Ahmed Aboufoul, abogado palestino de Gaza, especializado en derecho internacional humanitario, vive desde hace ocho años en La Haya (Países Bajos). La organización de derechos humanos a la que pertenece, Al Haq, ha interpuesto demandas en países como Australia, Canadá, Reino Unido o EEUU, exigiendo la paralización del envío de armas a Israel y el fin del apoyo diplomático al Gobierno de Netanyahu.
Tras presentar una denuncia en Canadá el mes pasado, el Parlamento de ese país estableció que el Gobierno debe detener el suministro de armamento a Tel Aviv. En Estados Unidos, los abogados de Al Haq se unieron al Center for Constitucional Rights y lograron que por primera vez en la historia una Corte Federal escuchara a víctimas palestinas el pasado mes de enero. El juez de dicha Corte instó a Biden a examinar su “apoyo inquebrantable” a Israel. Esta semana se han personado -con otras organizaciones- como demandantes en Alemania, en representación de varias víctimas, para exigir a Berlín que paralice sus exportaciones de armas a Israel.
Ahmed Abofoul testificó como letrado y como afectado en Estados Unidos y estuvo presente en la audiencia celebrada en la Corte Internacional de Justicia de La Haya, el máximo tribunal de la ONU, que investiga a Israel por genocidio. elDiario.es le entrevista través de videoconferencia.
La Corte Internacional de Justicia emitió recientemente nuevas órdenes. ¿Qué indican, qué importancia tienen?
Las nuevas medidas están diciendo al mundo que la situación ha cambiado a peor desde enero. Reafirman la decisión de enero, que establecía que hay un caso plausible de genocidio, y subrayan la gravedad actual, en base a la cual pide que se garantice la entrada de la ayuda humanitaria necesaria y mencionan de forma clara el riesgo de hambruna.
Esta nueva orden llega porque no se estaba cumpliendo, es importante mencionarlo, al igual que el papel de otros Estados, especialmente aquellos que tienen influencia sobre Israel, que han fallado porque no han actuado para que Israel cumpliera.
Estuvo en enero en la audiencia de la Corte Internacional de Justicia en La Haya
Sí. Había un ambiente en el que mucha gente sentía que estaba haciendo algo importante. Fue emocionante escuchar al equipo sudafricano hablando en términos palestinos, mencionando la Nakba, el sufrimiento del pueblo palestino desde hace 75 años, y recordando las similitudes entre la historia de Sudáfrica y Palestina, la historia de un pueblo que reclama libertad y autodeterminación contra una ideología racista que busca su eliminación total o parcial del territorio.
Por primera vez Israel es investigado en un tribunal internacional. El equipo legal de Sudáfrica fue excelente en su exposición; incluyó además a varias mujeres jóvenes, hay diversidad e inclusión. Esto es derecho internacional puesto en práctica.
En Occidente no hay conciencia total de la realidad distópica que vivimos en Palestina
Hay pasos sin precedentes en esa corte, pero a nadie se le escapa la envergadura de la impunidad. ¿Qué consecuencias puede tener lo que está pasando en Gaza ante el derecho internacional?
Todo dependerá de cómo reaccionen los Estados del mundo. Lo que estamos contemplando es la intención de Occidente de no respetar el derecho internacional. Occidente está distorsionando deliberada e irresponsablemente el derecho internacional al servicio del régimen de apartheid de Israel, con un genocidio en curso.
A la vez, vemos que el Sur Global está harto de ese supremacismo, por eso varias naciones están dando pasos para decir al Norte Global que, aunque el derecho internacional fue creado como resultado de su horrible experiencia bélica, no es algo de su propiedad. Se llama derecho internacional por algo, porque es propiedad de todas las naciones. No es perfecto, pero es lo que acordamos tras la Segunda Guerra Mundial para resolver nuestras disputas de forma pacífica.
Técnicamente, el derecho internacional indica que nadie puede cometer crímenes de guerra, contra la humanidad o genocidio sin ser castigado. Al menos eso es lo que entendíamos en el Sur Global. Pero parece que para Occidente la fórmula es diferente.
Si no se actúa contra la impunidad de Israel, todos podemos ser los siguientes, especialmente en el Sur Global
Usted denuncia un doble rasero en tiempo real
Si nos fijamos en los juicios de Núremberg -que, sin duda, representan una enorme contribución al derecho internacional- vemos que fueron los juicios de los victoriosos. Ninguno de los países aliados tuvieron que rendir cuentas, aunque también cometieron delitos.
Esto ha creado en la conciencia pública occidental la idea de que la ley internacional sirve para aplicársela a otros. La coincidencia en el tiempo de Ucrania y Gaza muestra la crudeza de la realidad, el doble rasero. Sólo se hace uso de la ley internacional cuando ésta es políticamente conveniente para las potencias occidentales.
