denuncia los crímenes de guerra de Rusia y Hamás; y ha recordado que Estados Unidos ha bloqueado durante meses un alto el fuego en la zona, mientras sigue enviando armas a Tel Aviv.
En el informe se documentan, un año más, ataques indiscriminados contra zonas ucranianas densamente pobladas por parte de Rusia, así como el uso de la tortura y malos tratos a prisioneros. 2023 también estuvo marcado por la grave crisis humanitaria que atraviesa Sudán, donde más de ocho millones de personas se han visto obligadas a huir y al menos 12.000 fallecieron en ataques indiscriminados contra civiles.
“Dada la situación global, se necesitan medidas urgentes para revitalizar y renovar las instituciones internacionales”, ha señalado Callamard. “Deben tomarse medidas para reformar el Consejo de Seguridad de la ONU, de manera que los miembros permanentes no puedan ejercer su poder de voto sin control”.
2024, un año electoral bajo el miedo a la desinformación
AI también alerta sobre los riesgos que acarrea una tecnología que avanza a un ritmo tan frenético que es prácticamente imposible ponerle límites. La llegada antes de lo previsto de la inteligencia artificial ha propiciado un terreno fértil para el racismo, la represión y la desinformación en un año clave en lo electoral. Las regulaciones llegan “tarde y a cuentagotas”, avisa la organización, y amenazan con una “sobrecarga” de las violaciones de los derechos humanos.
El Salvador y Senegal han sido de los primeros países en ir a las urnas y pronto lo hará India, con uno de los procesos de votación más largos del mundo. La Unión Europea reconfigurará su parlamento en junio y, en noviembre, será el momento de las elecciones presidenciales de Estados unidos. “Durante un año electoral clave y ante los cada vez más poderosos grupos de presión que, impulsados y financiados por los actores de las grandes empresas tecnológicas, se oponen a la regulación, estos avances tecnológicos descontrolados y no regulados suponen una enorme amenaza para el mundo”, ha afirmado Callamard.
La tecnología es una herramienta más de los actores políticos en muchas partes del mundo para manipular discursos basados en el enfrentamiento y conseguir votos, denuncia la organización. En este panorama, los más afectados son minorías raciales y étnicas, mujeres, discapacitados, personas LGTBI… La organización por los derechos humanos recuerda que las redes sociales, como Facebook, Instagram o Tiktok, sirven de catalizador para cometer violaciones de derechos, especialmente en contextos electorales. Los contenidos de odio han aumentado, por ejemplo, con la guerra en Gaza, con mensajes islamófobos y antisemitas en Estados Unidos y Europa.
“Hemos visto cómo el odio, la discriminación y la desinformación son amplificados y propagados por algoritmos de las redes sociales”, explica Callamard: “Las herramientas pueden generar imágenes, audios y vídeos sintéticos en segundos, así como llegar a grupos específicos de público a escala, pero la regulación tiene todavía que ponerse al día con estas amenazas”.
Según el informe, se ha utilizado reconocimiento facial para controlar protestas públicas en lugares como Argentina, India o Reino Unido. El Departamento de Policía de Nueva York ha utilizado este tipo de herramientas para vigilar las manifestaciones del Black Lives Matter, según ellos mismos han revelado tras acciones legales emprendidas por Amnistía Internacional.
Software espías y tecnologías de externalización de fronteras
Estas herramientas no han estado exentas de utilizarse en los conflictos armados. Amnistía Internacional denuncia el papel que han jugado las grandes tecnológicas en la expansión de algunos de estos conflictos, con la venta de herramientas automatizadas, programas de vigilancia masiva y software espía. En Etiopía en el contexto del conflicto armado, se instrumentalizó la tecnología para enfrentar a unas comunidades con otras.
En las zonas fronterizas, un año más, se ha recurrido al uso de alternativas digitales de detención, tecnologías de externalización de fronteras, software de datos, técnicas biométricas y sistemas algorítmicos de toma de decisiones, con sesgos racistas y xenófobos, poniendo en riesgo la vida y los derechos de miles de migrantes y refugiados. Y una vez dentro de las fronteras todos estos mecanismos, denuncia AI, se han utilizado para ejercer una vigilancia “desmedida” contra las personas racializadas y migrantes.
La organización de derechos humanos prevé que estos problemas se agudicen en 2024. El uso de programas espías ha permanecido en buena medida sin regular, a pesar de su vinculación con el seguimiento de defensores de los derechos humanos, activistas o periodistas. En 2023, AI desveló el uso de Pegasus contra periodistas y activistas de la sociedad civil en países como Armenia, India, República Dominicana y Serbia, a la vez que se vendían libremente estos sistemas desde la UE a Estados de todo el mundo. En el último año, en España tampoco ha habido avances que permitan aclarar responsabilidades sobre quién espió con Pegasus a al menos 65 periodistas, figuras políticas y miembros de la sociedad catalana; o sobre quién utilizó esta misma tecnología contra el Presidente del Gobierno y los ministros de Interior y Defensa, un caso reabierto finalmente este martes por la Audiencia Nacional.
“Hay un enorme abismo entre los riesgos del avance descontrolado de las tecnologías y el nivel que tenemos que alcanzar en materia de regulación y protección. Es el futuro que nos espera y no hará más que empeorar si no se limita la proliferación desenfrenada de tecnología no regulada”, ha señalado Agnès Callamard, que reconoce algunos avances legislativos como la Ley de Servicios Digitales de toda la UE.
En el otro lado de la balanza, frente al “posible colapso del derecho internacional”, miles de personas han salido a las calles en 2023 para exigir el fin de la guerra, justicia climática o reivindicar derechos sociales. El Me Too y otras organizaciones civiles han conseguido que Taiwán apruebe una reforma de la Ley de Prevención de Delitos de Agresión Sexual para poner fin a la violencia en Internet. La COP 28, aunque insuficiente, habló por primera vez de la transición para dejar atrás los combustibles fósiles. La población de Estados Unidos, El Salvador y Polonia se echó a la calle para reivindicar el derecho al aborto. El conflicto entre Israel y Hamás ha desencadenado centenares de protestas en todo el mundo exigiendo el alto el fuego. “La gente ha dejado totalmente claro que quiere derechos humanos, ahora corresponde a los gobiernos mostrar que están escuchando”, ha sentenciado Callamard.