Hemos visto cómo desde los medios de comunicación se ha alentado a la resistencia armada ucraniana. No entro a juzgar si hay que apoyar o no esa resistencia armada, estoy comparando la reacción occidental y cómo, ante el caso palestino, se llama terrorismo a toda forma de resistencia, incluso al trabajo de organizaciones de derecho humanos como Al Haq, a la que estoy orgulloso de pertenecer; es la organización de derechos humanos palestina más antigua, data de 1979.
El ministro de Defensa israelí la acusó hace unos años de terrorismo, junto con otras cinco organizaciones. Nos defendimos, exigimos que presentara pruebas. Tras una investigación, varios países europeos y organizaciones concluyeron que no había base para esas acusaciones, pero por entonces algunos donantes ya nos habían retirado fondos y el Ejército israelí había allanado y asaltado nuestras oficinas. En Occidente no hay conciencia total de la realidad distópica que vivimos en Palestina.
Desde octubre hemos documentado un aumento del 133% de ataques de colonos contra civiles palestinos en Cisjordania
¿Cómo valora la posición de potencias occidentales como EEUU?
La hipocresía es descarada, pero no es algo nuevo. Por ejemplo, la mayoría de las potencias occidentales llevan años diciendo que apoyan la solución de los dos Estados, pero sólo reconocen uno, que es un régimen colonial y de apartheid. Admiten que los asentamientos israelíes son ilegales, pero al mismo tiempo siguen importando sus productos, lo que técnicamente implica una financiación a esos asentamientos ilegales.
Afirman que hay bombardeos indiscriminados, pero siguen facilitando esos bombardeos indiscriminados. No hay presión real sobre Israel para que detenga sus crímenes. El genocidio de Israel en Gaza –y la reacción del planeta ante él– es nuestra ventana a la realidad del mundo. Es un recordatorio de que no vivimos en un mundo poscolonial, sino neocolonial.
Es también un anticipo del futuro distópico que nos espera a todos si lo permitimos en Palestina.
La mayoría de países occidentales siguen importando productos de los asentamientos ilegales, lo que implica financiarlos
Usted nació y creció en Gaza. Tengo entendido que ha perdido a gente querida.
He perdido a 82 familiares, 60 por parte de mi padre, 22 por parte de mi madre, incluido mi tío mayor, varios primos míos y de mi padre. Es duro. Pero al mismo tiempo soy afortunado, porque mi familia más cercana sigue viva. Hay familias que han perdido a más de 100 miembros, y otras que han desaparecido por completo.
¿La organización Al Haq sigue trabajando en Gaza?
No podemos hacerlo adecuadamente, porque no hay ningún lugar seguro. Están sucediendo muchas cosas que nunca podremos documentar de forma apropiada, porque no es posible llegar a tiempo a la escena del crimen, examinarla, tomar notas, fotografías, pruebas. Estamos coordinados con organizaciones locales de la sociedad civil, para hacer todo lo posible.
Es importante también explicar que las cifras oficiales de 33.000 muertos son sólo los fallecidos que fueron llevados a un hospital, donde se emite el certificado de defunción. El número de víctimas mortales es más elevado. Muchos cadáveres permanecen bajo los escombros, esos cuerpos nunca podrán ser recuperados, incluidos algunos familiares míos.
¿Qué están documentado de la situación en Cisjordania, área de Palestina desconectada territorialmente de Gaza?
Desde el 7 de octubre, hemos documentado un aumento del 133% de los ataques de los colonos israelíes contra civiles palestinos, acompañado de una campaña incesante de arrestos de civiles palestinos por parte de las fuerzas de ocupación israelíes.
Se ha duplicado el número de prisioneros palestinos, hay al menos 9.000, incluidos muchos niños y mujeres, con casos de tortura o maltrato. Cientos de ellos permanecen detenidos bajo la llamada detención administrativa, que permite arrestos sin que las personas presas sepan qué cargos hay contra ellas y muchas veces sin que puedan acceder a un abogado. Occidente habla de rehenes israelíes, pero nadie habla de los rehenes civiles palestinos que son secuestrados en sus propios hogares.
Llevo tiempo viajando por capitales de todo el mundo hablando con los ministerios de Exteriores y con quienes toman decisiones, informando sobre contextos que son insostenibles. Desde hace años expertos y defensores de derechos humanos advertían de que la situación se estaba llevando al límite.
No se critica a Israel porque sea judío, sino porque ocupa territorio ilegalmente, aplica apartheid y comete crímenes
Hay defensores de derechos humanos que están siendo víctimas de campañas de difamación. Por ejemplo, la relatora de la ONU, Francesca Albanese, recientemente fue acusada de antisemitismo.
En 2002 la entonces ministra israelí de Educación, Shulamit Aloni, afirmó en una entrevista con Amy Goodman que esas acusaciones falsas de antisemitismo contra gente que no es antisemita son empleadas como un truco para acallar las críticas a Israel.
Estas tácticas están diseñadas para intimidar a defensores de los derechos humanos e impedir una crítica legítima. No se critica a Israel porque sea judío, sino porque es un Estado opresivo que ocupa territorio ilegalmente, viola derechos humanos, aplica apartheid y comete crímenes de lesa humanidad y de genocidio contra el pueblo palestino.
Si aceptáramos que toda crítica a Israel es antisemitismo, entonces cualquier crítica a Egipto o a Arabia Saudí sería islamofobia, y cualquier crítica a China, odio a los chinos, es ridículo.
Esta instrumentalización es peligrosa e irresponsable, porque socava la lucha real y muy necesaria contra el antisemitismo. El antisemitismo es indefendible, es condenable de todas las formas posibles, pero criticar a Israel no es antisemitismo.
También es ridículo decir que la resistencia palestina ante Israel es antisemita. Eso implícitamente significa decir que los palestinos no tendrían ningún problema con la ocupación si Israel fuera un Estado cristiano o árabe.
En Occidente apenas se habla de los rehenes civiles palestinos secuestrados sin cargos por Israel
¿Cuándo pensó por primera vez que quería ser abogado?
En la ofensiva israelí contra Gaza de 2008 y 2009. Perdí amigos y familiares, civiles inocentes. Yo mismo estuve muy cerca de la muerte. Era muy buen estudiante en el bachillerato científico, se suponía que terminaría siendo médico o ingeniero, pero aquello me hizo cambiar de opinión.
No conocía a ningún abogado entonces, nunca había estado en un tribunal, pero tuve claro que me iba a dedicar a luchar por la justicia.
¿Qué significa ser palestino hoy, en este momento?
Significa que tengo que lidiar con una pérdida inmensa, con la traición de la mayoría de las democracias en todo el mundo. Y todavía tengo que ponerme un traje y hablar de manera respetuosa, con el lenguaje del derecho internacional, y apelar a la gente para que nos vean como seres humanos.
Los palestinos tienen que mostrar sus muertos ante la cámara para que el mundo les crea y aún así se ponen en duda las cifras de víctimas. ¿Qué tipo de deshumanización es esta?
Se llama derecho internacional por algo, porque debe ser propiedad de todas las naciones, no solo de Occidente
¿Cómo ve la situación dentro de un año? ¿Cómo imagina Palestina en el futuro?
Lo que vaya a ocurrir dependerá de los países que tienen influencia sobre Israel y de la reacción, de la movilización y de la presión de la gente ante sus gobiernos.
Si no hay movilización ni presión suficientes contra Israel, estaremos ante un futuro muy distópico, en el que lo que ahora ocurre en Palestina podrá pasar en otros lugares. Si la impunidad de Israel persiste, todos podemos ser los siguientes, especialmente en el Sur Global.
Creo en la democracia de forma genuina. Le corresponde a la población palestina elegir a través de sus representantes. Independientemente de la solución política, tiene que ser coherente con el derecho internacional y los derechos humanos. Esto incluye autodeterminación y el derecho al retorno de todos los refugiados a sus hogares y aldeas, de las que fueron expulsados a través de limpieza étnica en la Nakba, en 1948.
El desafío pasa por la desradicalización de la sociedad de Israel, donde hay un lavado de cerebro a través de una ideología racista que deshumaniza y niega derechos a los palestinos por el simple hecho de ser palestinos. Para que haya una Palestina libre con igualdad de derechos y libertades es esencial este proceso de desradicalización, que llamaría 'des-sionización'. El sionismo es una forma de discriminación racista que niega igualdad y libertad para todos.
¿Qué importancia otorga a las movilizaciones sociales en diferentes países?
Los palestinos luchan por sus derechos y por los de todos, el mundo tiene que entender eso. Necesitan el apoyo de la gente. Nadie debe subestimar la influencia que puede tener yendo a manifestaciones, divulgando cuestiones sobre Palestina, incluso colgando una bandera palestina o llevando una kufiya. Toda expresión de solidaridad en este momento –en el que está en juego la existencia misma de los palestinos en su tierra– es crucial.
Esperamos que en Europa la ciudadanía nos apoye. La población palestina está pasando por un momento muy difícil en el que siente que se la ha abandonado.
Los palestinos saben que sus opresores pueden lograr todos los vetos que quieran en el Consejo de Seguridad de la ONU, pero no lograrán vetar su humanidad. No están pidiendo un favor político, está intentando conseguir sus derechos humanos, su derecho a la autodeterminación.